La imagen que trasciende a nivel nacional de Palma-Palmilla es casi la de un barrio sin ley, en la que el conflicto está a la orden del día. Los datos estadísticos confirman que es una de las zonas de la capital de la Costa del Sol con menores ingresos per cápita y con un porcentaje más elevado de paro. Variables que ayudan a componer el estigma que pesa sobre sus vecinos desde hace décadas.
Una parte que compone la realidad de distritos que se levantan a pocos kilómetros de la zona noble de la ciudad, de su calle Larios y de sus recorridos turísticos. Pese a este halo sombrío, son mayoría los que tratan de salir adelante en Palma-Palmilla, y son muchas las iniciativas que desde lo público y lo privado, de la mano de las ONGs, tratan de levantar este velo de negatividad.
Un ejemplo claro de este propósito viene de la mano del Ayuntamiento de la capital, que desde hace años trabaja en la expropiación y recuperación para uso ciudadano de uno de los edificios que peor imagen da al distrito.
Hablar de Cabriel, 27 es hablar de un edificio abocado a la ruina y al abandono desde hace décadas; símbolo de la dejadez vecinal y del olvido de las Administraciones públicas, que, como en tantas otras ocasiones, incumplieron las muchas promesas realizadas.
Ahora se abre una nueva oportunidad para transformar sus trece plantas, sobre las que pesa una pátina de adversidad, y dotarla de una piel colorida, señal del proceso de regeneración que se quiere ejecutar.
Tras quedar desalojado a mediados de 2018, como consecuencia de los importantes daños que presentaba (fue foco de varios incendios), permanece tapiado y con la vigilancia necesaria para evitar la entrada en el mismo. Ese acontecimiento se convirtió en la oportunidad para abrir el camino por el que ahora se deambula.
La estrategia diseñada es fruto del trabajo del Instituto Municipal de la Vivienda (IMV), de la Gerencia de Urbanismo, de la Universidad de Málaga, de la Escuela de Arquitectura y de colectivos locales. El último movimiento, clave, es el que acaba de culminar Urbanismo con la aprobación del proceso de expropiación de los últimos pisos del bloque.
El responsable de Vivienda, Francisco Pomares, confirma que con los expedientes aprobados en el Consejo de Urbanismo de la pasada semana se da por cerrado este capítulo. Ahora corresponde a los vecinos demostrar la titularidad de los inmuebles, con el objeto de percibir las cantidades, una tarea que se antoja compleja. Por el momento han sido sólo dos los dueños que han avanzado en este camino.
La propuesta que ya tiene forma busca hacer de Cabriel, 27, un edificio "híbrido", capaz de contener usos sociales, culturales e incluso residenciales. Como bien señala Pomares, la intervención tiene un grado de simbolismo evidente para romper con el pasado de un inmueble que marca a fuego la imagen del barrio.
Los costes estimados se fijan en unos 6 millones de euros. Un dinero que el Ayuntamiento espera obtener del plan de fondos europeos Next Generation. No de manera directa, pero sí a través de la convocatoria de ayudas que previsiblemente la Junta de Andalucía activará en los primeros meses del año que viene. El objetivo del IMV es solicitar dinero para cubrir hasta el 80% del coste.
¿Pero qué es lo que se quiere hacer en Cabriel, 27? De materializarse lo pensado, las plantas superiores del bloque acogerán unas 40 viviendas de uso temporal destinadas a mayores y jóvenes. El resto del inmueble será espacio para cooperativas de cuidado de menores, un taller de español y de asesoría jurídica para inmigrantes, formación de empleo.
Usos a los que sumar centro de asistencia y formación en salud, con espacios para taller de cuidadores de personas dependientes, de habilidades sociales, de actividades preventivas, de promoción de salud materno-infantil, apoyo al drogodependiente y sus familias...
Otra de las líneas de acción es la de la cultura, con centro cívico, taller de danza, centro juvenil con un punto de información, centro de grabaciones musicales, centro de dinamización del deporte, sala de tecnología y audiovisuales, centro de emprendedores, escuela de padres y madres, centro de recursos extraescolares para menores de edad, aula de expulsados para menores de edad y universidad popular para adultos. Y se propone uso productivo empresarial en planta baja, vinculado al centro de emprendimiento.
Como recuerda el concejal de Vivienda, la imagen del edificio "es dañina para el resto de los vecinos que sí colaboraron en la rehabilitación de sus bloques". "Si hasta ese momento ha sido símbolo de lo que no queríamos en Palma-Palmilla, debe ser una especie de faro que ilumine el cambio que se viene produciendo en los últimos años", destaca.