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Un jurado popular ha declarado este miércoles culpable de un delito de asesinato a Leonel Herrera, el hombre acusado de acabar con la vida de su expareja, Natalia Mosquera, a la que tiró al mar después de cortarle la cabeza y las manos y rajarle el abdomen para que se hundiera.

Así lo han asegurado fuentes judiciales, quienes han apuntado que los jurados también lo han considerado culpable de un delito de quebrantamiento de condena, pues la mujer le había denunciado antes del suceso por malos tratos. En ambos delitos, la culpabilidad ha sido declarada por unanimidad de todos los miembros del tribunal popular.

Los jurados han estimado que hubo alevosía, ya que la víctima no tuvo posibilidad alguna de defenderse de la agresión. Tras la lectura del veredicto, tanto la Fiscalía como la acusación particular en nombre de la familia de la víctima se han mostrado de acuerdo en una pena de unos 19 años de prisión por el delito de asesinato y seis meses por el de quebrantamiento.

Cronología del caso

La tarde del domingo 8 de enero un fuerte temporal se levantó en la costa malagueña. La propia Aemet activó la alerta amarilla por fenómenos costeros. Al filo de las cinco de la tarde, unos ciudadanos que estaban en el restaurante Club 200 de la Playa de las Cañas de Marbella decidieron llamar al 061 alertando de que alguien se estaba ahogando en el mar. Las olas fueron empujaron a esa supuesta persona y, conforme se acercaba a la orilla, comprobaron que se trataba de un cadáver mutilado. No tenía ni cabeza ni manos y presentaba una raja de un lado al otro del abdomen, lo que les llevó a pensar que pudiese tratarse de una 'mula'. Al producirse el hallazgo dentro del mar, la Guardia Civil se trasladó a la zona para iniciar la investigación.

Algunos testigos grabaron el macabro hallazgo y llegaron a compartir la pieza en redes sociales sin saber hasta dónde podría llegar. El vídeo acabó en el teléfono móvil de un hombre que había perdido la pista a su hermana, víctima de violencia de género. Al ver el cadáver, acudió a la Comisaría convencido de que se trataba de ella por su fisionomía; quedaba esperar a las pruebas de ADN. En el documento de la denuncia, este hombre expone que Natalia había recibido amenazas días atrás por parte de su expareja sentimental, que habría quebrantado las medidas cautelares que la autoridad judicial había dictado con anterioridad -los 16 meses de prohibición de comunicación y aproximación-.

La madrugada del día 9 de enero, la Policía Nacional se unió a la investigación ante la hipótesis de crimen machista y estableció un dispositivo tendente a localizar a Leonel, el exnovio de Natalia y principal sospechoso de su desaparición. Tras recabar información, los agentes detuvieron a primera hora de la mañana al hombre por su presunta implicación en los hechos, pero inicialmente solo por un delito de quebrantamiento de condena. No había pruebas suficientes de que el cadáver hallado en el mar fuera el de Natalia (ya se estaban cotejando las pruebas de ADN).

Pese a ello, durante la misma jornada, los agentes efectuaron sendos registros domiciliarios en Marbella, uno en la casa del sospechoso y otro en la vivienda de la mujer, interviniéndose diversos efectos de interés para la investigación, como una radial. En este sentido, los agentes recabaron diferentes pruebas testificales que situaban a la víctima y a su expareja en un mismo punto de Marbella en las últimas horas.

Durante un interrogatorio, Leonel confesó que había asesinado a Natalia. También explicó que pidió a un amigo que le recogiera en una furgoneta que había alquilado para hacer un trabajo juntos. Cuando se vieron, le pidió que le llevara a una iglesia donde Natalia iba todos los domingos en Marbella. Acababan de romper la relación, pero él la convenció, al parecer, con la excusa de devolverle un dinero que le debía. Le pidió ir a un lugar más íntimo y su amigo les condujo hasta la playa Real de Zaragoza. 

Al parecer, su amigo se marchó y allí ambos tuvieron relaciones sexuales entre las dunas. Tras ello, el hombre agarró por el cuello a la mujer y la asfixió hasta provocar su fallecimiento. Después le cortó la cabeza y las dos manos con un cúter, con el que también rajó su abdomen. Lanzó todo al mar.

Tras ver que se trataba de Natalia gracias a las pruebas de ADN y tras la confesión tan clara de Leonel, el juez declaró prisión provisional comunicada y sin fianza para el autor confeso de los hechos. El 17 de enero se localizaron las dos manos de la mujer, pero nunca se llegó a hallar su cráneo.