Como sucedió hace justamente hace un año, el Ayuntamiento de Málaga ha recibido un nuevo revés judicial en su enfrenta contra La Invisible. El juez de lo Contencioso-Administrativo número 4 ha rechazado la petición municipal para desalojar el inmueble okupado desde 2007 y desalojar al colectivo que usa el espacio para desarrollar actividades culturales y sociales.

Esta nueva negativa responde a la orden de entrada que el Ayuntamiento solicitó por segunda vez en octubre de 2022 y recuerda, de hecho, que ya existe un procedimiento judicial principal a la espera de sentencia que comenzó en 2018 cuando el colectivo recurrió la denegación de la cesión del espacio y el desalojo acordado por el Ayuntamiento en ese momento.

Según el juez, en estos momentos no es posible llevar a cabo el desalojo del inmueble sin vulnerar el derecho a la tutela judicial efectiva por lo que remite al dictado de la sentencia para evitar que una futura sentencia favorable a La Casa Invisible no pudiera llevarse a cabo si previamente se ha desalojado el edificio.

Para el colectivo social y cultura, esta resolución judicial es un espaldarazo más para que el Ayuntamiento "desista definitivamente en sus empeños por seguir apostando por la vía de la fuerza y vuelva al diálogo" para alcanzar "una solución dialogada".

El hecho de que el Consistorio "siga enrocado en esta posición contraria al diálogo" es, para ellos, "una evidencia clara de su rechazo hacia un modelo de gestión y creación cultural horizontal sostenido en la participación ciudadana que se aleja de las lógicas mercantilistas que se han impuesto en la ciudad".

Como garante de su labor, recuerdan que en 2016 La Casa Invisible fue reconocida como Entidad de Interés Público Municipal "en reconocimiento a su carácter abierto, participativo y de gestión ciudadana" y los apoyos nacionales e internacionales recabados en sus 16 años. El último, afirman, el Fondo Mondriaan, una fundación pública de arte holandesa que ha concedido 40.000 euros a un proyecto para su rehabilitación impulsado por Libia Castro y Ólafur Ólafsson, ganadores del Premio Nacional de Arte de Islandia 2021.

 

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