La pasada semana Chat GPT ha sido portada de la revista americana Time. “La carrera por la Inteligencia Artificial lo está cambiando todo”. Este es el titular de la famosa revista americana. A final de enero, sólo dos meses después de su lanzamiento, la usaban más de 100 millones de personas. La mayor tasa de adopción de la historia.
El 11 de febrero fue portada en The Economist. Sobre el asunto, GPT3 e IA, hace ya meses que el profesor de ESADE Dr. Xavier Ferràs nos viene llamando la atención. Sus consecuencias, las de la inteligencia artificial, su impacto, que apenas podemos intuir en múltiples campos, la educación, es el que está dando más que hablar. Hay centros que prohíben su uso. Como el que prohíbe usar las redes de comunicaciones o respirar. Será inútil. Otros, más razonables, apuestan por enseñar a usarlo.
El Chat es lo que ha hecho más furor. Yo he usado también la herramienta de completar texto, la de dibujar Dall-E, y es sorprendente. Lo que más me impresionó fue la capacidad de generar programas sencillos. Esto potencia herramientas en las que ya hace tiempo que se trabaja y que en Málaga, sin ir más lejos, desarrolla Tupl, herramientas “no-code”, que permiten a través de la IA no tener que programar, o mejor dicho, no tener que usar un leguaje de programación, cuya sintaxis, variables, funciones, y hasta compiladores había que conocer bien hasta ahora.
Ahora, con lenguaje natural, podemos pedir a Open AI, que es la plataforma, que nos genere un programa que busque en una tabla o matriz el máximo, o el mínimo. O que nos la ordene por orden alfabético, o que nos busque un determinado valor.
¿Se imaginan ustedes, la cantidad de personas que, sin saber programación podrían estar haciendo herramientas de gestión, o configuraciones de red o de máquinas con control digital?
GPT3 usa 175.000 millones de variables. Nos decía Alberto Granados, presidente de Microsoft España, hace apenas un mes, en las jornadas de APD y Málaga Tech Park, que pronto podremos hacer un esquema y una descripción sencilla y la IA nos generará una App, que la incorporación de estas herramientas a Teams, permitirá que las actas de las reuniones sean automáticas y, además, puedas definir el nivel de compresión, que herramientas como Power Point, en la parte de imágenes, te permitirá generarlas con herramientas como Dall-E.
Nos habló de Megatron-Turing NLG, un monstruo aún más potente que contará con 530.000 millones de parámetros. En definitiva, que esto que nos impresiona tanto, no ha hecho más que empezar y quedará integrado en herramientas comunes de gestión.
El impacto ha sido tal que Google ha venido a presentar una herramienta propia “BARD”, el pasado 7 de febrero. Su propio “Chatbot”. En la presentación apareció el famoso Murphy y algo no fue fino. Sin embargo, es evidente que, aunque ha habido prisas por anunciarlo, estas cosas no se improvisan en dos días.
El año pasado, Paul Buchheit, uno de los creadores de Gmail, adelantaba que Google “podría estar a uno o dos años de la disrupción total” debido al auge de la IA. Al día siguiente The Economist planteaba un artículo titulado “¿Está en peligro el dominio de las búsquedas de los últimos 20 años?”. En él nos recuerdan los que sucedió con Yahoo y, sobre todo con AltaVista a la llegada de Google.
¿Se imaginan la enorme ayuda que una IA de este tipo puede ser para pacientes con trastornos de memoria como el Alzheimer? Los sistemas de detección de anomalías y de “Deep learning” aplicados en análisis de imágenes como las de los melanomas tiene igual o mejor fiabilidad que un dermatólogo experto.
Esta semana, Carlos Franganillo, en su programa de RTVE sobre las innovaciones que configurarán el mundo de los próximos 30 años, “10.000 días”, daba buena cuenta de todo esto. “La nueva inteligencia”. No se lo pierdan, lo tienen a la carta y en la web.
Cuando llegó la tan manida transformación digital, hace ya unos años, “la matraca” fue tal que tuvimos que salir a decir aquello de “menos hablar y más hacer”, que la digitalización no era más que otra ola de herramientas para la productividad y la base para una nueva sociedad, la de la humanidad conectada.
Sobre esas capas de conocimiento y tecnología: álgebra, física, electrónica, telecomunicaciones, redes, se van construyendo capas nuevas. Cada vez que se mejoran las capacidades de computación, de almacenamiento y de comunicación, se abren nuevos campos infinitos.
Nos recuerda el profesor Ferràs que cuando en 2016, Lee Sedol, el campeón del mundo de Go (un juego milenario chino con muchísimas más posibilidades que el ajedrez y que requiere altos niveles de intuición sobre los movimientos del contrario), fue derrotado por AlphaGo, una IA desarrollada por Google Deep Mind con redes neuronales y algoritmos de búsqueda en árbol, el gobierno de Xi Jinping aumentó muy significativamente su presupuesto, entendiendo que el que domine la IA tendrá mucho ganado en múltiples campos, incluido el geoestratégico.
