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Mansour Konte, el joven migrante de 19 años que se hizo viral en la DANA de Málaga por salvar a una chica de una inundación, está viviendo unos días frenéticos. Su historia se ha trasladado por toda España y cientos de medios están contándola en sus páginas. 

Hace unos días EL ESPAÑOL de Málaga publicaba que una empresa leonesa estaba interesada en darle un puesto de trabajo, pero de momento Mansour no ha aceptado ninguna de las propuestas recibidas, según informan fuentes consultadas por este periódico. 

Este martes está previsto que se reúna con el equipo de servicio jurídico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) para analizar las propuestas existentes y orientarle sobre su situación, que no deja de ser complicada en sus circunstancias. Es solicitante de asilo y deben darse una serie de requisitos para poder trabajar en España.

Las personas solicitantes de asilo, de hecho, están autorizadas a trabajar, de forma automática, sin necesidad de realizar ningún trámite adicional, a partir de los 6 meses desde que presentaron su solicitud y esta fue admitida a trámite, cuya vigencia es temporal y coincidente con la fecha de validez de las sucesivas tarjetas de solicitante de asilo. Es importante resaltar el hecho de que no existe ningún tipo de restricción ni en el sector de actividad ni el el ámbito geográfico.

La aceptación del puesto puede influir en el tipo de apoyo que recibe y se analiza si implicaría su salida del programa de acogida al que pertenece, además de tenerse en cuenta su juventud, aunque las fuentes consultadas apuntan que la última palabra la tiene Mansour.

Es por ello por lo que de momento no ha podido decantarse por ninguna de las ofertas. Desde CEAR sí confirman que ellos están dándole apoyo y seguimiento al caso de Mansour para ayudarle en todo lo posible en el proceso y que se sienta protegido. Al final, no deja de ser un chaval de 19 años que llegó hace uno a España tras hacer un viaje de nueve días en patera desde Senegal. 

La historia

Sobre las cuatro de la tarde del pasado miércoles, Mansour estaba en su habitación observando lo mucho que llovía a través de su ventana. Málaga, en ese momento, estaba en alerta roja y se había autoconfinado prácticamente después de la tragedia de Valencia. Entonces, vio cómo varios contenedores de basura bajaban la calle flotando y empezó a comprender que la situación se estaba descontrolando. En ese momento, llegaron agentes de la Policía, quienes, según su relato, empezaron a llevar estos bidones a una zona segura, a fin de que ningún vehículo impactara con ellos.

No lo dudó ni un segundo, quería ayudar. Así que bajó a la calle entregado a echar una mano a quien lo necesitara. Tras poner a salvo varios contenedores de basura con el agua casi a la cintura para ayudar a los policías, se dio cuenta que una mujer, a la altura de la gasolinera Alaska, estaba totalmente en shock al verse rodeada de agua, incapaz de reaccionar. “Ayúdala, ayúdala”, le decían los vecinos desde sus casas.

Allá que fue Mansour, que sabía que esta vecina necesitaba a alguien que la hiciera reaccionar. "Me dijo que no podía andar bien y le dije que me diera la mano, que yo la iba a ayudar, y la cogí y la llevé hasta una zona donde me dijo que estaba ya bien", cuenta con una sonrisa el migrante.

En uno de los vídeos que se han viralizado, se puede ver a Mansour bailando con una sonrisa bajo la lluvia, feliz por haber ayudado a todos y ser útil para toda la sociedad. De hecho, se retiró porque la Policía así se lo pidió. 

"No soy un héroe"

Mansour confirmó hace unos días a EL ESPAÑOL de Málaga que no termina de entender qué ha hecho tan especial para merecer tanta atención. Incluso el alcalde de Málaga quiere recibirlo en el Ayuntamiento y grupos como Con Málaga quieren que sea Baltasar en la cabalgata de Reyes.

El joven asegura que en su país, lo normal cuando llueve mucho es que las casas acaben destrozadas y todos se ayuden entre todos. Le duele "en el corazón" cada vez que vive una inundación. Para él, su actuación no debe ser tratada como algo especial. Hay que recordar que actuó totalmente solo mientras que los curiosos miraban (y grababan) su buena acción desde balcones y terrazas. Acabaron incluso aplaudiéndole y vitoreándole.