Jueves Santo. Santo Jueves. Todo un Calvario y una verdadera Estación de Penitencia dicen estar sufriendo muchos malagueños que, sin su silla en el Recorrido Oficial, aseguran estar pasando las de Caín, para poder disfrutar de las cofradías en la calle. Una semana de Pasión, en la que han visto rota su Esperanza por poder disfrutar de lo nuestro, sin abono que valga.
Lo cierto, y pongámonos serios, es que el debate sobre el Recorrido Oficial, sobre la fórmula empleada para plagar de palcos y sillas el centro y para permitir la famosa 'permeabilidad' de la que tantas veces nos han hablado en materia de seguridad, no es nuevo. Fue debate antes de la pandemia, se calmó cuando se nos había casi olvidado cómo era esto de salir a la calle con capirote y al ritmo de un tambor, y volvemos a vivirlo en esta Semana Santa del reencuentro, que lo es para muchos en todos los sentidos. Y no: no es un debate único de la ciudad de Málaga, por mucho que pensemos que sólo aquí nos permitimos situar según qué vallas, de según qué altura y en según qué sitio. Pasó en Sevilla en su momento, pasó en Córdoba y se repitió en Málaga.
Porque la Semana Santa "es de todos", como suele exclamar algún afectado por el tema cada año pero, con permiso, eso no está reñido con que una parte del recorrido quede a disposición del abonado (nunca me gustó esa palabra para hablar en contexto cofrade) y sólo de éste. Sabe este cronista que el tema tiene su vuelo y que no hay mucho que hacer contra el ruido en mitad de un silencio. También tiene uno claro que el debate tal vez no está en el hecho de contar con un espacio cerrado, sino de ampliar éste último hasta extremos jamás pensados, creando en el centro de la ciudad algo así como un trazado de particulares curvas, en ocasiones de escasa trascendencia, donde lo comercial ha ganado a lo estético.
Y es por ello que, claro lo primero y entendiendo que nunca llueve a gusto de todos… y que algunos parecen estar siempre esperando la lluvia, el asunto obliga a una reflexión de las partes. El año del reencuentro… el reencuentro con el cabreo, con los discursos opuestos a la teoría oficialista y con la desazón del malagueño que acostumbraba a pasear un Lunes Santo, un Domingo de Ramos o cualquier otra tarde/noche de nuestra Semana Santa por las calles adyacentes al otrora Recorrido Oficial, que ahora sólo choca con paredes y muretes de palco. “¿Quién fuera Paloma?”, apuntan los más ingeniosos en esas retorcidas esquinas. “Les está costando la Salud”, sugiere el bromista.
Guste o no guste, el trazado oficial ha de existir y “no hay más tutía” que ponerse de acuerdo para dibujar un recorrido que convenza a la mayoría, y que no se esté modificando cada años, por cierto. En el caso del actual, la decisión no se tomó en Soledad, y fue un acuerdo entre la mayor parte (no todas) de las cofradías el que dio luz verde a este itinerario común por el centro, sabedores todos (quienes dieron el sí, y quienes votaron no) de que lo de antes necesitaba una vuelta. O dos. Y si la cuadratura del círculo es compleja, poner de acuerdo a medio centenar de colectivos distintos no lo es menos. Y de ahí los Dolores de cabeza de una Agrupación que, de la mano del Ayuntamiento, acabó por dar Traslado a una iniciativa que, ahora, parece no tener Piedad de los muchos que aseguran que “esto no funciona”.
¿Será la altura? ¿Será el lugar? ¿Será será...? El debate está en la calle, porque nace en la calle; el debate está en las redes, porque se alimenta y se fortalece en las redes. Y ahora, incluso está en la mesa política, porque no han tardado en la oposición en hacer Sangre y criticar abiertamente la nueva disposición de este Recorrido Oficial y apuntar directamente a De la Torre, como artífice de un dibujo que no es suyo. Opiniones Fusionadas, las del PSOE con la calle, para dar más cera si cabe en pleno ecuador de la Semana Santa de la mascarilla y de las Lágrimas por volver a erizar nuestros sentidos.
El madridista Alaba hizo de su imagen cargando una silla, todo un icono de la remontada (otra más) de su equipo en Champions, a costa del PSG. La silla como trofeo y como emblema de mando, de premio y de éxito. Para nuestra Semana Santa, la imagen de la silla (en algunos momentos, vacía) representa el debate abierto sobre un Recorrido en el que sillas no faltan, porque lo que falta son huecos para el que no quiere gastar una monedita en esa guerra, sea o no sea Rico. Para ese malagueño, por cierto, siempre está la opción de ver a los Titulares de cualquiera de nuestras cofradías en algún otro punto de la ciudad, si bien hay casos y casos, y no siempre es fácil ubicarse. Que se lo digan al foráneo, que de esos hay unos cuantos, que en jornadas como las que estamos viviendo sufre especialmente el no saber dónde ubicarse o cómo disfrutar de nuestro maravilloso ‘museo andante’, si no es pasando por caja.
El debate, abierto. La necesidad de sentarse en la silla para disfrutar al completo este año, evidente. La obligación de que Agrupación y Ayuntamiento se sienten en la suya, frente a frente, para abrir un sosegado diálogo sobre el tema, más que patente. Apelemos a ello. Sólo así, el consenso habrá Resucitado.