Todo lo que nos enseñan las excavaciones del NeoAlbéniz de la Málaga musulmana
La labor realizada ha permitido documentar "los elementos que componen el recinto defensivo medieval de Málaga", incluyendo la muralla, la barbacana y una nueva torre.
21 agosto, 2023 05:00Noticias relacionadas
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Permanecen enterrados, inertes durante siglos, hasta que una excavación los devuelve a la vida. Poco más o menos es el proceso de renacimiento que afecta a los numerosos restos arqueológicos desenterrados en las últimas décadas en cada uno de los solares del Centro Histórico de Málaga sobre los que ha intervenido la mano del hombre. Ya sea para construir un edificio de viviendas, un hotel o un equipamiento cultural.
Todo ello en un proceso constante en el que lo moderno trata de ocupar la tierra sobre la que antaño se asentaron fenicios, romanos y musulmanes, que dejaron tras de sí su propia seña de identidad. Y eso es justamente lo que está ocurriendo con sectores del casco antiguo donde el Ayuntamiento pretende levantar nuevos referentes culturales.
A la espera de ver qué sucede con el ansiado Centro Cultural Astoria, pendiente aún de adjudicar su diseño, el Consistorio avanza con paso firme para ampliar la superficie del Albéniz y generar una nueva referencia para el sector audiovisual de la ciudad. El NeoAlbéniz, como ha sido bautizado, adquiere una dimensión que excede el valor de lo inmediato, por cuanto su materialización otorga especial protagonismo a la traza de la Muralla Medieval y la Barbacana, elementos esenciales de la ciudad musulmana.
Con el objetivo de integrar buena parte de este relevante hallazgo, el proyecto incorpora una propuesta de intervención, documento que profundiza en las raíces de aquella Málaga musulmana. EL ESPAÑOL de Málaga, como en otras ocasiones, ha querido bucear en el análisis realizado por los especialistas en la materia para conocer algo más de la presencia área en la ciudad y de la envergadura de lo hallado.
La primera conclusión extraída es que los trabajos arqueológicos realizados sobre la parcela del futuro equipamiento cultural han permitido documentar "todos los elementos que componen el recinto defensivo medieval de Málaga". Y ello incluye la existencia de la muralla, barbacana y una nueva torre. "En total, en los solares investigados se localizan 25 metros lineales de muralla y barbacana, aunque no han sido vistos en su totalidad durante el desarrollo de la intervención", se indica.
Una experiencia que viene a confirmar el impulso que tuvo Málaga como ciudad relevante dentro del contexto de al-Ándalus, en especial durante el siglo XI, bajo la dinastía de los Hammudíes. De hecho, tras ser abolido el poder central de la Dinastía Omeya, la capitalidad y la corte se establecen en Málaga.
Este movimiento político que provocó la realización de importantes obras. Entre ellas, la construcción de la Alcazaba y el recinto murado asociado. Sobre la muralla, los expertos admiten que se encuentra "escasamente conservada, ya que fue demolida en época antigua y se encuentra actuando como cimentación de los actuales edificios".
En cuanto a la torre, hablan de que es un elemento "avanzado de considerables dimensiones", cuyo estado de conservación es "magnífico". "Estas torres que jalonaban la muralla van evolucionando en forma y sistemas constructivos a lo largo del desarrollo histórico del conjunto amurallado, si bien esta podemos adscribirla a la construcción original del siglo XI, en base principalmente a su sistema constructivo". Las dos torres documentadas en este punto tienen una distancia entre ellas 15,5 metros.
"El esfuerzo económico y organizativo que debió suponer la construcción de un elemento defensivo de tal calado como una muralla, hace plantearse que debió ser una obra planificada y orquestada desde el poder y ejecutada en un plazo relativamente corto de tiempo, por lo que la semejanza de fábricas y técnicas empleadas es otro de los elementos a tener en cuenta", añaden.
Otro de los elementos fundamentales documentados en la intervención ha sido la barbacana, excavada al interior, aportando datos "hasta ahora no conocidos sobre su envergadura y sistema constructivo". "La estructura se data en un momento posterior, ya a finales del siglo XII o inicios del XIII, bajo el Califato Almohade", se precisa.
La presente intervención se ha desarrollado entre dos puntos claves del conjunto defensivo, la Alcazaba y la Puerta de Granada, lo que puede explicar algunas de las "características singulares" que se han documentado. Una de ellas es el amplio espacio de liza existente entre la muralla y la barbacana, que en esta zona alcanza hasta los 7,5 metros.
La Puerta de Granada fue uno de los accesos a la medina más importante ya desde época medieval. Parece que fue objeto de una gran reforma, convirtiéndola en una puerta con acceso en recodo en época Almohade, momento de construcción de la barbacana. Desde ella se accedía a puntos clave de la ciudad, como al arrabal de Funtanalla, a la necrópolis de Yabal Faruh y al camino que comunicaba con la medina de Granada, de donde viene su nombre.
Su relevancia queda reflejada en el hecho de que fue la elegida por los Reyes Católicos para hacer su entrada en la ciudad. Tras la conquista de Málaga, los equipamientos militares y defensivos continuaron con su función y configuración fundamental, aunque poco a poco se fueron acometiendo reformas y modificaciones.
Una de ellas fue la apertura de puertas y portillos, como Puerta Nueva, para facilitar la movilidad de la población y de mercaderías, con el establecimiento de fielatos destinados al cobro de arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías.
