El futuro de la alimentación puede estar en el agua verde de tu piscina cuando la descuidas. Al menos, así lo argumentan desde la startup malagueña Origin.Algae, especializada en el cultivo de la microalga espirulina, que la UNESCO definiera como alimento del milenio por su altísimo valor nutricional. ¿La propuesta de los andaluces? Un producto "producido localmente, súper exclusivo y premium" en forma de cubito de esa microalga que se puede disolver, por ejemplo, en el bol de cereales del desayuno. El sabor es suave, aseguran. "Lo complejo va a ser explicarlo a la gente", explica el máximo responsable de la empresa. Vamos a intentarlo.
"Hay más de 60.000 especies de microalgas y una de ellas es la espirulina, que lleva en el planeta millones de años. Fueron las encargadas de crear el oxígeno en la tierra. Los aztecas las consumían, no creamos que es algo que nos hemos inventado ahora ni es nada nuevo: lleva mucho más en la Tierra que nosotros", cuenta en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga el CEO de Origin, Manuel Díez de Oñate.
El punto fundamental está en el 70% de proteínas del que está compuesto la espirulina; lo que, sumado a los aminoácidos esenciales, el origen vegetal o la capacidad de absorber CO2, la convierte en "súper sana para el consumo humano". Es, a fin de cuentas, "el superalimento que se llevan los astronautas al espacio".
Con la apuesta clara por la espirulina, el cordobés Javier Luna, el torremolinense Eduardo de Arriaga y el propio Díez de Oñate, esteponero, fundaron Origin.Algae dentro de la inversora de talento Demium centrados en "facilitar a los agricultores a cultivar espirulina", una apuesta por ser un negocio que sirve a otros negocios, esto es, business to business (B2B).
Esa faceta la mantienen, pero la startup ha pivotado a centrarse en la venta directa al cliente, esto es, B2C; una nueva dirección que estrenan este mismo viernes bajo la marca TheGoodCubes. "Lo que más sentido tiene es focalizar en el producto final. No es nada fácil encontrarlo en el mercado con producción local y fresco. En Málaga, es imposible", argumenta el CEO de Origin.
Para ello, están creando su propia planta de producción en un terreno cerca del aeropuerto y la antigua fábrica de Coca-Cola que les cedió la Universidad de Málaga (UMA) -"Todo lo que hace la UMA respecto a emprendimiento es increíble, es un ecosistema fantástico", afirma Díez de Oñate- tras ganar, en julio del año pasado, el premio Diputación dentro de los galardones Spin-Off.
En septiembre se asentaron en el Instituto de Biotecnología de la UMA, a comienzos de este año pusieron en marchas las obras y, a mediados de marzo, solo les falta por completar la planta de cosechado. Así, esta startup, considerada por la prensa especializada una de las más prometedoras de España de tecnología agroalimentaria, tiene a sus tres fundadores trabajando a destajo en su propio invernadero.
"La vamos a vender fresca. Cuando piensa en la espirulina, la gente piensa en una pastilla o un polvo, en algas deshidratadas que llevan 2 años en almacén [tras importarse desde China, por ejemplo] y tiene mal olor o mal sabor, que incluso les produce vómitos. En nuestro caso, el sabor es mucho más suave, apenas hay olor, y contiene mucho mejor su fuerza nutricional. Hay una diferencia", argumenta Manuel Díez de Oñate, que señala que quizás ha faltado "inversión e investigación en el desarrollo del producto" de estas microalgas alimentarias para que este sector, que también está levantando expectación entre inversores globales, termine de desarrollarse.
Ellos, por lo pronto, ofrecen su espirulina fresca en packs de 30 cubitos y acompañada en su web de varias propuestas de recetas. "Te da para disolver un cubito en una ración de batido o yogur, por ejemplo, cada día durante un mes. Es una pequeña pasta, como mantequilla verde", define el CEO de Origin. El precio del pack no llega hasta los 30 euros por su oferta de lanzamiento hasta junio. Ahora, será el mercado el que decida si ya está preparado (o no) para añadir las microalgas a su dieta.