El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, anunció este martes que la Feria de Málaga se suspende debido al alza de la pandemia. Un año más no escucharemos el mítico “Ay, que te como, que te como” del Ratón Vacilón, ni veremos a ningún joven orgulloso por haberle conseguido a su novia, vestida de flamenca, esa serpiente gigante que resulta ser cada año el premio estrella de la caseta de tiro.
Tampoco disfrutaremos de los míticos conciertos de Andy y Lucas y Camela en el Auditorio ni volverá a sonar La Gozadera ni Despacito en ninguna caseta del Real Cortijo de Torres de fondo mientras nos comemos un gofre a las tantas de la mañana. No habrá Feria de Málaga este 2021, tal y como se esperaba.
Detrás de todos los momentos felices que todos guardamos en la memoria de la Feria de Agosto están los feriantes, que llevan prácticamente dos años sin actividad continua en el sector. “La noticia nos apena porque son muchas las familias que viven gracias a la Feria de Málaga. Muchas han estado comiendo gracias a los economatos”, cuenta Rafael Blázquez, presidente de la Asociación de Feriantes de Málaga.
"Muchos están perdiendo sus casas. Somos 8.000 familias en Andalucía las que vivimos de esto y la situación es insostenible. Estamos haciendo trámites para reunirnos con el equipo de Gobierno de Málaga y para que De la Torre nos de explicaciones ", detalla María José Acal, de la Asociación de Mujeres Feriantes Emprendedoras de Andalucía.
Las casetas de tiro
Antonio Cortés y Concepción Serrano son una pareja malagueña que tiene una caseta de tiro con dardos y escopetas, pero en Navidad venden belenes en el Paseo del Parque de la capital. Sin embargo, llevan desde 2019 sin trabajar porque les fue imposible montar por el precio de las tasas.
"Al Ayuntamiento le entra una cantidad de dinero inimaginable con la Feria de Málaga. No entiendo como no pueden apoyar a algo que le da tanto. Sin embargo, suben los presupuestos del alumbrado de Navidad, cosa que no entiendo, porque somos muchas las familias que lo están pasando mal", dice Davinia Cortés, hija de la pareja de feriantes.
A nivel económico, la suspensión de la feria por dos años consecutivos es un varapalo tremendo, pero Davinia reconoce que a nivel psicológico, en una casa feriante de toda la vida, es devastador ver cómo de un día para otro tu vida se desmorona por completo.
"Mis padres tienen unos sesenta años y con esa edad no puedes buscarte la vida en otro lado. Nadie te contrata. Le he intentado buscar trabajo de camionero, pero ha sido imposible. Mi madre, por su parte, cuando dio en toda España el boom de las mascarillas se puso a hacerlas, se ganó un dinerillo pero al final no es suficiente para vivir", reconoce Cortés.
Asimismo asegura que sin la ayuda de la familia, Cáritas y la Fundación Corinto, hubiera sido imposible salir hacia delante. "Cuando ven que eres feriante se generan estereotipos a la hora de contratarte. Yo he estudiado la carrera de Magisterio y a veces me dicen que no tengo pinta de feriante. ¿Cómo tiene que ser un feriante entonces?", explica.
Las atracciones
Manoli Castán es sevillana, pero su marido es malagueño y conoce de buena mano la ciudad. De hecho, ahora mismo se encuentran en Estepona, donde acaba de terminar la feria. "Creo que Paco de la Torre tiene un problema con nosotros. Me gustaría que nos diera explicación de por qué ha tomado esta decisión más allá de la Covid", cuenta Castán, que reconoce que la suspensión de la feria en la capital le ha sentado "como un cubo de agua fría".
Ellos tienen unas atracciones infantiles a modo de negocio familiar. Sus hijas, de 24 y 30 años, les solían ayudar en la taquilla, pero ante la situación epidemiológica no les quedó otra que recurrir a los invernaderos de tomates y a la recogida de arándanos. "Y así vamos sobreviviendo", apostilla la feriante.
Medidas de seguridad
Manuel Machado también tiene otra caseta de tiros. Entiende la suspensión de la feria por la pandemia pero cree que "no tiene lógica que les restrinjan el trabajo cuando se están montando otros parques y ferias en el resto de provincias andaluzas".
"Se ayuda a otros sectores y a nosotros no. Parece que infectemos nosotros la Covid. Los conciertos y los toros están funcionando y son actos multitudinarios. Si hay que mantener la distancia, vallar la atracción, caseta o negocio y tener el gel hidroalcohólico, nosotros lo hacemos. No solo porque el Gobierno nos obligue, sino porque se nos interesa que nos vea. No estamos infectados", explica Machado.
Asimismo recalca que en cuanto acabe el verano comienza su temporada nefasta hasta que llegue abril, cuando esperan que se celebre la feria de Sevilla 2022. "Deben darse cuenta que tenemos que trabajar como todos los gremios con continuidad", subraya.
La moda flamenca, ahogada
Si no hay ferias ni romerías, la moda flamenca está totalmente devastada. "No solo la Feria de Málaga, este año ha sido la feria de Sevilla, el Rocío... La mujer malagueña hace sus compras pensando en la primavera y cuando llega agosto utilizan ese vestido", explica Moisés Guerrero, de Viva la Feria.
Guerrero se muestra muy dolido con las circunstancias que está sufriendo el sector. "Somos pocos, a nadie le molesta que no vendamos un traje de flamenca desde hace 24 meses". Así, detalla que sus pérdidas están por encima del 83%.
"Somos un comercio que desde el inicio hasta el final de la temporada vendemos en torno a 900 vestidos. Este año puedo decir claramente que desde que comenzó 2021 yo no he vendido cuarenta trajes de flamenca ni tampoco los vendí en el 2020", confiesa.
Sin embargo, ve un poco de esperanza a través de los parques y ferias que se han montado en los diferentes pueblos de la provincia. "Nos han servido para vender algún traje de niña, porque a los padres siempre les hace ilusión tener el recuerdo de sus hijas vestidas de flamenca".
En este sentido, se siente un afortunado por tener una tienda online donde puede vender sus productos a nivel internacional. "Tenemos la sensación de que el flamenco se está reactivando y comienza a haber algunos bolos y espectáculos. Al final, estos artistas lo están pasando mal y están extremando gastos, pero si una bailaora tiene sus zapatos desgastados no tiene más remedio que renovarlos".