Hay golpes en la vida que sólo se arreglan con más golpes. Eso sí, deben darse dentro del ring o para defenderte de una seria agresión. Lo puede asegurar Adela Bravo, miembro de la Asociación Club Boxeo Málaga, donde nada más entrar por la puerta se mezcla el olor de sudor de los gimnasios con el sabor del compañerismo y la humanidad. Son una pequeña gran familia de valientes.
A esta vecina de Rincón de la Victoria la intentaron violar en su coche tres semanas después de ingresar en el club. "Mi zurda me libró. Le di, lo pude echar y salí corriendo", relata. El agresor era su pareja en aquel momento. Ahora tiene una orden de alejamiento. Adela ya había sufrido en sus propias carnes la violencia machista: su exmarido le pegaba. A sus tres niños menores también.
Los cuatro estuvieron en un centro de mujeres maltratadas durante dos meses. "La boca me la dejó destrozada. No veía más camino que me pegara", reconoce. La joven malagueña no tenía ganas de trabajar, estaba depresiva y no salía de casa por miedo a cruzarse con su agresor. Hasta que la Asociación Club Boxeo Málaga y su presidente, el entrenador Daniel Ríos, se cruzaron en su camino hace dos años.
"Con Ríos me di cuenta de que tienes que poner freno y de que te vales por ti misma", destaca. Su ingreso en la asociación le ha cambiado la vida "360 grados". Bravo ha aprendido nociones básicas de defensa personal para escapar de futuros agresores, pero "no para destrozar a nadie", aclara. El noble arte del pugilismo le ha dado seguridad en sí misma y le ha enseñado lo que es la disciplina.
Se siente una persona nueva. "El boxeo me ha ayudado a afrontar mis malos tratos y a defenderme de otros que iban a ser peores. Ahora sí me enfrento a la vida, pero de una manera distinta", asegura. La historia de Adela es uno de las valiosos relatos de superación que una encuentra al visitar la sede de la asociación, en la barriada de Cortijo Alto.
La entidad sin ánimo de lucro enseña a mujeres maltratadas, migrantes sin recursos, jóvenes en riesgo de exclusión y personas con discapacidad a encajar golpes dentro y fuera del cuadrilátero en un humilde gimnasio. Al entrar, dicen todos, olvidan sus problemas.
De Tetuán a España
Esto mismo le ocurre a Ilyass Makhlouf, un joven de Tetuán que llegó a España siendo menor. Una asociación le puso en contacto con el club hace tres meses. El chaval compatibiliza sus estudios con el deporte. "He dejado de fumar por el entrenamiento. El boxeo me aparta del mal camino. Te juntas con gente deportista, buena y más tolerante. Educas tu físico y tu mente", recalca.
-¿De qué te olvidas cuando estás en el ring?
-Me olvido de muchas cosas que duelen con el tiempo. Cosas que quieres olvidar. He pasado malos momentos. He estado en la calle y he sufrido ansiedad. El deporte es la mejor manera. El boxeo te limpia todo, te deja muy tranquilo.
Todos hablan del buen ambiente del club porque se motivan entre todos, no como en otros donde la gente va más a su bola. Son una pequeña gran familia. El presidente de la asociación tiene mucho que ver en esto. "Este es un club, una asociación, en la que no existen las fronteras. Todos somos iguales. Las personas se integran bien a través del deporte vengan de donde vengan", asegura.
Ríos se enfundó los guantes por primera vez a los 16 años en una bocacalle de Eugenio Gross, en la célebre Peña El Sombrero. "Estaba siempre metido en muchos problemas. Un boxeador de los antiguos de Portada Alta me llevó a la peña", hace memoria. Desde entonces, el malagueño ha ayudo a cientos de personas con este deporte y ha entrenado a campeones andaluces.
"Me ha ayudado a salir de los problemas y a formarme como persona. Me vienen chavales con problemas. Hablamos el mismo idioma. No quiero que pasen por lo que yo he pasado. Trato de ayudarlos. Muchos encuentran trabajo y vuelven a estudiar. La calle no trae nada bueno", advierte este vecino del barrio de Portada Alta con 20 años de experiencia en el oficio pugilístico.
Beneficios del boxeo
Para Ríos, este noble arte es sinónimo de "sacrificio, dedicación, constancia y mucho respeto y educación". "Aquí todos te hablan con respeto, que eso ya se está perdiendo hoy en día. Te inculca unos valores, te da mucha seguridad y te sube el autoestima. El estado físico mejora bastante. Te da mucho autocontrol", garantiza.
El luchador sigue sin entender los prejuicios contrs este deporte olímpico. "Siempre nos han tenido excluidos. Cuando terminas el asalto y toca la campana te abrazas a tu contrincante. Veo el fútbol más violento que el boxeo. Nos tienen como la versión de las películas americanas. Es totalmente lo contrario: aquí se ayuda a muchas personas", insiste.
La Asociación Club Boxeo Málaga ha lanzado una campaña de micromeceznago para continuar con su necesaria labor social en el barrio. Los interesados pueden consultar su web para colaborar. El dinero recaudado se destinará a mantener sus instalaciones: el alquiler de todo el año y el mantenimiento tanto de instalaciones como del material necesario para la práctica del deporte.
"Nuestra financiación actual viene únicamente de la cuota de los socios, y la pandemia mundial no ha impedido que sigamos ayudando a quienes lo necesiten", se lee en la web. En el último año, el presidente ha arreglado el gimnasio con sus propias manos junto a otros compañeros. "Hacía la fontanería de los baños, paraba y me ponía a dar clase", rememora entre risas.
Unas cien personas van al club durante la semana repartidas en turnos para evitar contagios. Una de ellas es Pablo Valverde, joven de Carlinda al que el boxeo le ha supuesto un cambio de vida radical. "No estudiaba apenas, estaba en la calle y no trabajaba. Ahora he retomado los estudios", cuenta. Además, Ríos le ha dado trabajo como entrenador. Un milagro, el de los puños y este club, que cada día toma forma de tabla de salvación para muchos en un humilde gimnasio de Portada Alta.