Málaga es una ciudad acostumbrada a convertir en permanente aquello que se proyectó como provisional. Que se lo digan si no a los cientos de vecinos que habitan el núcleo chabolista de Los Asperones, levantado con la intención de ser desmantelado pocos meses después y que hoy sigue en pie. Otro ejemplo, de mucha menor gravedad, todo sea dicho, es el del carril bici pintado sobre el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso.
Un parche en toda regla que, pese al transcurrir de los meses, permanece inalterado sobre el pavimento. Fue a finales de mayo de 2021, pocos días antes de que tuviese lugar una bicifestación en la ciudad en contra de los bautizados como timocarriles, cuando los operarios municipales, brocha en mano, marcaron de azul la línea que delimita el trazado reservado para bicis y patinetes.
Ya en aquel entonces, los responsables municipales hablaban de una medida temporal y provisional con la que responder a las demandas de los ciclistas, que venían denunciando el riesgo que suponía para ellos circular por el carril 30 creado en una de las vías con mayor intensidad de tráfico de la urbe. Los datos del primer cuatrimestre del año confirman este extremo, ya que la media diaria es de 17.000 vehículos en sentido este, valor que crece hasta los 22.450 en sentido oeste.
Pocos meses después de dar el primer paso en lo que a todas luces era una solución en precario, el Ayuntamiento dio una vuelta de tuerca en su particular estrategia y decidió ampliar en unos 30 centímetros la anchura del espacio peatonal. La maniobra costó del orden de 150.000 euros.
Con ello buscó minimizar el conflicto que ya empezaba a vivirse entre ciclistas y peatones, que hasta ese momento habían sido los únicos ocupantes de la zona. La rivalidad, pese a los intentos, se mantiene actualmente. "Por qué el carril bici no está pintado de rojo", preguntaba días atrás un niño cuando caminaba por el paseo y después de que fuese regañado por sus padres porque había invadido la zona.
La validez de esta infraestructura se ha sostenido en el tiempo única y exclusivamente por la esperanza que el Ayuntamiento albergaba en que la Junta de Andalucía pudiese construir un verdadero carril bici en esta franja del litoral.
Pese a los intentos continuados de la Consejería de Fomento por ir adelante con una plataforma reservada definitiva, para la que ha llegado a disponer de 2,2 millones de euros, el proyecto permanece enterrado y sin visos de prosperar. La negativa continuada de la Dirección General de Costas bloquea cualquier avance en la misma.
En este escenario, cabe preguntarse ¿qué va a hacer el Consistorio? ¿Continuar con el carril pintado? Ambas preguntas han sido trasladadas por EL ESPAÑOL de Málaga al área de Movilidad, sin que por el momento tengan respuesta.
Quién sí tiene claro su parecer sobre este asunto es el presidente de Ruedas Redondas. José Luis Martín, que en los últimos años se ha convertido en un ariete contra las políticas de movilidad municipales, recuerda que desde hace tiempo el colectivo reclama la supresión de esta fórmula provisional e informa de la existencia de un proyecto elaborado conjuntamente con profesorado de la Universidad de Málaga.
"Estamos en contra de restar espacio al peatón"
"Estamos totalmente en contra de restarle un solo centímetro de espacio al peatón y venimos solicitando su ubicación segregada en la calzada", explica, subrayando que el distrito Este no dispone "ni de un metro de carril bici, con sendas autovías urbanas atravesándolo".
A su juicio, la ausencia de infraestructuras ciclables y las frecuencias elevadas de paso de los autobuses urbanos hace que la dependencia del vehículo privado sea particularmente elevada. "Si existiese ese carril bici, que llegase incluso hasta La Araña, veríamos menos coches y motos circulando inmediatamente", defiende.
Martín confía, no obstante, en que el actual equipo de gobierno del PP, que dispone de mayoría absoluta tras los resultados de las elecciones locales del pasado mes de mayo, cumpla los compromisos adquiridos en su programa. En el mismo, se marca la intención de continuar con la construcción de nuevos carriles bici segregados del tráfico "hasta alcanzar los 90 kilómetros".
Esto, según los cálculos del presidente de Ruedas Redondas, obliga a afrontar una media de 10,5 kilómetros nuevos cada año, "10 veces más de lo que llevan construyendo por legislatura". "Estaríamos encantados de aplaudir cada kilómetro que inauguren, siempre y cuando no sea restando espacio al peatón", apostilla.