Una muralla para segregar
La muralla funcionó también como un elemento segregacionista, para impedir de alguna manera la entrada de la población musulmana, que ya había sido expulsada. En el entorno inmediato de la Puerta de Granada, el Concejo estableció un mercado destinado únicamente a la población mudéjar, que ahora se encontraban "extramuros" y cuyo acceso al interior era muy limitado. Incluso contaba con un mesón, localizado en la actual plaza de la Merced, para el alojamiento y almacenamiento de las mercancías de esta población.
El progresivo deterioro de la cerca medieval se debió principalmente al largo y duro asedio de las tropas cristianas que ya la dejaron muy afectada, a los fuertes terremotos acaecidos en los años 1494 y 1497 y a la falta de financiación para llevar a cabo su mantenimiento, inasumible por el Concejo de la ciudad.
En la documentación contenida en la propuesta de intervención municipal, se refleja cómo la primera ocupación islámica se produce a lo largo del siglo VIII, quedando acotada, eso sí, a la Colina de la Alcazaba. Muestra de ello es la referencia documental que se tiene de la presencia en la cima de un recinto militar y la construcción de una mezquita.
Aunque del primero no se tiene constancia arqueológica, de la mezquita se ha interpretado un muro, localizado en el patio de armas de la Alcazaba y con una orientación hacia el sudeste, como parte de la misma.
Hay que esperar al siglo IX para empezar a ver el crecimiento de la ciudad musulmana, ocupando la ladera de la Alcazaba y otros solares situados en la zona llana. Cuentan los expertos que las casas se construyeron de forma aterrazada, salvando la fuerte pendiente.
Estas viviendas han sido documentadas en el acceso de la Alcazaba y en el Teatro Romano, "a través de pozos negros colmatados con abundante material cerámico de época emiral". Las construcciones se mantuvieron durante el siglo X, siendo abandonadas las existentes en la entrada al recinto militar en el XI debido a la construcción de la Alcazaba en época hammudí y zirí.
En la documentación se explica que desde el año 930 hasta el final del califato Malaqa se consolidará como capital de la kura de Rayya, quedando como tal hasta el final de la dominación hispanomusulmana en 1487. Ello trajo consigo una reactivación y constantes cambios urbanos, "llegando a alcanzar una extensión de terreno sólo comparable a la que adquiere a finales del S. XIX y principios del XX". Así, la ciudad califal se extenderá por la falda norte, oeste y sur de la Alcazaba, con instalaciones domésticas.
La construcción de la muralla determinará la disposición del nuevo tramado urbanístico, cambiando ejes de calles y dando importancia a los viales conectados con la apertura de puertas de acceso a la medina. "Antes de finalizar el siglo XI rodeaba a Málaga una muralla torreada en la que se abrían cinco puertas", se menciona citando la aportación de Torres Balbás.
La existencia de una cerca muraría desde finales del siglo XI que abarque toda la Medina, relacionada con del el zirí Badis en 1057, "es una hipótesis ya que a día de hoy nunca se han encontrado restos que pudieran identificarse con la misma, y los tramos localizados en la ladera y otros sectores corresponden a momentos posteriores, siglos XII y XIV".
"El hipotético trazado arrancaría de una de las torres de la Alcazaba, bajaría por su ladera para recorrer las calles Álamos y Carretería, la margen izquierda del río Guadalmedina y la playa, conectando con el vértice oriental del tercer recinto”, se indica.
Los especialistas cuentan que fueron los almohades los que en el segundo tercio del siglo XIII generaron importantes reformas en el recinto defensivo, añadiendo barbacanas, y torres albarranas. Durante el siglo XIV, la ciudad fue refortificada con la reparación de los lienzos de la muralla, ganando en grosor y dimensiones. El abandono de la muralla empieza a ser progresivo con la conquista de Málaga por parte de los Reyes Católicos.
La intervención desarrollada en el tramo localizado en el solar del NeoAlbéniz, conocido como Muro de Santa Ana, "localizó tres lienzos y tres torres de planta cuadrada, de pequeñas dimensiones". Delante de la muralla, a unos 3 metros se registró la barbacana, realizada con tapia de hormigón de 1,2 metros de espesor. “Es en este sector en el que se podría localizar la zona de conexión de la muralla de la ciudad con la del arrabal de Fontanella”, informan.
Tomando como referencia las fuentes documentales, Málaga disponía en el siglo XII de dos arrabales, el de Funtanâlla y el de los Mercaderes de la Paja, desenterrado parcialmente por las obras del Metro en la Avenida de Andalucía.
Indican que entre los siglos XII y XIV, el arrabal de Funtanalla fue protegido por una cerca defensiva. "Los ojos no encuentran en ella (Málaga) punto vulnerable, ni brecha por la que se pueda subir a los dos arrabales, cada uno de los cuales es una ciudad perfecta, como dama que se pavonea entre los adornos de sus encantos", se dice en el Parangón entre Málaga y Salé de Ibn al-Jatib.
En conclusión, parece que el arrabal de Fontanella quedaba definido por una muralla que lo protegía y que partía, probablemente, de una de las torres de la Alcazaba. La cerca continuaba paralela a la muralla de la medina y haría un quiebro hacia el norte por encima de la zona que nos ocupa, donde parece se localizaba una de las puertas del arrabal.
La muralla se prolongaba al norte de la Plaza de la Merced (Pasaje de Campos), englobando seguramente lo que fue Convento de la Paz, para continuar por la acera izquierda de las calles Frailes, Refino y Postigo, donde haría un nuevo quiebro a la altura del arroyo que discurría por las calles Cruz del Molinillo y Capuchinos, para conectar con la Torre de la Goleta. En este punto haría una nueva inflexión para, yendo paralela al río, enlazar con la torre situada