Que las máquinas superen al hombre no es nada nuevo, desde las primeras industrias líticas, las palancas, los mangos, la rueda, los carros, los molinos, las fundiciones, las naves de transporte, y todo lo que las distintas revoluciones industriales han aportado, el hombre ha sido superado, y mucho, por las máquinas. Casi siempre, lamentablemente, las de la guerra las primeras.
El neuro-científico francés Stanislas Dehaene, uno de los más prestigiosos en el estudio del cerebro matemático, no se mostraba tan eufórico con la IA. El Brain Prize de 2014, el Nobel de la Neurociencia, y autor de El cerebro matemático (Ed. Siglo XXI 2016), que es matemático de formación, y lleva años analizando qué zonas y redes del cerebro se activan cuando leemos o hacemos cálculos matemáticos.
Escanean cerebros por resonancia electromagnética a alta resolución mientras desarrollan actividades. Lo hacen con bebés antes de que aprendan a hablar, con niños y niñas a lo largo de su crecimiento, a distintas razas y culturas. Asegura que los circuitos cerebrales son idénticos en todos los casos, y no hay cerebros mejor dotados a priori para las matemáticas, con una base común para todos. No hay diferencia entre niños y niñas antes de entrar al colegio.
Aprender a leer, asegura, cambia drásticamente el cerebro. Hace unos 3.500 años que se inventó la escritura, no ha habido tiempo de hacer una adaptación genética, sin embargo, el cerebro “recicla” o “reutiliza” otras áreas para la lectura.
Asegura que las intuiciones matemáticas son consustanciales al hombre y tan antiguas como la humanidad, por ello, la geometría, los volúmenes y espacios, los números, la navegación y el reconocimiento de patrones, y estructuras abstractas tienen una zona dedicada, específica y común a todos nosotros.
Muy interesante es su explicación sobre las revelaciones, el momento “¡eureka!” de Isaac Newton, ese momento que surge en la Innovación cuando ante un reto, acabamos teniendo lo que él llama el momento “¡ahá!” y a nivel cerebral llaman “el encendido”, la emergencia repentina de patrón cuando pasas a ser consciente de la solución encontrada. Sucede lo mismo en el cerebro en innovación que cuando aciertas una palabra en un crucigrama. Asegura que hay un proceso de maduración lenta hasta que aparece la revelación.
En contra de las hordas de pedagogos que nos están machacando el sistema educativo en España, este asesor del ministerio de Educación Francés asegura que la memoria y la memorización es muy importante para la consolidación de determinadas habilidades básicas. Considera que es clave para la automatización que libera la corteza prefrontal (aprendizaje y atención consiente) para tareas de más alto nivel.
Sobre la IA, asegura que en estos momentos solo puede modelar el funcionamiento del cerebro humano durante 300 milisegundos, aunque está mejorando rápidamente. Un día, sin duda, lo igualará y lo superará.
Pienso que la clave es mantener e incentivar la curiosidad. Asegura Dehaene que cuando aprendemos, y cuando hacemos descubrimientos, mediante la curiosidad, una característica especial del cerebro humano, que tiene un periodo de aprendizaje muy largo, es una parte importantísima del desarrollo. Tanto es así que, cuando satisfacemos la curiosidad, tenemos “chutes” de dopamina. Se activa el mismo circuito de la recompensa que con el sexo o la comida o el placer. La curiosidad y el aprendizaje enganchan y esa recompensa es el motor del progreso y la innovación.
Los Antiguos Griegos, en contra de lo que se cree, fueron muy innovadores, así lo asegura Armand D’Angour, profesor de clásicas en Oxford y autor de The Greeks and the New. En su librito How to Innovate, delicioso, llega a describir el momento “eureka” de Arquímedes, durante el proyecto “Apolo” de la época, el desarrollo de la nave Siracussia. Describe el primer “hackathon” en el capítulo 4, cuando el rey Dionisio de Siracusa convoca un concurso que lleva a la invención de nuevas armas como la catapulta.
En el siglo IV antes de Cristo, unos 1.000 años después de la aparición de la escritura, en El Fedro, uno de los diálogos más bonitos de Platón, hacia el final, Sócrates cuenta un mito. El dios Theuth (Thoth) va a visitar a Thamus (Ammón), rey de Egipto y le ofrece el alfabeto griego asegurando que mejorará el conocimiento de su pueblo haciéndolos más “sabios y memoriosos”.
El rey lo rechaza diciendo “Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad».” (Platón, Fedro 274D-275B).
Sócrates defendía la oralidad como forma de aprendizaje, él no sabía lo de la memoria y los circuitos neurológicos, tampoco lo de la IA, pero ya temía que si se dejaba de entrenar la mente seríamos menos sabios. Esta es la verdadera amenaza de la Inteligencia Artificial, no que nos quite el trabajo o tenga sesgos, que aprende de internet, la estadística y el comportamiento humano. Estos problemas tienen arreglo, lo que no tiene arreglo es que acabe haciéndonos unos ignorantes.