Primero fue la pandemia, después la guerra de Ucrania. Y entre tanto, cientos de refugiados, la inflación en cotas nunca vistas, la crisis energética y los desastres naturales. La consecuencia: "Miles de personas que malviven con escasos recursos y poco a poco van pasando a las filas de los olvidados, de los que no tienen acceso a una vida digna en derechos y oportunidades".
Son palabras de Francisco José Sánchez Heras, director de Cáritas Diocesana de Málaga, una institución que a lo largo del último año ha atendido a 26.077 personas, un número por ligeramente por debajo del año anterior pero que "sigue siendo muy elevado".
Si bien son menos personas las que han recibido ayuda, estas han sido muchas más y más cuantiosas que unos meses antes. A lo largo de todo 2022, Cáritas ha dado 67.245 ayudas, la mayoría vinculadas con necesidades básicas.
Han aumentado también las personas que han llegado por primera vez a las puertas del organismo para pedir ayuda. En concreto, uno de cada tres malagueños que ha pedido ayuda no lo había hecho antes (el 33,3%, cerca de seis puntos más que en 2021).
De hecho, son más lo que acuden por primera que aquellos que llevan más de tres
años acudiendo a Cáritas (32%).
Las mujeres y los inmigrantes siguen siendo la población más vulnerable y suponen el 75% y el 53,5% de las personas acompañadas, respectivamente.
En cuanto al hogar que demanda ayuda, lo más común es que esté formado por parejas con hijos (41,2%) o mujeres solas con menores a cargo (18,6%).
Más del 71% de las personas que acuden a Cáritas se encuentran parados o, a pesar de estar trabajando, no perciben ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas, lo que apunta a una realidad oculta: la de los trabajadores pobres. "El empleo ya no es un mecanismo inclusivo suficiente", sostienen desde la entidad parroquial.
La mayoría de los demandantes (66,5%), además, cuentan con escasa formación, una cuestión que condiciona en gran medida sus posibilidades de mejora. El 39% solo tiene Educación Primaria y el 18%, la ESO.
El problema de la vivienda también está muy presente en todos ellos. El 56% de las personas atendidas tienen dificultad de pagos de hipotecas o alquileres, viven en infraviviendas, etc.
Frente a esta realidad, las principales preocupaciones de Cáritas son "el fuerte impacto de la inflación en las familias más vulnerables y los problemas relacionados con el empleo, la formación y la vivienda".
"La campaña de este año pretende interpelar e invitar a toda la comunidad cristiana y a la sociedad en general a tomar parte en la vida social, animando y despertando la solidaridad y la compasión que vive en cada persona para que nos impliquemos y comprometamos con un estilo de vida que transforme nuestro modelo de convivencia y lo haga más justo, fraterno y solidario", sostiene Antonio Collado, delegado episcopal de la institución.