A simple vista, barrios como La Luz, La Paz, El Sixto o La Trinidad, por ejemplo, son de todo menos referencias turísticas de Málaga capital. Pese a ello, como si fuese una mancha de aceite que se extiende sin descanso, el fenómeno de la vivienda turística ha llegado a esos puntos de la geografía urbana hasta el punto de convertirse en uno de los principales motivos de conflicto en muchas comunidades de propietarios.
"Estamos hablando en muchos casos de edificios antiguos, sin ascensor, que carecen de un aislamiento acústico adecuado, con personas mayores residiendo, y en los que pasan a entrar y salir a altas horas de la madrugada las personas que alquilan esos pisos", expone Manuel Jiménez, el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Málaga.
Ingredientes que metidos en una coctelera hacen que, como señalan desde el ente, sean estas zonas alejadas del Centro histórico las que presentan más problemas en la siempre difícil coexistencia de alojamientos turísticos y viviendas tradicionales. "Uno no se imagina que en un edificio de Las Delicias, por ejemplo, donde hay una veintena de propietarios, hay cuatro viviendas turísticas, pero las hay; es ahí donde más problemas se detectan", apunta Jiménez.
¿Hay alguna otra explicación para esto? El apunte que hace el presidente de los administradores de fincas viene a coincidir con el que traslada el presidente de la Asociación de Viviendas Turísticas de Andalucía Carlos Pérez Lanzac. "Hay que tener en cuenta que son zonas más periféricas, de menos interés turístico y eso hace que el precio sea más bajo. Como consecuencia, el perfil del turista que llega a esas viviendas es de peor calidad y eso hace que haya más posibilidades de problemas", remarca.
Las estadísticas oficiales del registro de la Junta de Andalucía confirman a la provincia de Málaga como el territorio andaluz con mayor oferta de viviendas turísticas. Más de 45.000 pisos de estas características, casi el 56% de las de toda la región. Y de ellas, casi 7.000 están asentadas en la capital de la Costa del Sol.
A pesar de que el fenómeno saltó hace tiempo las fronteras de la almendra, los números que pueden asignarse a esa especie de periferia de Carretera de Cádiz, Martiricos o Ciudad Jardín están muy alejados del epicentro de Carretería, la Plaza de la Merced o Lagunillas.
Acuerdo de colaboración
Con el objetivo de minimizar los problemas que las viviendas turísticas generan en muchas comunidades de propietarios, el Colegio de Administradores de Fincas firmó en agosto del año pasado un código de buenas prácticas con la Asociación de Viviendas Turísticas de Andalucía (AVVA), consistente en un código de buenas prácticas.
"Es un paso importante que permitirá velar por el mantenimiento de un buen ambiente en las comunidades de propietarios y que las viviendas turísticas puedan desarrollarse en las comunidades con mayores garantías para todos los vecinos", señala Jiménez.
La valoración es igualmente positiva por parte de la AVVA, desde la que señalan que en el caso de Málaga capital los datos disponibles indican que "el volumen de incidencias en vivienda turísticas respecto al total de pernoctaciones es menor al 0,05%". Asimismo, Pérez Lanzac pone de relieve la importancia de que estos alojamientos sean gestionados por empresas profesionales, lo que facilita la ausencia de conflictos.
Una de las particularidades del código es que los gestores de esas viviendas turísticas se comprometen a entregar a los huéspedes de la vivienda turística toda información pertinente sobre las normas de la comunidad de propietarios, a llevar un registro de huéspedes y a comunicarlo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. A este se sumaba la decisión de facilitar al presidente, al administrador y a los vecinos que lo soliciten el teléfono de contacto del propietario o gestor de la vivienda turística.
Veto a las viviendas turísticas
Con esta vía de colaboración se pretende reducir la fricción real que se produce en muchas comunidades de propietarios. Tanto es así que muchas de ellas han activado el mecanismo legal que les autoriza para limitar la presencia de estos pisos. Para ello, tres quintas partes de los vecinos deben votar en este sentido.
Jiménez reconoce que no hay datos concretos de las comunidades que han avanzado en esta línea, pero sí apunta que se trata de una acción a la que se sumaron muchos antes de la pandemia y que, presumiblemente, irá a más este verano con la recuperación de la oferta.
La adopción de un acuerdo de estas características por parte de los propietarios de un bloque no tiene carácter retroactivo. Es decir, no se puede impedir que una vivienda turística que venía funcionando como tal antes del acuerdo deje de hacerlo. Sin embargo, la norma sí habilita a que se le aplique un incremento del 20% en la cuota de la comunidad, buscando con ello una especie de compensación por un mayor uso de los servicios del edificio.
"Mi despacho, por ejemplo, tiene unas cinco o seis comunidades que ya han aprobado la limitación de viviendas turísticas", explica Jiménez, quien confirma que en la mayoría de inmuebles donde se han detectado problemas y quejas se han dado validez a este tipo de acuerdos.