¿Qué tienen en común Mark Zuckerberg, Bill Gates (de Harvard), Marissa Mayer, ex CEO de Yahoo, Sergey Brin, Co-fundador de Google, (de Stanford), Drew Houston, Dropbox, (de MIT)? ¿Qué tienen en común Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Ángel Acebes (de la UCM), ¿o Alberto Garzón (de la Sorbona)?

Todos recibieron becas para estudiar. La lista, obviamente, es interminable. En estos días hay un ruido contra el papel del becario. Se coge el rábano por las hojas y se generaliza para meter a todos los becarios y todas las empresas en el mismo saco.

En inglés, “internship” o en francés “stagiare” se corresponde mejor con la definición de aquella situación de formación en el lugar de trabajo más que la ayuda económica para la realización de estudios. Nuestros becarios son más bien los que se definen en el concepto inglés o francés. En particular, en francés, el receptor de beca para estudiar se llama boursier, los anglosajones tienen grantee , scholarship, grant holder, fellow… 

Es cierto que se dan casos de malas prácticas y abusos en algunas compañías y en especial en algunos sectores. La abogacía ya metió mano hace años para poner orden en la pasantía y algunos medios de comunicación, que abusaban del rol de becario, también fueron visitados por la inspección. El País en 2012 fue sancionado por la inspección con 160.000 euros.

En Madrid, las Big 4 han recibido recientemente las visitas de la inspección de trabajo y se están revisando las horas extras no declaradas. No seré yo el dedo acusador, ni el que lo niegue o mire para otro lado, y contra esas prácticas debe actuar la infradotada inspección de trabajo.

Los llamados “falsos becarios”, personas que en lugar de estar formándose en el puesto de trabajo están desarrollando plenamente la labor de un titulado ya formado, se están persiguiendo, según comunicó el Ministerio de Trabajo que, entre 2018 y 2020, realizó 3.865 visitas con la regularización de 3.326 personas.

Es cierto que el problema existe y debe ser perseguido como cualquier otro posible fraude. Pero no es menos cierto que no existe forma eficaz de paliar el déficit formativo de los egresados de las universidades, cada vez más inmaduros, y cada vez con niveles más bajos, no sólo de conocimientos troncales sino de muchas de las llamadas “soft skills”, capacidad de trabajar en equipo, gestión del tiempo y planificación, habilidades de comunicación, manejar ERP’s, CRM’s, SRM’s y otras herramientas mínimas de gestión, presentar en público, gestionar proyectos, acometer problemas complejos, desarrollar misiones en el extranjero o simplemente hablar bien inglés.

Para muestra un botón. Hemos trabajado con dos egresadas universitarias, tres años con una y dos con otra. Realizaron primero prácticas, una Beca Ícaro, y luego se les hizo un programa de acompañamiento y formación con un contrato en prácticas que crece del orden de un 25% cada año hasta alcanzarse el del convenio del metal, en nuestro caso para un titulado superior.

Durante el proceso formativo se les ha formado en herramientas de gestión de proyectos, enviado a formarse y aprender a Barcelona, a instalaciones industriales de socios tecnológicos, a Tánger a nuestras propias instalaciones y a Múnich a la mayor feria tecnológica del mundo.

Dentro del proceso de formación se incluye ponerse cada vez más en situación de exponer trabajos, logros, riesgos y resultados de investigación, en español e inglés, leer y redactar patentes. La pasada semana, visitamos el área en el que desarrollan sus trabajos técnicos con el vicepresidente mundial de una de las mayores empresas de tecnología de automoción, le acompañaba el director de compras estratégicas y dos responsables de I+D.

Ninguna de las dos pudo articular ni 4 palabras en inglés, a pesar de conocerlo, cuando les pedí que presentaran su área de competencia. Tuve que hacerlo yo personalmente. En estos momentos hay 4 o 5 personas en esa área de Innovación en la compañía.

