Málaga

Málaga, 1917. Un jovencísimo José Hinojosa Ruiz viene a Málaga en busca de un porvenir. Llega a la ciudad desde Alhama de Granada, de donde es natural, para ser aprendiz en una zapatería. Quién le iba a decir que acabaría regentándola tres años después y que su comercio se convirtiría en una de las señas de identidad del centro. A Calzados Hinojosa viene la gente a comprarse las mejores alpargatas de la provincia.

Los actuales dueños, los hermanos Javier y Alberto Hinojosa, tenía intención de celebrar el centenario del comercio con algún acto justo cuando la pandemia tocó a nuestra puerta. "Coincidía con el santo de mi madre, el 14 de marzo, y el de mi padre, el 19 de marzo. Ellos son los fundadores. Se fastidió todo. Ya no creo que hagamos nada", reconoce Javier a EL ESPAÑOL de Málaga en su tienda de calle San Juan.

La efémeride de los cien años al menos les impulsó a abrir una página web donde venden online y también lanzaron unas camisetas conmemorativas. Rodeados de alpagartas de mil colores y zapatillas, los dueños reconocen que lo han pasado mal, "como todo el mundo", pero han tirado para adelante. "En verano del año pasado pasado sacamos la cabeza. Este año lo mismo, despacito", cuenta. 

La familia Hinojosa frente al mostrador. I. V.

La familia Hinojosa, en una foto. C. H.

 

Carros y carretas

El comercio inaugurado como Calzados Hijonosa en 1920 pasó de ser una fábrica de chocolate a vender alpargatas (su producto estrella a día de hoy), sacos, hilos y petróleo. "Mi padre pasó la Guerra Civil; yo tenía 12 años cuando la crisis del petróleo del 1973; la crisis posterior al 92, al año de los grandes fastos; y luego la del Covid. Nos nos han tumbado. Somos invencibles", relata entusiasmado el comerciante de 62 años.

Tampoco las franquicias al estilo Marypaz han podido con ellos. Javier declarea humilde no saber la razón de haber aguantado una guerra, tres crisis económicas y una pandemia. "Supongo que llevamos mucho tiempo en esto, la gente nos conoce. Muchos nos dicen: "Tenemos que apoyaros para que sigáis aquí", declara. El secreto está, dice, en "tener lo que el público demanda". Esto es un gran abanico de alpargatas y zapatillas con precios para todos los bolsillos.

Las que más se venden son las alpargatas con suela de yute de todo tipo: desde las más baratas a las más caras; y las cómodas zapatillas para hombre. También triunfan las celebradas alpargatas de cintas atadas a la pierna y desde hace unos años tienen algunas más adornadas. Sin olvidar las calentitas zapatillas para el hogar en invierno. "Lanzar algo nuevo sería una tontería. Sería meternos en algo que no dominamos", responden cuando se les pregunta por novedades.

Uno de los productos estrella de Calzados Hinojosa: la alpargata de cintas. I. V.

Respecto a la tendencia de comprar en internet, acrecentada por la pandemia, Javier defiende que hay gente que prefiere venir a probarse el calzado. "El que lo compra online corre el riesgo. Salvo que te lo cambien 20 veces. A mí no me gusta comprar así. Cada uno es libre. El internet es muy frío. Hay gente para todos los gustos", se sincera el dueño del comercio señero al que la gente acude y se deja aconsejar por ellos.

Una llamada de Holanda

Su público es muy variado: desde turistas a jóvenes en busca de la alpargata cuando está de moda. Incluso hay gente interesada en comprarles desde fuera de España. "Nos llaman por teléfono para que le envíemos cosas después de haber estado aquí y haber comprado. Una señora de Holanda, que con la Covid no podía venir, nos pidió unas alpargatas de cintas. Ya le llegaron", recalca muy contento.

Entre su público pendiente está la juventud. "La gente muy joven es lo que menos viene. Salvo cuando las alpagartas se ponen de moda. Este verano se llevan más la de espiga, de caballero", señala al modelo mientras su sobrino, que este verano echa un mano en el comercio como ocurre en Navidades, despacha unas alpargatas.

Calzados Hinojosa se encuentra en calle San Juan. I. V.

En mitad de la conversación, Javier hace memoria y cuenta la historia de su padre: "Cuando el dueño ya estaba mayor le ofreció a mi padre que lo comprara. Sólo tenía una hija y nadie de su familia quería seguir. En esa época las hijas pro desgracia no pintaban. Se embarcó junto con otro socio. El dueño le dio todas las facilidades".

Con 14 o 15 años, Javier venía a echar una mano con su hermano a la tienda. En 1984 se quedaron al cargo del negocio. Tres años después, su padre falleció. Estuvo acudiendo y cuidando del comercio que con tanto cariño levantó hasta sus últimos días (salvo los últimos seis meses de vida). "Él decía que este era su modus vivendi", asegura su hijo.

Inmediatamente, los dos hermanos se volcaron en Calzados Hinojosa y hasta hoy. "Es la obra de mi padre; hay que seguir", recuerda Javier. En 2005, los dos hermanos hicieron una inversión: compraron el local. "Eso ha sido lo que nos ha permitido seguir, la verdad, porque no estamos expuestos a que de pronto nos suban el alquiler de 2.000 a 8.000 euros", pone como ejemplo.

La caja registradora de 1904. I. V.

Una imagen del comercio con el anterior dueño. C. H.

Aquella caja registradora de 1904 y el mostrador que luce en la foto antigua siguen allí, congelados en el tiempo, mientras los dos hermanos venden alpargatas y zapatillas a destajo cada día. Calzados Hinojosa se ha convertido por derecho propio en una seña de identidad del centro de Málaga, que ha cambiado muchísimo en las últimas décadas. "¡Resistimos!", se despiden. ¡Por otros 100 años más!