Hace algo más de un año comentamos en otro artículo en EL ESPAÑOL de Málaga que nuestro país no estaba preparado para la transición al vehículo eléctrico. No lo estaba por infraestructuras, por ayudas a la compra ni por precio de los vehículos.
Que Portugal tenga el triple de ventas de vehículos eléctricos que España es un dato que nos deja en muy mal lugar. Su red de recarga es cuatro veces superior, las ayudas a la compra de un eléctrico son directas, sin esperar más de un año a cobrarlas, como ocurre en España. Pero incluso allí, los vehículos híbridos enchufables están al frente de las subidas en matriculaciones.
Las normas que limitarán las ventas a partir de 2035 de los vehículos que no sean cero emisiones fue el detonante de la escalada de anuncios grandilocuentes de muchos dirigentes de grupos automovilísticos, llegando a afirmar la mayoría de ellos que no solo no venderían motores térmicos tradicionales a partir de 2035 sino que, además, ya en 2030, sus gamas serían solo eléctricas.
Pues bien, la mayoría de ellos se han tenido que comer sus palabras ante la crudeza de las cifras: en el primer trimestre de 2024 los híbridos enchufables en Europa han subido sus ventas un 15% mientas que los eléctricos solo crecieron el 6%.
Como resultado, se han empezado a rescatar motores tradicionales con una hibridación eléctrica y una batería que se puede recargar, dando como resultado un vehículo que tiene lo mejor de las dos tecnologías: puede funcionar en eléctrico en las ciudades y permite viajar con su motor térmico sin el estrés de pensar en quedarse tirado sin electricidad. Además, su precio es menor que un eléctrico a baterías, aunque bien es cierto que aún no están al alcance de la mayoría de los conductores.
En todo este revoltijo de estrategias comerciales solo una marca se mantuvo firme y dijo que no dejaría de fabricar motores tradicionales hasta el último día que se permitirán, el 31 de diciembre de 2034. Esa marca ha sido Toyota, que lleva 20 años de ventaja al resto en la fabricación de vehículos híbridos y no estaba dispuesta a dar un salto al vacío sin red, como sí han hecho otras muchas marcas, de lo que ahora se están arrepintiendo.
No nos engañemos: los coches del futuro serán eléctricos sin duda, pero la transición hacia ese momento no se puede hacer directamente desde los motores tradicionales porque hay un paso intermedio, los vehículos híbridos, que están demostrando que la realidad es mucho más tozuda, con unas cifras que nos auguran más ventas de híbridos mientras, eso sí, se sigue investigando en la tecnología de baterías para permitir que los vehículos eléctricos sean menos pesados, más baratos y tengan la misma autonomía que un térmico tradicional. Pero para eso tenemos aún 10 años. Mientras tanto, el vehículo híbrido será el elegido por la mayoría hasta ese momento.