Cuatro años después de que quedase culminado el derribo de los viejos cines Astoria y Victoria, la estratégica parcela del Centro histórico de Málaga sigue baldía, convertida en una especie de erial en el que las malas hierbas crecen sin control sobre un terreno bajo el que duermen restos de la Málaga musulmana y romana.
Esa es la fotografía que trasciende del que durante varios mandatos ha sido uno de los proyectos estrella del alcalde, Francisco de la Torre. El regidor ha hecho de esta pastilla de la Plaza de la Merced un icono de su planificación cultural. Y frente a los éxitos consumados del Thyssen, del Museo Ruso o del Centro Pompidou, su apuesta por levantar sobre este solar un gran equipamiento se ha demostrado, hasta la fecha, fallida.
Los intentos de intervenir sobre este inmueble, adquirido a precio de oro (unos 21 millones de euros) a sus anteriores propietarios privados han sido numerosos y todos esquivos. Lejos queda el primer deseo del mandatario local por contar con un afamado arquitecto que diese forma al bautizado como Museo de Museos. Pese al interés por andar este camino, las dificultades económicas impidieron al Ayuntamiento afrontar el reto.
Tampoco tuvo éxito la opción de dejar en manos privadas el desarrollo de un edificio mezcla de cultura y hostelería. El reconocido Antonio Banderas, que iba de la mano del urbanista José Seguí, abandonó la operación a las pocas semanas de recibir la concesión del terreno ante la crítica política.
El intento más próximo vuelve a tener al Consistorio como protagonista único. Cerrada la vía de la colaboración público-privada, dados los evidentes condicionantes que pesan sobre el solar, es el Ayuntamiento el que afronta de manera directa un proyecto en el que las artes escénicas y la danza adquieren valor.
Sin embargo, el tiempo sigue pasando sin que exista una hoja de ruta despejada. De hecho, como primer movimiento, la Gerencia de Urbanismo convocó a principios del pasado mes de marzo el concurso para la redacción del anteproyecto, con el objeto de determinar qué edificio se puede levantar sobre un terreno bajo el que duermen un buen número de piezas arqueológicas.
El plazo de presentación quedó cerrado el 8 de mayo. Y desde ese momento hasta la fecha presente, casi seis meses después, no ha habido grandes novedades. Este jueves, sin embargo, se ha dado un paso importante que va a permitir reactivar el trabajo de la comisión técnica que se encargará de analizar las propuestas recibidas.
Y ello después de que el Colegio de Arquitectos haya propuesto el nombre de Luis Frade, en calidad de secretario de la actual Junta de Gobierno, que tiene a Susana Gómez como decana, como sustituto del anterior decano, Francisco Sarabia.
Detalles del proyecto futuro
Una de las particularidades del pliego de condiciones es que el equipo que se haga con el contrato deberá, además del anteproyecto, dar forma al estudio de detalle mediante el que ordenar el futuro desarrollo. Todo ello con un plazo inicial de seis meses.
Entre los aspectos a los que se otorga especial relevancia se encuentra la rebaja del impacto visual y la volumetría del inmueble, así como que sean capaces de lograr la mejor integración con su entorno y de los restos arqueológicos encontrados en el subsuelo.
El centro cultural pretendido debe dar cabida a una sala polivalente, un centro de congresos y un centro coreográfico. El programa de necesidades defiende un edificio de cuatro plantas (planta baja más tres), con una altura mínima de 18,5 metros; es decir, por debajo de la cota de altura de las edificaciones de la manzana colindante, en concreto las viviendas de Casas de Campos, en torno a 20 metros de altura.
El documento oficial plantea una Sala Polivalente con un espacio situado a cota cero, con un escenario de 20 metros de ancho (entre paredes), 11 metros de fondo y 14,4 metros de altura (peine). En cuanto a aforo total, se habla de entre 600-700 espectadores, con patio de butacas en formato de graderío retráctil.
Se maneja la idea de que una vez replegadas las gradas del patio de butacas, quede una planta diáfana aprovechando también la superficie del escenario, con espacio suficiente para la colocación de puestos en ferias de pequeño formato, o mesas en configuración cabaré.
Esta especie de Centro de Congresos contaría con cuatro oficinas para gestión de congresos, preferiblemente en la planta baja; una sala de usos múltiples… El tercer elemento es un Centro Coreográfico (en la tercera planta) que dispondrá de varias salas de ensayo. Una de ellas de unos 150 metros y dos medianas de unos 60 metros.
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