Cerrada la tercera campaña de excavación arqueológica en el Cerro del Villar, paraje en el que se cree pudo tener su origen primitivo la ciudad de Málaga, los resultados siguen constatando la envergadura del asentamiento original, así como que se trata de uno de los mejor conservados del Mediterráneo Occidental. 

La labor realizada durante casi un mes por un amplio equipo técnico, del que han formado parte investigadores de Málaga, Chicago (EE. UU.) y Marburgo (Alemania), ha permitido dar continuidad a las fases de intervención anteriores y sacar a la luz nuevos elementos ciertamente curiosos.

Al igual que el año pasado tuvo especial protagonismo el pequeño ungüentario descubierto, dado su magnífico estado de conservación, en esta ocasión adquiere relevancia una pequeña cabeza femenina de terracota

La pieza fue encontrada en las proximidades del lugar donde fue descubierto el ungüentario y una jarrita, razón por la que los investigadores sostienen la hipótesis de que podían formar parte de una ofrenda como parte de las prácticas de culto en momentos avanzados del siglo III a. C.

Todo el trabajo realizado por el equipo dirigido por José Suárez, profesor del área de Prehistoria del Departamento de Ciencias Históricas de la UMA, ha hecho posible asentar la idea de que Cerro del Villar se vio seriamente afectado a lo largo de sus historias por varios episodios catastróficos. 

A la hipótesis manejada sobre la posibilidad de que el final de este asentamiento llegó de la mano de una especie de tsunami, hay que sumar ahora las continuas y periódicas inundaciones fluviales, procedentes del cercano río Guadalhorce, así como un "importante" incendio, que, a ojos de los arqueólogos, fue un "episodio catastrófico, presentándose como un auténtico contexto tipo Pompeya". Un incidente que tuvo lugar hace unos 2.700 años. 

Las evidencias han llegado a la actualidad en forma de vigas de madera quemadas. La incidencia que tuvieron las llamas ha sido clave, destaca el profesor de la UMA, para que esos restos se hayan conservado.

Dos fases arquitectónicas

Una de las aportaciones de esta tercera campaña es que ha permitido distinguir dos fases arquitectónicas dentro del siglo VII antes de Cristo. Una de ellas corresponde al momento en que tuvo lugar el incendio. En el edificio afectado por las llamas se han localizado grandes ánforas completas, cuyo contenido está siendo analizado, así como semillas de vid y cebada, lo que ayuda a entender más sobre la alimentación de la época.

A ojos de este especialista, los últimos hallazgos "abren unas posibilidades de investigación extraordinarias". De hecho, se ha observado cómo los moradores de la segunda mitad del siglo VII a. C. construyeron estructuras con potentes zócalos de piedra local que superar más del metro de altura.

¿Por qué esa medida? Según apuntan, pudo ser una respuesta del todo lógica para contrarrestar los episodios cíclicos de inundaciones que sufría el enclave, en la desembocadura del Guadalhorce.

Excavaciones en el Cerro del Villar de Málaga.

"Han quedado al descubierto calles y edificios, con más de una decena de estancias, poniendo de manifiesto cómo en este nuevo proyecto urbanístico subió la cota de los suelos de la fase previa de forma considerable, previsiblemente para evitar la afectación de las inundaciones", explicó Suárez.

Pese a las evidentes adversidades con las que toparon los ciudadanos de Cerro del Villar, el asentamiento tuvo la consideración de estratégico para sus habitantes. No obstante, se cree que un nuevo episodio catastrófico, en forma de temporal marino fuerte, obligó a su traslado a finales del siglo VII antes de Cristo, a la margen izquierda del río Guadalmedina, origen de la Málaga actual.

Esto no evitó que el Cerro del Villar se mantuviese como un espacio de actividad, aunque de carácter más secundario. "Vino a ser como un polígono industrial para la producción de ánforas", remarca el director de la excavación, quien insiste en que tras los fenicios, los romanos utilizaron el emplazamiento para una fábrica de salazones.