A Eduardo Jiménez su familia le perdió la pista el pasado 26 de febrero. Ese fue el día en que su hermana Ana lo vio por última vez. El hombre, al que todos conocían como ‘El Cogote’ en el barrio de la Trinidad, había quedado con otra de sus hermanas, Manoli, para darle un papel para hacer un trámite burocrático. Como se levantó indispuesta, Ana actuó de mensajera y le dijo a Eduardo que se verían al día siguiente.
El día 27 era cuando Eduardo y Manoli habían quedado en el restaurante El Tiburón, en la calle Sevilla. Pero no apareció, algo que extrañó a la mujer. Alarmada por su ausencia, intentó contactar con él sin recibir respuesta. Toda la familia comenzó una búsqueda por el barrio que se prolongó varios días. Acudieron a los hospitales e incluso a las cárceles, pero ni rastro de Eduardo.
Antes de poner la denuncia por la desaparición de su hermano, Manoli decidió ir al centro de salud que le correspondía, en la Trinidad, para preguntar si Eduardo había recogido su medicación como siempre hacía. Sin embargo, según la versión de la familia, en el ambulatorio se negaron a darle información, aduciendo la Ley de Protección de Datos.
Una nuera de Manoli, una de las hermanas de Eduardo, Milagros, explica a EL ESPAÑOL de Málaga que el jueves o el viernes de la semana pasada, Manoli recibió una llamada del centro de salud, “diciéndole que le cambiaban de hora una cita médica que, al parecer, tenía su hermano”. Era ella la que daba su número de teléfono para cuestiones médicas y otros trámites, porque su hermano “no solía enterarse bien de nada”. Aprovechando esta llamada, volvió a ir al centro de salud para comprobar si su hermano aparecía para ver al médico. Pero no fue así.
La desaparición de Eduardo fue denunciada finalmente el 8 de marzo pasado. Así lo cuenta Milagros, quien incluso relata que la familia acudió en dos ocasiones a la Comisaría de la Policía Nacional para informar del paradero desconocido de Eduardo. Según sus explicaciones, los agentes dijeron que como era una persona mayor “ya les llamaría”.
“Nos cogieron la denuncia por tercera vez”, insiste Milagros. Desde el pasado viernes, según cuenta la familia, casi a diario, la Policía Nacional llamaba para saber si había alguna pista sobre Eduardo.
En este sentido, desde la Comisaría Provincial de Málaga han informado que el 8 de marzo, cuando se oficializa la denuncia, el grupo de Homicidios comienza las averiguaciones para tratar de localizar a la persona presuntamente desaparecida.
Las horas pasaban sin novedad hasta que este martes 12 de marzo acudieron nuevamente al centro de salud en busca de información con la denuncia ya interpuesta. Al insistir en que necesitaban saber si su hermano había pasado o no por el complejo para recoger la medicación, le explicaron que su hermano ya no figuraba en el sistema porque había fallecido el 29 de febrero.
Manoli no daba crédito a lo que estaba escuchando. Llamó a su familia, que acudió de inmediato. “Vino la Policía y nos dijeron que fuésemos a otro edificio, ubicado en calle Piyayo, para saber más. Allí, tras hacer unas llamadas, porque en principio no sabían nada, nos dijeron que llevaba muerto desde el día 29, que había fallecido en casa de un amigo, y que fue enterrado el día 2 en Parcemasa”, explica Milagros Moreno.
Esta información ha sido confirmada este miércoles por la Policía Nacional a los medios de comunicación. El 29 de febrero, el cuerpo recibió una llamada que alertaba de la muerte de un hombre en el interior de una vivienda ubicada en Málaga capital. Al otro lado del teléfono, al parecer, estaba el morador del inmueble, supuesto amigo del desaparecido.
Los servicios sanitarios acudieron también al lugar, certificando la muerte por causas naturales de esta persona. Según la Policía Nacional, los agentes realizaron "gestiones in situ para tratar de localizar a algún familiar del finado, que resultaron infructuosas". El mismo morador del inmueble comentó a la Policía que el fallecido le expuso que no tenía familia.
Desde ese momento, al tratarse de una muerte natural, la situación del fallecido pasó a ser competencia de los asuntos sociales, explican las fuentes. Cuando la familia denunció el día 8, se pudo llevar a cabo la denuncia porque no existe una base de datos de personas fallecidas por causas naturales. Es decir, Eduardo no solo estaba desaparecido cuando se llevó a cabo la denuncia, sino que estaba muerto y enterrado.
Ausencia de explicaciones
Este martes, una de las hermanas acudió al camposanto y recibió la confirmación de su enterramiento. Solo le dieron el número de nicho donde se encuentra Eduardo.
Creyendo que una circunstancia así tenía que haber pasado por el juzgado, la familia también acudió a la Ciudad de la Justicia el mismo martes en busca de explicaciones, pero no las obtuvieron. Les dijeron que se pasara por los juzgados este miércoles para hablar con el forense que, supuestamente, hizo el levantamiento del cadáver.
A primera hora de este miércoles, han acudido a la Ciudad de la Justicia, donde les han informado de que "no hay registro de nada", un extremo que puede entenderse si la muerte del hombre se certificó de manera natural. “Hemos ido al cementerio después y nada. Nos dicen que, por nombres y apellidos, está enterrado allí; que a ellos los llamaron para recoger el cadáver y enterrarlo. Nada más. Nos han dicho que acudamos a la casa de acogida, cerca de Vialia, que fue desde donde, supuestamente, se llamó”, contaba esta mañana esta familiar del fallecido.
En dicho centro, asegura Moreno, les han comentado que ellos avisaron para retirar el cuerpo. "No sabían ni qué ambulancia ni qué patrulla acudió", asegura.
“Es que es muy fuerte, nos hemos enterado por un ambulatorio. A nosotros nadie nos ha dado explicación y lo único que nos dijeron es que muere el día 29 en casa de un amigo y lo entierran el 2. No lo entiendo. No han llamado a los familiares, no nos han avisado de nada. Lo hemos buscado por todas partes”, dice Milagros a este periódico.
A ojos de la familia, “algo ha fallado”, por lo que piden responsabilidades. Según Milagros, el desaparecido tenía contacto con la familia. Aunque no tenía teléfono, a través de otro amigo llamaba a su hermana Manoli, de vez en cuando, sobre todo, cuenta, “para la gestión de los médicos”. "Él llevaba el número de su hermanas de Ani y Manoli siempre encima entonces... ¿Cómo no nos han localizado?", se lamenta Milagros.
“Nosotros seguimos de oca en oca. No le hemos identificado. No tenemos un informe de su muerte. No sabemos en qué casa murió. No sabemos con qué amigo estaba. No sabemos nada. Se están pasando la bola de uno a otro. Nosotros hemos sufrido esto, pero lucharemos para que no le pase a nadie más”, zanja Milagros.