Todas requieren de un proceso de acompañamiento formativo, desde las que están recién egresadas o acabando el Grado o el Máster hasta las que ya llevan más tiempo con nosotros, incluso las que ya llevan 3 años: utilización de equipos avanzados, equipamiento del laboratorio, financiación de la innovación, diseño de experimentos, selección y conformación de equipos, búsqueda del estado de la técnica y papers científicos de aplicación en nuestros productos, gestión de proyectos, y comunicación.

En absoluto las culpo. Tampoco vale aquello de “con tu edad yo ya había dado una vuelta al mundo”. Cada generación, en cada lugar, tiene un contexto. Lo único que funciona es darles retroalimentación, con asertividad, decirles lo que esperamos de ellas, y lo que les falta, animarlas a mejorar, aportarles tanto apoyo económico como medios, tiempo y la formación adicional que necesiten y esperar a que se vayan convirtiendo, como el resto de las colegas senior, en profesionales plenamente capaces de desempeñar sus cometidos, que no son sencillos y, por ello, requieren de 4 a 6 años de formación superior y de 2 a 3 años de formación en la empresa.

Me consta que hay universidades privadas que gestionan esto y que sus alumnos reciben formación empresarial y en el extranjero. Son programas caros, solo a la altura de familias con suficientes recursos. Estos egresados, como Marc el hijo de un muy buen amigo, que ha estado la mitad de su formación de ADE realizando prácticas en KPMG en Barcelona, y ahora se pasa un año en San Diego completando su formación, podrán aterrizar directamente en un puesto de trabajo sin tener que hacer una beca y un itinerario formativo (o al menos mucho más corto) en la empresa. Una formación de excelencia te introduce a mayor velocidad en el mundo laboral y te aporta mayores oportunidades, de mayor remuneración, desde antes.

Obama fue becario en un despacho de abogados de Chicago, Merkel entró de meritoria y ayudante de investigación antes de desarrollar una brillante carrera como investigadora en la Academia de Ciencias de Berlín Oriental. Jacinda Arden, la primera ministra de Nueva Zelanda que acaba de dimitir recientemente, fue becaria en la oficina del Primer Ministro.

Recuerdo que mi admirado amigo Carlos Vivas, ya fallecido, estaba muy orgulloso de que el actual CEO mundial de HP, Enrique Lores, empezó con él, en HP en Barcelona de becario, pero Larry Page, también co-fundador de Google lo había sido en Xerox en Palo Alto, Jeff Bezos (Amazon) había hecho prácticas lo veranos en Wall Street.

El fundador de Twitter, Jack Dorsey, también fue becario en Odeo, una empresa de podcasts, y el que finalmente ha comprado la compañía del pajarito, tras fundar SpaceX, Tesla, Starlink y otras tantas, Elon Musk, había empezado aprendiendo como becario en una empresa de Software, Pinnacle Reseach Institute en los 90. Las empresas líderes de tecnología, como Microsoft, tienen amplios e interesantísimos programas de prácticas y becas.

Una famosa comedia (Los becarios/ The internship) nos mostró, en 2013, cómo dos comerciales maduros (Owen Wilson y Vince Vaughn) aplicaban a una beca en Google y posteriormente otra de Nancy Meyers, nos muestra a Robert de Niro, ya jubilado a los 70, incorporando su experiencia y sentido común a la CEO (Anne Hathaway) de una Start-Up en El becario / The intern  (2015). Ambas obras pecan de no reflejar bien los aspectos formativos que aquí señalo. Son comedias que ridiculizan en algunos aspectos una función necesaria.

Otro reconocido líder tecnológico español, Juan Tomás Hernani, actual CEO de Satlantis y ex secretario de Estado de Innovación con Cristina Garmendia, empezó de becario. Jose Manuel Entrecanales de Acciona, fue becario en el departamento técnico de una empresa constructora según nos contó un día el ex presidente de Cecot, Antoni Abad.

En Málaga Nono Fernández, directivo de Fujitsu, o Carlos Villa directivo de Ilunión (Grupo ONCE), hicieron, como muchos otros, prácticas en Alcatel, luego Anovo. La famosa Hughes, la pionera del PTA formó en prácticas a magníficos profesionales Begoña Montoro, José Osuna…, al igual que la propia Fujitsu, o Siemens, donde, por un breve tiempo, trabajó haciendo una mejora en el perfeccionamiento activo nuestro actual consejero de Turismo, Cultura y Deportes.

