La ciudad no para. En los últimos meses, todo un rosario de proyectos se ha ido desgranando a la opinión pública y en lo que va de año tenemos encima de la mesa una transformación inconmensurable: un Metro en ampliación y que unirá, definitivamente, al Centro con los barrios; una transformación viaria y la creación de una zona de bajas emisiones que apartará a los coches para hacer de Málaga un lugar más sostenible.
Además, el refuerzo definitivo de la infraestructura sanitaria: la ampliación del Costa del Sol y la apuesta por el nuevo hospital de Málaga. A eso hay que unirle una constante ampliación del parque de viviendas, como el proyecto de unir definitivamente a Málaga con Torremolinos con zonas verdes y un campo de golf. También hay que incluir que, a pesar de la falta de oficinas, la intención es que la ciudad se reconvierta para poder acoger un número suficiente de espacio para las empresas.
A eso hay que unirle la intención de mejorar las conexiones en la ciudad, con el Plan Litoral, y también de la provincia, con el ejemplo de la autovía a Ronda, o las inversiones millonarias en mejorar la seguridad de los túneles de la A-7.
Pero a pesar de todo esto, a Málaga le sigue faltando algo que las grandes metrópolis tienen y cuyo desarrollo ha sido clave para el éxito de éstas: la infraestructura ferroviaria. Málaga no puede crecer sin un tren que conecte todos sus núcleos de población. De nada servirá un Metro en el centro de la capital si para llegar a Marbella o Estepona hay que coger indefectiblemente el coche; de nada servirá una zona baja de emisiones si para conectarse con cualquier punto sólo existe la opción del vehículo privado.
Para cumplir con el objetivo de que uno de cada cuatro viajes se haga en transporte público, Málaga tiene que despertar y poner pies en pared. El tren litoral es una necesidad acuciante. Unir ese ferrocarril, además, con el interior, para que Antequera pueda desarrollar su actividad futura como núcleo distribuidor es mucho más que una idea peregrina.
El momento en el que estamos demuestra que apostar por Málaga es ganar. Por eso estamos en el punto en el que Málaga debe exigir su papel; para desplegar todo el potencial, es imprescindible sacar adelante todos los proyectos que, partidismos a un lado, dejen a la provincia en la posición que se espera de ella. Coliderar el desarrollo económico en el país y ser la locomotora del sur. No hay más.
Los grandes agentes privados no cesan de anunciar su desembarco (ahora ha sido el momento de Talan), la Administración debe estar a la altura y redoblar la apuesta para afianzar a la provincia. No hay excusas: apostar por Málaga es ganar.