Cuando la prestigiosa revista Forbes te elige como uno de los 30 científicos menores de 30 años más brillantes de Europa, uno puede darse por satisfecho. Puede pensar que ha alcanzado una cumbre, que ahora toca jugar defensivo y salvaguardar lo logrado hasta el momento. Que mejor quedarse quieto y no hacer nuevas apuestas arriesgadas. No es el caso del doctor en ingeniería aeroespacial malagueño Álvaro Soria Salinas.
En 2019 logró el reconocimiento de Forbes, pero desde entonces no ha dejado de moverse. Una de las grandes apuestas actuales de este ingeniero de 28 años, originario del barrio de El Palo y antiguo alumno del colegio San Estanislao de Kostka, es usar microorganismos para convertir material lunar en oxígeno mediante la fermentación y así ganar combustible cara a un nuevo salto a Marte.
"Mi colega Jon Ochoa me comentaba que incluso se podría aplicar para hacer nuestro propio vino y nuestra propia cerveza ahí en la Luna. Es el mismo proceso", ríe Soria Salinas en conversación telefónica con EL ESPAÑOL de Málaga.
La idea de esa "cerveza" -medio paleña, medio extraterrestre- para volar hasta Marte la lanzó en junio de 2020 junto con su compañero Jon Ochoa, doctor en Microbiología, ante una convocatoria de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), y fue seleccionada.
"La producción de combustible en la Luna puede hacer más sostenible a nivel económico su futura explotación, que va a estallar esta década. Todas las agencias quieren usarla de punto intermedio para ir a Marte", explica Soria. Si ese alto en el camino incluye una recarga de combustible, como una parada en boxes de un Fórmula 1, será más fácil aguantar un viaje más largo y alcanzar el planeta rojo.
Es ahí donde entran sus pequeños organismos: "En la superficie de la Luna hay un sustrato, el regolito, con una serie de componentes que de por sí no son especialmente útiles. Hay mucho oxígeno, pero atrapado en compuestos. La idea sería capturar ese oxígeno para respirarlo o para quemarlo", explica, "nosotros proponemos utilizar un microorganismo que sea capaz de comer el regolito y producir el oxígeno que queremos".
Es decir, una suerte de levadura que ejerza una especie de fermentación como la de las bebidas alcohólicas, para lo cual -esto lo simplifica- "no necesitas grandes cantidades de energía", pero -esto lo complica- "tienes que conseguir que el microorganismo sobreviva en la Luna y que le guste el regolito". Por ello trabaja con la universidad alemana de Aquisgrán, la de Luxemburgo y la sueca de Luleå; para "forzar a los microorganismos hasta que evolucionen a lo que quieres, intentar hacer que se adopten evolutivamente a esas condiciones y esos alimentos".
A la ESA le gustó la idea, les dio la oportunidad de participar en uno de sus equipos de asesoramiento, y el proyecto avanza. Por ahora, dependientes de la financiación ("Hasta que no asentemos unos mínimos de fondos, no vamos a poder ir todo lo rápido que queramos", señala), pero con la esperanza puesta en el año 2029. En ese año se espera un vuelo espacial europeo a la Luna, en el que quieren que se incluya su propuesta biocientífica: su Moon Living Fermenters ("Fermentadores Vivos Lunares") o Moon LiFe ("Vida Lunar").
El infinito y más allá
La investigación de los microorganismos en la Luna es solo uno de los proyectos que tiene entre manos. El mismo año de la aparición en Forbes, Álvaro Soria acabó los trabajos de su tesis y cuando -a principios de 2020- fue a presentar un artículo de investigación a un congreso de Estados Unidos, conoció a su actual jefe y le convenció de pasarse al otro lado, la industria.
Es ese el verdadero empleo principal de este ingeniero, que trabaja desde entonces en la localidad alemana de Munich, en el mayor fabricante europeo de aviones y equipos aeroespaciales de Europa, Airbus. Concretamente, en el instrumento Sentinel-5 del programa Copernicus de la Comisión Europea.
"El programa Copernicus se encarga de observar la Tierra en diferentes formas para sacar datos útiles para controlar desastres naturales, recursos que cada país tiene, seguridad, contaminación...", explica Soria a este periódico. En paralelo, acabó el doctorado y defendió su tesis, tras un retraso de seis meses por la pandemia, en junio de 2020. Además, su universidad le fichó el mes pasado para dar apoyo como consultor.
"Y en 2022, es el lanzamiento de la misión ExoMars, en la que participé...", sigue enumerando el extraterrestre de El Palo.