Eran las 16.30 horas del 7 de agosto de 2020. Un malagueño de 82 años salía de su portal de la barriada de La Paz de Málaga, tal y como captaron las cámaras del edificio y, desde entonces, nada más se sabe de él. Su nombre es Jesús Gutiérrez Galeote y su desaparición conmocionó al distrito Carretera de Cádiz.
Este domingo se cumplen dos años de su desaparición. Al mediodía, su nieta y su hija le llevaron la comida a casa como habitualmente. Según sus familiares, Jesús tenía la cabeza muy bien y era muy activo y autónomo. A sus 82 años, no era raro verle tomando el café en el bar o comprando lotería en la administración. En verano solía salir solo por las mañanas, huyendo de las horas centrales del día.
La hija y la nieta de Jesús salieron de la casa después de comer. Su hija volvió sobre las cinco y media y ya no había rastro de su padre. En un momento pensó que habría salido a comprar algo, pero el hombre no aparecía. Pasaban las horas y la puerta no se abría, así que no dudaron en acudir a Comisaría a denunciar la desaparición.
Gutiérrez tenía que tomar medicación, algo que les preocupaba bastante. Su nieta Alba confiesa a este periódico que no entiende "por qué hay que esperar 24 horas si le digo a la Policía que es una persona mayor con su medicación pertinente".
En un principio se realizaron batidas, pero con el tiempo, Alba reconoce que "todo el mundo se olvida de las personas desaparecidas" y denuncia "abandono por parte de las instituciones".
"Sigo empeñada en que mi abuelo está en la Desembocadura del Guadalhorce. Se le buscó allí, pero creo que no lo suficiente en las zonas frondosas", confiesa Alba, quien entiende aquella zona como la más fácil y cercana para perderse.
"Viviendo en una zona como Carretera de Cádiz, donde vive tanta gente, si hubiese ido a otro lado alguien hubiera acabado viéndole desorientado y ayudándole", dice. Más allá de las imágenes procedentes de la cámara del portal, no tienen ninguna pista más. "Sabemos lo mismo que aquel 7 de agosto", expresa, con resignación.
Según Alba, la Policía analizó las imágenes de autobuses y metro con resultado fallido. Tampoco obtuvieron nada en las cámaras de las tiendas (por protección de datos no graban los rostros). Mirar hacia atrás dos años más tarde es descorazonador para ella.
"Es una herida que nunca se cierra", cuenta. Cree que cuando fallece alguien, el duelo acaba superándose tras despedirlo. Ellos no han tenido, de momento, la oportunidad de saber dónde está Jesús y qué le pasó aquel 7 de agosto. "Pensar que está vivo es toda una utopía, cualquiera sabe el desenlace que ha tenido una historia así, pero es duro afrontarlo", zanja.