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Cada año se consumen cientos de miles de toneladas de antibióticos. Estos compuestos químicos son esenciales para la medicina moderna, pero mayoritariamente acaban en nuestras aguas residuales tras ser procesados y depuestos por los seres humanos. ¿Cuál es el resultado? El ecosistema natural es intoxicado, se pierde biodiversidad y se generan bacterias resistentes a esos antibióticos.

"Es un problema sanitario y ecológico emergente", afirma el estudiante de 4º de Biología de la Universidad de Málaga, Iván Toro, en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga. Este joven malagueño ha estado presentando en Dubái, capital de Emiratos Árabes Unidos, la solución que ha desarrollado junto a un equipo internacional para ese reto: unas proteínas de diseño que pueden degradar esos antibióticos en aguas residuales.

Su propuesta pasa por "implementar un reactor con esas enzimas para asegurar que estas aguas estén libres de antibióticos antes de ser liberadas al ecosistema". Los restos de esos compuestos serían capturados y 'reciclados' como subproductos químicos que pretenden vender a la industria: "Es economía circular", defiende Toro.

Iván Toro, presentando su proyecto en Dubái. Cedida

Esta iniciativa, llamada Envirovex, nace de la participación en la competición internacional de proyectos de biología sintética organizada por iGEM. Tras ser reconocido en ese evento hace dos años, Toro comenzó a involucrarse en esa comunidad global hasta formar parte de una iniciativa para crear distintos proyectos emprendedores.

"La idea era que hiciéramos equipos, así que nos juntamos gente de todas partes del mundo: India, Estados Unidos, Reino Unido...", relata el estudiante de la UMA. Él cree que ha tenido "suerte" con su grupo humano, formado por gente "muy trabajadora". Fue en ese contexto, uniendo talentos de distintos puntos del globo, cuando prendió la chispa de la idea. "Conoces otras culturas y otras formas de pensar que enriquecen mucho la elaboración de un proyecto", define.

El proyecto fue galardonado por iGEM en ese evento, lo que les permitió entrar en un programa de preaceleración de startups para tratar el proyecto y la idea más a fondo, además de participar en un programa de mentorías: "Empezamos a presentarnos a distintas competiciones para conseguir dinero y poder convertir este proyecto teórico en una realidad, hacer una prueba de concepto y arrancarlo", cuenta Iván Toro.

"Una de las compañeras del equipo presentó el proyecto en París y, de nuevo, fuimos seleccionados para presentarlo en Dubái. Más que una competición, en este caso era una exhibición en la Emirates Tower", comparte: "Se anunciaron los ganadores y lamentablemente no fuimos nosotros, pero la finalidad era poner en contacto los proyectos con posibles inversores o personas interesadas".

En ese sentido, han terminado la experiencia "bastante contentos" al haber logrado contactos "de muchas personas interesadas", incluida un prometedor interés de la delegación de municipios de Dubái: "Es una ciudad con mucho dinero en la que primero se crea y luego se regula. Ellos quieren invertir para que todas las innovaciones salgan de allí. Ahora tenemos que ver los siguientes pasos y estudiar qué impacto tendría", analiza Toro.

De vuelta a casa, Iván aún es estudiante de cuarto curso en el grado de Biología en la Universidad de Málaga. Destaca que uno de los mentores de su proyecto internacional es también de la UMA, el profesor Carlos Rodríguez Caso.

Al mismo tiempo que termina sus estudios y negocia el reciclaje de antibióticos en aguas residuales con Dubái, Toro también trabaja gracias a una beca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Español de Oceanografía.

Él lo resume de manera sencilla: "Soy una mente inquieta y necesito estar siempre ocupado haciendo proyectos. Yo creo que es vocación".