El ojo fenicio que en la antigüedad guiaba las jábegas fenicias y que desde mediados de 2014 fija el rumbo del Metro de Málaga contempla ya de manera nítida el Centro de la urbe. Los trenes sobre los que se dibuja este símbolo, adornados también de los motivos del universal Picasso, llegan por fin al corazón de la ciudad.
Y la infraestructura ferroviaria, 760 millones de euros después, completa la larga travesía que iniciara allá por los primeros meses de 2006, cuando empezó a romper el asfalto en Carretera de Cádiz. Aquel hito, que ahora se culmina parcialmente con la inauguración del trazado final del suburbano, activó un viaje que, por momentos, parecía interminable, y al que aún le queda una última parada (ya se verá si definitiva) junto al Hospital Civil.
La del Metro de Málaga es una aventura azarosa, escrita sobre un guion incierto, en el que poco o nada ha ocurrido como se esperaba o cuando se esperaba. Ni va a costar los pretendidos 403 millones de euros (incluido el material móvil), ya que se va a ir bastante por encima del doble cuando la red esté terminada; ni los trenes llegan hasta el barrio de la Malagueña, como se pretendió hace ahora dos décadas.
Y pese a todo ello, el esfuerzo económico y material tiene final feliz. Porque desde las 21:00 horas de este lunes 27 de marzo, que pasa con luz propia al listado de hitos históricos de la capital de la Costa del Sol, los malagueños van a poder viajar en el Metro hasta la Alameda.
Esa es la hora fijada para el arranque formal de la explotación comercial del suburbano en su último kilómetro, que se extiende desde la estación de El Perchel, junto a Renfe, hasta llegar a la parada término de Atarazanas. En medio, la "catedral" soterrada de Guadalmedina, la más grande estación de los metros andaluces.
El salto de la frontera de Callejones del Perchel, para adentrarse bajo la Avenida de Andalucía hasta arribar a la Alameda ha estado marcado por un frenesí incesante de obstáculos a sortear. Sirva de referencia que la construcción del doble tajo que componen esta pieza definitiva (Renfe-Guadalmedina y Guadalmedina-Atarazanas) ha costado unos 160 millones de euros y ha requerido de casi 13 años para su terminación.
Obra parada durante años en la Avenida de Andalucía
A la crisis económica que azotó con dureza a todas las administraciones y que obligó al Gobierno andaluz a ralentizar el desarrollo de la obra, se sumaron las desavenencias con las empresas constructoras, provocando el estancamiento durante años de la obra en la Avenida de Andalucía. La fotografía de una de las grandes arterias de la urbe vallada y sin obreros es imagen de ese momento.
Después vino la reactivación de los trabajos y el descubrimiento de los restos arqueológicos encontrados en el subsuelo. Una oportunidad de conocimiento del pasado de Málaga, pero también un revés para el calendario de avance de la infraestructura.
Todo ello ya está superado y forma parte del imaginario colectivo de una ciudad que con el paso de los años ha ido adquiriendo al Metro como propio. Y ello pese al trazado amputado que ha estado funcionando desde mediados de 2014. Es ahora cuando, como siempre recuerda el primer director del proyecto, Enrique Urkijo, el Metro adquiere su verdadera dimensión.
Los estudios manejados en estos últimos ejercicios vienen a ratificar esta aseveración. Porque estas mediciones hacen prever que desde el momento en que los trenes hagan su entrada en la Alameda, la demanda se disparará de manera exponencial. En términos absolutos, se habla de que anualmente serán del orden de 14 los millones de usuarios del suburbano, más del doble que hasta la fecha.
Los parámetros irán creciendo con el paso de los meses, previendo del orden de 21 millones cuando el trazado se vea ampliado, bajo tierra, hacia la zona norte de la capital. La llegada al Centro, junto con su prolongación al norte, sienta las bases para garantizar la estabilidad económica del proyecto, confirmando los acuerdos existentes con los socios privados y el Banco Europeo de Inversiones (BEi).