Las cosas están para desesperarse en La Rosaleda. Estamos a mediados de octubre, apenas llevamos dos meses de temporada, pero para el Málaga CF esta campaña se está desmoronando ante los ojos del aficionado y corre el riesgo de convertirse en irreparable, con consecuencias desastrosas para el club.
Las estadísticas son alarmantes y a estas alturas sólo apuntan en una dirección. Por un lado, la Primera División de la RFEF y en el caso del Málaga, el abismo de todo el club.
Necesitar otros 44 puntos para evitar el descenso significa que el equipo requerirá ganar casi el 50% de los puntos disponibles de aquí al final de la temporada. Cuando solo se han ganado cinco de los últimos 35 partidos, parece casi imposible. Once meses sin ganar en La Rosaleda resumen el rumbo que lleva el club desde hace un año. Y nadie hace nada para evitarlo.
La relación entre el club y la afición está rota, el vínculo entre aficionados y equipo está sometido a una enorme presión. El miércoles, más de 500 malaguistas viajaron a Madrid para apoyar al equipo en un partido crucial contra el Leganés. Después de otro pésimo resultado, el club tardó casi un día en agradecer en las redes sociales el apoyo de la afición. Es sólo uno de los muchos ejemplos que dejan entrever lo completamente fuera de onda que está este club.
Un club dirigido por un administrador judicial que no es responsable de las decisiones deportivas y unos cuantos directores y asesores inactivos han permitido al actual director deportivo, Manolo Gaspar, dar rienda suelta a demasiadas decisiones equivocadas durante todo este tiempo: desde la estrategia de fichajes hasta sus nombramientos de entrenadores. ¿Confían los aficionados en que Gaspar hará los fichajes adecuados en el periodo de enero para revertir esta situación? La respuesta es que no, en absoluto.
Pepe Mel necesita tiempo, pero se ha quedado con una plantilla totalmente desequilibrada, que además es la más antigua de Segunda. Los clubes de fútbol mal gestionados acaban teniendo equipos de fútbol con problemas, ya que demasiadas decisiones y nombramientos erróneos acaban teniendo consecuencias terribles. Deberíamos haber descendido la temporada pasada, todos lo sabemos. Y me temo que no nos saldremos con la nuestra otra vez.
Aunque solo estemos en octubre, el tiempo se acaba para el Málaga CF. Hay que tomar grandes decisiones ahora o enfrentarse al desastre que se espera al final de esta temporada pese a la victoria que ha dado alegría al malaguismo.