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Es muy posible que entre tanta tienda de primeras marcas y yates de lujo atracados a sus puertas, pocos de los millones de visitantes que cada año transitan por el muelle 1 del puerto de Málaga se hayan percatado de la capilla del siglo XVIII que se levanta sobre la dársena.

El pequeño edificio, cuyo estado de abandono es evidente desde hace años, se encuentra inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) como Bien de Catalogación General. Dada la riqueza del inmueble, la Autoridad Portuaria vuelve a salir al mercado en el intento de encontrar una empresa que asuma su rehabilitación.

De acuerdo con los detalles contenidos en la licitación, el presupuesto de ejecución material se estima en 186.665,76 euros (IVA incluido), siendo el plazo de 4 meses. Las firmas interesadas tienen hasta el 2 de diciembre para presentar sus ofertas.

Pero más allá de la intervención que se pretende desarrollar, es llamativa la historia que rodea a un edificio destinado al culto y que, en el momento en que empezó su decadencia, tras la Guerra Civil, fue utilizada incluso "cobijo provisional en época de lluvias o servir como vivienda al chófer del gobernador".

La Capilla de la Virgen del Puerto de Málaga es de dimensiones reducidas, como demuestra el hecho de que ocupe apenas 61 metros cuadrados de parcela, con una superficie construida de 112 metros (distribuidos en dos plantas de altura independientes).

Es de destacar el hecho de que el emplazamiento actual no es el original. Pese a ello, se mantienen los parámetros generales en lo que se refiere a su implantación y configuración. "La ermita se encuentra en un estado de abandono, sin usos asignados y en un proceso de degradación de los materiales tanto interiores como exteriores", se enfatiza en el expediente de intervención.

Interior de la capilla del muelle 1 del puerto de Málaga.

En el mismo se subraya que el puerto "de la Málaga cristiana" contó desde fecha muy temprana con instalaciones para el culto religioso, estableciéndose, bajo la dinastía de los Austrias, tres oratorios que se consideran como los antecedentes directos de la Capilla de la Virgen del Puerto. 

"Religiosidad de la gente del mar"

Estas instalaciones cumplían una importante misión espiritualmente, "dada la manifiesta religiosidad de la gente de la mar". En la zona más occidental, junto a las Torres de Fonseca, se encontraba la ermita de San Andrés, que desde el siglo XVI funcionaba como tal y como hospital para enfermos de la peste de los pescadores. En la zona central de la bahía, se construyó un altar sobre la Puerta del Mar, para “decir misas que fueran oídas por los extranjeros y galeotes que no podían entrar en la ciudad”. 

"En el año 1531, los frailes de San Francisco de Paula se hicieron cargo de la capilla y en 1621 fue derribado, junto con otras construcciones de la zona por miedo a posibles ataques", se explica.

A estas hay que sumar otra situada en el extremo oriental, en un dique levantado hacia 1593, donde se construyó una capilla llamada de Nuestra Señora de Puerto Salvo. La misma fue mejorada a mediados del siglo XVII con el objetivo de que "se dijera misa todos los sábados del año para la gente del mar". 

Es esta última el origen de la capilla actual, si bien no se trata de la misma construcción. Las obras de la actual capilla del puerto comenzaron a principios de 1718, tras la terminación de las obras del puerto paralizadas "durante los avatares de los cambios dinásticos entre los Austrias y los Borbones, bajo la dirección del ingeniero Bartolomé Thurus". 

Se decidió situar la nueva capilla portuaria frente al Fuerte de San Felipe, aunque según las cartografías de la época se presentaron varias posiciones hasta decidir la idónea y se hizo hincapié en la importancia de la elección de sus materiales constitutivos dada la cercanía al mar. 

Imagen histórica del puerto de Málaga. Archivo de de la Universidad de Málaga.

En planos conservados en el Archivo General de Simancas, se observa que la capilla se cubría en su interior por un alfarje de madera con zapatas, sobre el que descansaba el pavimento del piso superior, el cual también se cubría mediante viguería de madera y tablero, siendo la cubierta una terraza transitable a la que se accedía por sendos cubillos que dispondrían de escalera de caracol, desde la planta superior. Además, en la ejecución de la misma se eliminaron los ventanales y rejas dispuestos a ambos lados de la puerta de acceso a la capilla.

A finales del siglo XVIII, a través del libro de viajes de Francis Carter, se conoce el funcionamiento de la capilla bajo la advocación de la Purísima Concepción. Nombre que le acompaña hasta los inicios del siglo XX. El viajero dibuja la capilla y describe su posición en el puerto y la existencia de "varias escaleras" para comunicar con el “rompeolas de arriba”.

El piso superior sirvió a muy variados destinos. En uno de los expedientes se hablaba de ofrecérselo al gobernador de la ciudad, "por si éste quisiere ir a tomar el aire, con su terrado encima para mayor desahogo". Otros informes indican que también fue utilizado como servidumbre de la capilla inferior por el capellán de la misma. Y en otras ocasiones, el capitán del puerto usó las habitaciones en su propio beneficio y en el del servicio de su cargo.

Relación con el Club de Botes

La capilla siguió convocando misas a lo largo de todo el siglo XIX para la gente del sector marítimo. A principios del siglo XX, tuvo una intensa relación con el Club de Botes, que durante décadas se ocupó de la ermita y de mantener el culto religioso. En 1914 el Real Club Mediterráneo la restauró y donó una imagen de la Virgen del Carmen, cambiando de nuevo la advocación de la capilla y el nombre. 

En los años 70 saltaban las alarmas sobre el "lamentable" estado de conservación en el que se encontraba y su futuro, dada la intención del Puerto de Málaga de llevar a cabo obras de ampliación y remodelación, afectando al Paseo de la Farola. 

Fue en 1973 cuando se designó al arquitecto Enrique Atencia Molina para trasladar la capilla, "piedra a piedra", 15 metros desde su posición original. "Se procedió desde arriba hacia abajo al despegue de las piedras sillares del mortero que las cubría y enumerarlas en su cara interior, para su posterior recolocación", se precisa.