No, los viejos medios no están muertos. No se preocupen. "Todos llevamos una radio en el bolsillo", decía feliz Juanma Castaño en su conversación vía Twitch con Ibai Llanos. A Castaño le han llovido palos por no entender que Messi se entrevistara con un streamer. Pero, ay, Juanma, la cosa no va de que llevemos décadas matando a la radio, sino en que llevamos décadas alumbrando nuevos formatos.
El que escribe es oyente de radio matutino, compulsivo consumidor de podcast, esporádico espectador de Twitch, lector de periódicos digitales, veedor de youtubers y consumidor de información a través de cuantos formatos se permite: vídeos de TikTok, Stories de Instagram. En definitiva, un omnívoro de formatos.
Llama la atención como algunos de los jóvenes de la radio, como Castaño, no acaben de entender que la aparición de Ibai no les hace daño a los del medio, al contrario. A los que no conocían a Ibai Llanos, les tiene que servir para darse cuenta de que el mundo ha cambiado; a los que sí lo conocían, le debe dar una idea de que la pirámide etaria de consumidores de medios tradicionales está perdiendo la base.
"El medio es el mensaje", escribió McLuhan. Hoy los medios tradicionales tienen muy difícil incrustar su mensaje en las cabezas de los jóvenes. Son formatos que exigen quietud y programación: el desarrollo temporal analógico es cada vez menos atractivo. Tener que esperar a una hora para que empiece un programa y no poder reproducirlo a velocidad x1,5 es un hándicap.
Ni Twitch va a matar a la tele, ni los podcast van a matar a la radio ni Video killed the radio star. Es la evolución de los formatos, la evolución del propio consumo. La cuestión es sencilla: quienes antes no accedían a la información porque les parecía aburrida o no les despertaba interés, tienen ahora infinitas cantidades de historias que consumir. En la selva de los youtubers nos encontramos todo tipo de piezas, claro. Pero, sobre todo, nos encontramos con personas que hablan el mismo lenguaje de aquellos que no entienden lo que se cuenta en los mass media.
Es difícil de entender que te echen la pata por alto cuando eres un pope de la información deportiva tradicional, está claro. Sin embargo, las historias no sólo hay que contarlas para los que siempre te han escuchado o leído, sino para aquellos que te escucharán y leerán.