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Desde que llegó la pandemia, todos hemos normalizado las reuniones telemáticas y videollamadas, aunque antes no era nada habitual. Abuelos que veían a sus nietos solo a través del teléfono o parejas que se lanzaban besos en la distancia fueron imágenes habituales en el confinamiento. Sin embargo, estas conexiones llegaron para quedarse. En la actualidad, aceleran procesos como directos en programas de televisión o incluso facilitan la agilidad de los trámites judiciales en los juzgados.

Hace unos días ocurrió, en esta circunstancia, una situación curiosa en la Ciudad de la Justicia de Málaga, en el marco de un proceso donde se estaba juzgando un presunto delito de estafa bancaria. La víctima, natural de Málaga, pinchó en un enlace fraudulento simulando a un banco y el dinero acabó en la cuenta de la acusada, a la que previsiblemente 'los malos' usaron de mula.

Las plataformas virtuales son ahora el canal preferente para audiencias o vistas con el fin de reducir la acumulación de casos después de que se aprobara a principios de este año un real decreto donde se decía que los juicios telemáticos iban a ser la norma.

Para ello, se han establecido una serie de canales para llevarlos a cabo. Pero en este juicio ocurrió un imprevisto: la acusada no sabía conectarse al medio que le solicitaba el juzgado. La mujer, natural de Puerto Real (Cádiz), comenzó a tener problemas para conectarse a Webex, así se llama la plataforma oficial. Le daba error su correo electrónico y no atinaba para instalar la app en el móvil. "Una locura, un desastre", recuerda Damián Vázquez, su abogado.

Así que viendo que el juicio no iba a poder celebrarse si no hallaban una solución, se propuso hacer la vista por videollamada de WhatsApp a través del móvil del propio Damián, algo al alcance de cualquiera de los mortales --no era la primera vez que el abogado recurría a ello--. "Me pasé el rato enfocando al fiscal, a la jueza y tratando de que la mujer pudiera escuchar todo lo que iba ocurriendo durante la sesión", contaba el letrado a EL ESPAÑOL de Málaga, que lleva más de treinta años de carrera y ha vivido miles de anécdotas en los juicios, siendo esta una de las más surrealistas. 

Finalmente, se llegó a un acuerdo y la mujer aceptó la pena mínima de prisión posible para un delito de estafa como el suyo: seis meses. Pero, según indica Vázquez, esa pena le evita entrar a la cárcel y solo tendrá que pagar una multa. 

Por si fuera poco, la sala estaba hasta los topes por una visita de estudiantes de Derecho de la Universidad de Málaga, a los que el letrado explicó que esa situación no es para nada la norma. Todos quedaron asombrados por la rapidez del abogado para reaccionar a tiempo y no suspender la vista. Los chavales se sacaron incluso el selfie que ilustra el artículo con Vázquez para el recuerdo de este hecho anecdótico. WhatsApp a veces da muchos dolores de cabeza, pero en este caso fue la salvación.