Tengo para mí que algunos de los Vicepresidentes de Innova IRV también, un día, fueron becarios, al menos me suena Juan Manuel Melero de Ericsson empezando en Alcatel, Rafael Sánchez en Sevillana de Electricidad, Antonio Gómez Guillamón en Construcciones Aeronáuticas (CASA) o Fernando Hardasmal en una empresa del centro antes de ir a CETECOM.

En nuestra propia empresa, hemos formado en prácticas profesionales que hoy están en TDK en Alemania, en Schaffner en Suiza, en Indra en Madrid, en Wallbox en Barcelona, en Jaguar Land Rover en Reino Unido, en Magneti Marelli, Renault o Valeo en Marruecos, en Monolithic Power Semiconductors y, sobre todo, en Premo conmigo y la mitad de mi equipo directivo, mención especial por su juventud (31 años) y su responsabilidad (dos plantas con 700 trabajadores en Vietnam), al Malagueño de San Andrés, Andrés García Bonilla.

Hasta mi propia mujer en la Comisión Europea con muchos de los Licenciados en Derecho en Zaragoza y especializados en Derecho Europeo en Nancy fueron becarios. Todos ellos hoy altos funcionarios en instituciones como la ONU (Marcos Montoiro), la propia Comisión o en la Administración General del Estado.

Cuando llegué, en 2000, a Barcelona me nutrí de los mejores estudiantes de Física de la Materia Condensada que me presentaba el Catedrático emérito de la UB, el Dr. Tejada. Con ellos construimos el germen de la innovación en electrónica de potencia en nuestra empresa. También nos aportaban talento los profesores de la Escuela Industrial (antigua Escola del Treball) con el profesor Manuel Román a la cabeza. Víctor Repecho, Pau Colomer, Flavio Giménez, Ainhoa Cabeza, Roger, Carles, Aitor, una combinación de físicos, electrónicos e ingenieros que siempre funcionó bien… todos hoy magníficos profesionales en buenas compañías.

El breve tiempo que presidí Farsens en San Sebastian pasaron por allí unos cuantos becarios de doctorado e ingenieros de la Escuela de Ingenieros de Navarra (que está en San Sebastián). El equipo final era de excelencia y hoy algunos están despuntando en Salto Systems o en Grupo Antolín, en Tecnum, o como profesores en la propia Escuela.

Trabajamos en Málaga para crear un “Summer Campus” sobre robótica y becamos a los mejores para que se formaran en robótica colaborativa y abierta. Cedimos robots al departamento de la UMA dirigido por Víctor Muñoz para que nuestros egresados tuvieran conocimiento de sistemas no propietarios y colaborativos basados en ROS (Robotic Operating Systems).

Creamos una Cátedra Premo-UMA de Electrónica Industrial en la que formamos más de 20 alumni de Ingeniería cada año. También hemos firmado la cesión a Escuela 42 en el Polo de Contenidos Digitales. Hacemos lo mismo en India, en Vietnam, la semana pasada estuvo el Rector de la Universidad de Tetuán con nosotros en Tánger. Todo para aportar y colaborar en la formación empresarial de los egresados en todos los territorios donde trabajamos.

Mientras no se institucionalice e implante plenamente la FP Dual, los Grados Duales y los doctorandos industriales, que no nos toquen la única vía que nos queda para poder identificar y formar talento, las becas.

Si acaban con ellas, los jóvenes insuficientemente formados no tendrán las mismas oportunidades. Los tendremos que buscar donde estén bien formados o sea posible formarlos, reduciendo las oportunidades reales a aquellos que no han podido acceder a una formación de élite. Cuando más se ataca al mérito y falazmente se defiende la igualdad de oportunidades, más se les quitan a los que no han podido acceder a una formación de excelencia. Yo fui becario.