El futuro del edificio de Correos en Málaga se cuece a fuego lento. La propiedad del inmueble, el magnate israelí Haim Tsuff, no parece tener prisa alguna en activar la recuperación de un inmueble que acumula más de una década en desuso. Es el tiempo transcurrido desde que el organismo público cerró las puertas de la que era su principal sede en la provincia.
Eso ocurrió a mediados de 2010, cuando se inició un periplo para el que aún no se atisba un fin. En este intervalo de tiempo, la construcción, icono visual de la urbe, asentada en la antesala misma del Centro Histórico, ha pasado por tres dueños.
El primero, el Gobierno central, titular de sus 17.000 metros cuadrados desde el momento en que fue levantado, en 1980. Durante treinta años lo utilizó como instalación pública, hasta que llegó el momento de intervenir sobre el mismo.
Los problemas de conservación detectados obligaron a la Administración estatal a activar un proyecto de rehabilitación que llegó a ser licitado por unos 10 millones de euros. Pero nunca se ejecutó.
Lejos de continuar con su mantenimiento, el Gobierno, en aquel entonces con José Luis Rodríguez Zapatero al frente, optó por incluirlo como parte del pago a la Junta de Andalucía de la conocida como deuda histórica con la región. Le puso un precio elevado: 30 millones de euros.
El traspaso de la propiedad quedó formalizado en marzo de 2010. En aquellos primeros días, la Administración regional manejó incluso la posibilidad de ocuparlo, como sede institucional. Pero tampoco cerró la puerta a su venta. Precisamente, lo que acabó ocurriendo casi diez años después.
La Junta, ya con el cogobierno del Partido Popular y Ciudadanos al frente, activó la subasta de este edificio a finales de 2019. La operación fue exitosa. Un magnate israelí, a través de la sociedad Nitsba Spain, lo compró por 23,5 millones de euros. Lo que inicialmente pidió la Administración regional eran 16,8 millones.
La aparición de un nuevo dueño abrió las puertas a la recuperación del inmueble. Sin embargo, la realidad es que más de año y medio después de que se concretase el cambio de manos, el antiguo Correos no es noticia por sus nuevos usos. En las últimas semanas lo es por la pancarta colgada por Frente Obrero, denunciando al ministro de Consumo, Alberto Garzón, y por la aparición de okupas en parte del recinto.
¿Cuál es el escenario futuro del edificio? Representantes de la propiedad mantienen desde hace meses conversaciones con la Gerencia de Urbanismo para perfilar justamente la hoja de ruta a seguir.
Los contactos no son con Haim Tsuff, sino con un interlocutor que cuenta con un documento que lo acredita como tal. No obstante, en este tiempo se han analizado numerosas opciones, que han pasado desde la creación de una residencia hasta la apuesta por un establecimiento hotelero.
Bien es cierto que la calificación urbanística que pesa sobre Correos eleva la complejidad de la operación. La misma, es de equipamiento, lo que permite su destino como residencia de mayores, residencia de estudiantes, hospital privado… Pero obliga a ajustes de cierta consideración en el supuesto último de optar por un hotel, por ejemplo, o por el uso comercial.
Los últimos acercamientos parecen apuntar el deseo del dueño de convertir Correos en un hotel de alto nivel. Un propósito que vendría a coincidir con los deseos mostrados abiertamente meses atrás por el alcalde, Francisco de la Torre.
Sin embargo, el concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, dice no tener conocimiento de que se haya presentado formalmente una propuesta para ir adelante con los ajustes necesarios.
Dado que la transformación del edificio en hotel implicaría la pérdida de 17.000 metros de equipamiento, el promotor debe compensar a la ciudad con parcelas o edificios por una superficie semejante o algo inferior. Una maniobra que, se antoja, de elevado coste económico.