Ya le tocaba a Carretería. Hasta que no lo he visto con mis propios ojos no lo he creído: de verdad, ya está de obras. Quien ha vivido su entorno desde principio de este siglo es consciente de cómo ha cambiado todo lo que hay a cada banda de la calle. Desde el Muro de San Julián a Pozos Dulces o de Postigo de Arance a Molinillo del Aceite.
Mientras los alrededores de la céntrica vía olvidaban la depresión a la que estuvieron sometidas en el siglo pasado, Carretería seguía siendo un mal necesario. El acceso al Centro en coche que acababa con la paciencia de cualquier al llegar al cruce con Ollerías. Intransitable a según que horas con el coche e intransitable a según que deshoras a pie.
Yo lloro con un ojo. Perdemos la vieja Tribuna de los Pobres, pero la que llega no va a diferir mucho. Es cuestión de que Málaga necesita que el último acceso al Centro quede sellado y se gane para el peatón.
Indiscutiblemente, la obra que acaba de empezar dará dolores de cabeza y seguro que habrá que sellar según qué partes a la bulla para que las cofradías no se molesten… aunque un año sin Carretería no le dolería a nadie: todo sea para que la ciudad consiga ganar un espacio más.
Ahora que en la magna de octubre veremos a algún trono desubicado de su transitar cómodo y original, habrá quien descubra que hay calles que también valen la pena. Aunque lo que sí que será único es ver una calle Carretería a un solo nivel y con la gente paseando. Porque sí, porque lo de Carretería, falta hacía