Cortijo de Torres es, por antonomasia, el espacio en el que la Feria de Málaga se hace noche. No este año, ni el pasado, en los que los festejos han sido suspendidos debido al impacto de la Covid. Pero sí en los más de veinte años que transcurren ya desde que el Ayuntamiento expropiara buena parte de los terrenos, localizados al oeste de la ciudad, con el único fin de que sirviese de asentamiento para las casetas de la feria nocturna.
Pero con el paso de las ediciones y la explosión de la capital de la Costa del Sol como foco de interés para firmas nacionales e internacionales dispuestas a asentarse en ella, el futuro de Cortijo de Torres se abre a debate.
¿Tiene sentido tener inhábil esta gran superficie durante la mayor parte del año? Este es el interrogante alrededor del cual gira la propuesta de intervención en la que ahora se trabaja. El primer hito tuvo lugar a finales de abril, cuando fue presentado un primer esbozo de la metamorfosis que la ciudad parece demandar.
El mensaje, de inicio, cuenta con el aval de los expertos en la materia, que claman por la necesidad de que la urbe se dote de edificios de oficinas con los que satisfacer la creciente demanda de empresas. La operación de Cortijo de Torres, en cualquier caso, se fía a un medio y largo plazo que excede con mucho las peticiones actuales.
Un condicionante que no impide que el equipo de gobierno, integrado por el Partido Popular y Ciudadanos, siga trabajando en ella. El siguiente movimiento en el tablero, según ha reconocido el concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, pasa por encargar tras el verano a una asesoría externa la elaboración de un estudio que mida la viabilidad de la actuación. Eso permitirá ajustar los parámetros de la misma y sondear la disposición empresarial a participar.
Los números que rodean esta intervención la convierten en una de las más importantes de la capital en las últimas décadas. Se da la mano en el escenario temporal con la apuesta municipal por transformar el eje litoral y la movilidad en la ciudad, tasada en algo más de 400 millones (IVA incluida).
Algo menor es el presupuesto que, de partida, se cree necesario para ejecutar el radical cambio de modelo sobre el tradicional emplazamiento ferial. En concreto, los avances del estudio de arquitectura contratado estimaron la inversión en 232 millones de euros. Una suma con la que actuar sobre una zona de 141.660 metros cuadrados.
Sobre los mismos, se levantará un techo edificable máximo, compuesto de 91.893 metros para oficinas (3,5 veces lo que actualmente se proyecta en Muelle Heredia del puerto), así como de 2.700 metros serían para comercial. Hay otros 42.000 metros cuadrados de suelo previsto con uso ferial/industrial.
El estudio propone convertir las actuales casetas de uso temporal en edificaciones concebidas como contenedores suficientemente versátiles para recibir nuevos usos polivalentes. Y ello para generar un nuevo paisaje permanente y la creación de una infraestructura que consolide al actual recinto ferial.
El Ayuntamiento aprovecha la idea para recuperar la vieja aspiración de ampliar el Palacio de Ferias, con una superficie de 38.000 metros cuadrados. Otro de los usos más potentes previstos es de aparcamiento soterrado, con una superficie de casi 83.500 metros. La reserva podría rondar las 2.800 plazas.
Pero el camino que debe recorrer el Ayuntamiento antes de poner una primera piedra, se antoja largo en el tiempo. De hecho, la actual consideración de los terrenos obligará a tramitar una modificación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), lo que puede requerir varios años de tramitación e informes.
La propuesta de ordenación fija la intervención más directa sobre la calle José Blázquez, que pasaría a convertirse en un eje en el que concentrar actividades diversas y complementarias. Se proyecta un nuevo frente edificado de manzanas que se emplazan sobre el límite oeste de la actual parcela de aparcamientos en superficie del Palacio de Ferias y en continuidad con la parcela destinada al hotel que prevé el Plan General.
El programa propuesto conecta unos usos a nivel de la calle relacionados o bien con los habituales del Palacio de Ferias o con otros usos. Para dar forma a estos desarrollos, los urbanistas optan por dos modelos: el primero, denominado Zócalo Manzana Feria, hace referencia a las parcelas del actual recinto ferial en las que plantean usos feriales, deportivos, culturales, de carácter temporal que también permitan su ocupación durante los festejos. Para el mismo se dibujan bloques de planta baja, con una altura de 10 metros.
El segundo modelo, que afecta a las manzanas sobre el actual aparcamiento del palacio, bautizado como Zócalo Manzana Palacio, "debe prever la integración de una futura ampliación de este equipamiento con usos comerciales que enriquezcan y complementen el entorno a nivel de calle".
La altura máxima planteada es de 12 metros en una planta para la zona donde se establece la ampliación del palacio, mientras que será de tres para el lateral del nuevo eje, con uso comercial y de oficinas.
Será en la parte superior de las dos manzanas donde se dé cabida en altura al uso principal de oficinas. La previsión es que la cota máxima de estos desarrollos sea de seis, siete y ocho plantas, respetando los límites marcados por las nuevas servidumbres del aeropuerto de la Costa del Sol.