La inflación, por las nubes y la inacción, también. Con Sánchez viajando a la izquierda de la izquierda en sus particulares ‘Mundos de Yupi’, España sigue abocada al problema y a la complicación, en un marco internacional marcado por la subida de los precios que trae aparejado el conflicto de Ucrania… pero saliendo, una vez más, bastante peor parada que sus socios europeos. Casualidades de la vida, señor presidente.



Curiosa situación la de este país, en el que siempre nos creímos de la zona alta de la tabla (como aquellos equipos que pelean por la Champions cada año) y en el que de un tiempo a esta parte nos hemos tenido que acostumbrar a vivir con un ojo en la zona media (de la tabla, se entiende) y con otro en la parte baja, con la angustia de quien se sabe inferior a unos cuantos y en un apuro continuado por falta de un verdadero líder del vestuario, que aquí se llama Moncloa.



Nuestro ‘patrón’ sigue a lo suyo: una ayudita por aquí, una subvención por allá, una ley de memoria por el otro lado… todo vale con tal de seguir agarrado a un sillón que solo tiene garantizado llenando el buche de unos hambrientos de dudoso pelaje. Lo de menos, lo que a usted le preocupa verdaderamente; lo más relevante de su discurso, la foto bien encuadrada, el titular fácil y la palabra de nueve letras que maneja como nadie. ¿He oído populismo?



Esta semana, la bandeja le traía platos calientes al camarero Sánchez: de primero, ese Debate del estado de la Nación, en el que no ha hecho sino amarrar “cueste lo que cueste” el compromiso con sus socios. De segundo plato, una ley de memoria democrática que levanta el estómago a cualquiera con medio dedo de sensatez. Así será la cosa que esto no va de oposición, o de política en busca de rédito para desmontar las teorías de quien manda. Así será la cosa que esto lo saben en su propia casa, si bien es cierto que el PSOE dejó de ser hace tiempo ese partido en el que las ideas se mezclaban en los pasillos de Ferraz, donde se escuchaba a militantes de una y otra posición y se terminaba por hilar un velo marcado por el buen juicio, la pluralidad y la madurez en sus decisiones.



Ahora, el partido del puño y la rosa es el de la mano y el “espejito, espejito” de Pedro. Y en su partido, hace tiempo que se dieron cuenta de que el daño a futuro viene de dentro, pero son muchos los que callan, tal vez presos de su realidad en el presente. Anunciaba hace unos días la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición (que integran numerosas personalidades de distintos ámbitos e ideologías) su petición formal al Gobierno para que retire el proyecto de ley de memoria democrática que hoy mismo se enfrenta (previsiblemente) a su último examen en la Cámara Baja, cuando será sometido a votación en el Pleno. Una medida que, tras meses en el cajón, hace saltar por los aires los cimientos de la memoria real de un país que no olvida. Un documento que ex presidentes del Senado, un ex presidente andaluz y varios ministros tan o más socialistas que Sánchez, ven como una temeridad, calificándolo de “tergiversación injusta y ajena a la verdad”. Honores a Bildu de don Pedro y el español de turno tapándose la nariz y la boca para no vomitar con tanta permisividad, tanto olvido cuando esto iba de memoria, y tanto buen construido en una sociedad madura, que ahora Sánchez parece querer tirar a golpe de machota.