La apariencia es la de una simple administración de lotería; la de una especie de quiosco modernizado y adaptado a las necesidades del negocio. Pero la superficie no hace justicia a todo cuanto encierra este pequeño local instalado al inicio mismo de la calle Carretería, en la frontera de la almendra del casco antiguo de Málaga.
Loterías 4 Málaga, Tribuna de los Pobres, que es la referencia formal recogida por Loterías del Estado, es mucho más. La suya es parte de la historia misma de un rincón con protagonismo propio en la memoria de la ciudad, que vincula su existencia a las más sentidas tradiciones de la urbe, con la Semana Santa como fiel exponente.
Y es, desde hace 53 años, el epicentro de la vida de una familia ligada en las últimas tres generaciones a la venta de lotería. Este es el tiempo transcurrido desde que Francisca Sánchez recibió la licencia de Lotería, en una especie de compensación por la muerte de su marido.
"La titularidad llegó a mi casa por el fallecimiento de mi abuelo, su mujer era viuda de guerra", relata ahora Patricia Carrillo, nieta de Francisca y actual responsable de la administración.
A ella le tocó la desgracia de tomar el relevo de su padre, Aurelio, tras su fallecimiento en 2015. Desde ese momento, ha sido el rostro de una administración tradicional del Centro, punto de referencia para cientos de vecinos del entorno, que en su caminar por Carretería hacían parada en este punto. "Hace poco algunos de los clientes nos decían que habían visto a Patricia en el carrito cuando era niña", recuerda Agustín, marido de Patricia.
Transcurrido algo más de medio siglo, el quiosco de lotería de la Tribuna de los Pobres cuenta los días para desaparecer de su emplazamiento original. El negocio se muda a un local próximo, situado en la calle Cisneros. Pero no por decisión de sus titulares, sino por obligación.
Es víctima colateral de la obra que va a transformar y a mejorar las actuales condiciones de Carretería. El plan de intervención diseñado por los técnicos de la Gerencia de Urbanismo incluye el encuentro de la calle con la escalinata de la tribuna como uno de los escenarios clave de la operación.
Pese a las circunstancias a las que se enfrenta, no tiene palabras negativas contra el proyecto que ahora se afronta. Pero sí contra la falta de información municipal. "Creo que, como poco, no se ha sido demasiado claro; es un palo el que me ha dado el Ayuntamiento", expresa.
Según cuenta, fue el pasado abril cuando recibió el escrito municipal informando de la necesidad de trasladar el quiosco para acometer los trabajos de reurbanización. "Se me ha engañado administrativamente porque en las reuniones con los diferentes técnicos siempre se me dijo que no me preocupase", rememora. Durante años manejó la idea de que iba a poder capear la situación. Así lo creyó o así se lo hicieron creer.
En su caso, a diferencia de lo que hubiese podido ocurrir con otro tipo de negocio, la posibilidad de afrontar una mudanza temporal no se prevé. Las condiciones legales impuestas por Loterías del Estado cierran esta puerta, lo que deja a Patricia sin margen. La única opción pasa por la marcha.
Lo que sí se lleva es el nombre. "Por lo menos eso; la esencia de la administración es la misma, en todo caso vamos a mejorar en comodidad, por eso de no tener a los clientes en la calle", se consuela.
Ni Patricia ni Agustín quieren hablar de euros. Pero confirman el importante esfuerzo económico que vienen haciendo desde hace años. Al poco de asumir la titularidad tuvieron que cambiar el quiosco casi por completo. "Con ese dinero podríamos haber comprado un coche de gama muy alta", dice Agustín.
Un montante que ahora se incrementa con el arrendamiento y adaptación del nuevo local. "Con eso nos podríamos haber comprado un piso; calculo que no nos recuperaremos de la inversión realizada hasta dentro de diez años", añade Patricia.
Confiesa que en estas semanas en las que se ha ido preparando para el adiós definitivo, ha soltado alguna lágrima. "Hemos participado de la vida de la ciudad casi 55 años", se reafirma, constatando el cariño que le expresan los clientes en estas jornadas.
"Formamos parte de ese entorno; eso es lo que más me ha destacado la gente en la ventanilla; igual que el Zaragozano (en referencia a la sede del banco que había en la entrada de la calle Larios), es la Tribuna de los Pobres y el quiosco de la lotería", dice.
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