El crimen de Natalia, la mujer a la que su expareja sentimental, Leonel, presuntamente decapitó y lanzó al mar, se encuentra en fase de juicio. El hombre se enfrenta a una petición de 25 años de prisión por un delito de asesinato y a otros nueve meses de cárcel por quebrantamiento de condena. El juicio comenzará el próximo 16 de octubre en la Ciudad de la Justicia de Málaga y está previsto que se alargue hasta el próximo día 23 procedente de Marbella.
Los hechos sucedieron el 8 de enero de 2023. Al filo de las cinco de la tarde, unos ciudadanos que estaban en el restaurante Club 200 de la Playa de las Cañas de Marbella decidieron llamar al 061 alertando de que alguien se estaba ahogando en el mar.
Las olas fueron empujaron a esa supuesta persona y, conforme se acercaba a la orilla, comprobaron que se trataba de un cadáver mutilado. No tenía ni cabeza ni manos y presentaba una raja de un lado al otro del abdomen, lo que les llevó a pensar que pudiese tratarse de una 'mula'. Al producirse el hallazgo dentro del mar, la Guardia Civil se trasladó a la zona para iniciar la investigación.
Algunos testigos grabaron el macabro hallazgo y llegaron a compartir la pieza en redes sociales sin saber hasta dónde podría llegar. El vídeo acabó en el teléfono móvil de una mujer que había perdido la pista a su hermana, víctima de violencia de género. Al ver el cadáver, acudió a la Comisaría convencida de que se trataba de ella por su fisionomía; quedaba esperar a las pruebas de ADN. En el documento de la denuncia, esta persona exponía que Natalia había recibido amenazas días atrás por parte de su expareja sentimental, que habría quebrantado las medidas cautelares que la autoridad judicial había dictado con anterioridad -los 16 meses de prohibición de comunicación y aproximación-.
Según las conclusiones provisionales del fiscal, el acusado mantuvo una relación sentimental con la víctima durante unos siete meses. Ese día, el acusado quedó con su compañero de trabajo para que lo recogiera con la furgoneta de alquiler con la excusa de realizar un trabajo y le pidió que fueran a las inmediaciones de un centro religioso al que sabía que acudía la mujer cada domingo.
Una vez allí, según señala la acusación pública en su escrito, al que ha tenido acceso Europa Press, el acusado vio a la mujer que se aproximaba al centro religioso y, tras hablar, accedió a montarse con él en la parte de atrás de la furgoneta para irse a un sitio mas íntimo, pidiendo el procesado al otro hombre que los dejara en un aparcamiento y que se marchara a devolver la furgoneta.
Entonces, según el escrito acusatorio, ambos fueron a la playa Zaragoza, deteniéndose en las dunas, donde mantuvieron relaciones sexuales. Tras finalizar, "con ánimo de acabar con su vida, de manera sorpresiva y con expreso desprecio al sexo femenino de la victima, la agarró por el cuello cuando se encontraba de espaldas, sin posibilidad de defenderse, logrando asfixiarla", señala el fiscal.
Esto, sostiene la acusación, le provocó la muerte a la mujer, tras lo que el procesado "decapitó con un cúter que llevaba la cabeza del cuerpo y las dos manos, arrojándolos al mar, así como el cuerpo, al que le hizo una herida incisa en el abdomen para conseguir que se hundiera y evitar ser identificado".
Según el ministerio público, el acusado sabía que estaba vigente respecto de su expareja una orden de prohibición de comunicarse por cualquier medio y acercarse al domicilio, lugar de trabajo o donde se encontrara dictada por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Marbella. Días antes había sido condenado por maltrato.
Para el fiscal, se trata de un delito de asesinato, con la agravante de discriminación hacia el sexo femenino, por el que pide que se le imponga la pena de 25 años de prisión; y otro de quebrantamiento de condena, por el que solicita que se le condene a nueve meses de cárcel. Además, insta a que indemnice a los dos hijos de la víctima en la cantidad de 52.207,51 euros, a uno de los hermanos con 15.662,25 euros y a otro con 20.883 euros.