El pasado 12 de Julio, poco antes de las elecciones generales, la vicepresidenta Primera del Gobierno, Nadia Calviño, anunció la firma de una carta de intenciones con el IMEC. Una semana antes, en Twitter, vimos una comunicación del prestigioso instituto que lo anticipaba. Los lectores más legos en estos temas se preguntarán qué es esto del IMEC y por qué es importante.
Resulta que hace ya años que en Europa nos estamos quedando sin capacidades industriales clave en asuntos estratégicos y que la pandemia simplemente evidenció quien, como cuando baja la marea, estaba nadando sin bañador. Europa en semiconductores estaba “en pelotas”.
La historia es larga, pero han pasado poco más de 75 años desde el descubrimiento del transistor bipolar. El primer dispositivo discreto semiconductor. El primero, descubierto en los laboratorios Bell, sirvió para ver cómo una pequeña señal introducida por un polo llamado puerta se podía amplificar n veces si estaba bien polarizado, es decir, en una zona de funcionamiento lineal. Al número de veces que amplificaba se le llamó beta y los ingenieros vieron primero una forma de sustituir a las lámparas de vacío y sus aplicaciones de 3 y 5 polos, triodos y pentodos, que hacían furor en los aparatos de radio y de audio de la época.
Nacía la época dorada de los semiconductores analógicos. En 1955 Motorola Semiconductors fabricaba los primeros transistores de Germanio (un material restringido a la exportación en China desde el 1 de agosto) para radios de coche. Pero fue el magnífico matemático homosexual represaliado por su país tras salvarles de Hitler, Alan Turing y su primera máquina lógica de estados, la que evidenció que, con interruptores abiertos y cerrados, biestables, en su momento hechos de relés de solenoides, se podía tener una máquina lógica, una calculadora.
Ya la electrónica analógica, con los amplificadores operacionales desarrollados por el grupo de los “8 traidores” en la Fairchild en 1957, con el primer circuito integrado, podía obtener una salida que podía ser la multiplicación, suma, resta, división, integral o derivada de la entrada. Todo un logro que permitió enormes avances en instrumentación. Las telecomunicaciones, ahora que se podían sumar señales, subirlas en portadoras de mayor frecuencia, filtrarlas, separarlas, amplificarlas y muestrearlas, se desarrollaron exponencialmente, cada año salían dispositivos más rápidos, con menos pérdidas, más potencia, con mejor rango dinámico, capaces de introducir mayores frecuencias de procesamiento y transmisión.
En Europa, Phillips y Siemens, pero sobre todo la primera con su primera planta de semiconductores en Nijmegen en 1955, forman un enorme imperio basado primero en la evolución de la clase media mundial y de la masiva incorporación de sus inventos a los nuevos estándares que desarrolló para la radio, la televisión, el audio, toda una capacidad industrial integrada, desde la ciencia de materiales, la fabricación de máquinas y componentes hasta la de los propios equipos. Mis lectores sí conocen el Audio-Casete y por supuesto el CD, inventos de los holandeses. Una historia impresionante de tecnología e industria mundial desde que en 1891 Gerard Phillips crea en Eindhoven su planta de lámparas y tubos que se ve impulsada por una intensa actividad de investigación e innovación en su Natlab (Eindhoven Natuurkundig Laboratorium).
Pero no fue hasta que se empezó a usar el transistor como un mero interruptor que si estaba abierto era un 0 y si estaba cerrado era un 1, para simplificar, cuando la electrónica digital, implementando primero puertas lógicas, Y, O, NO para resolver máquinas de estados, y tablas de verdad no empezaron a usarse muy masivamente los transistores. Un microprocesador de hoy en día usa muchos millones de estos transistores, integrados en un trocito de silicio dopado en el que se imprimen por capas las zonas que se dopan, las pistas que los unen en la capa y los contactos con la capa de abajo y la de arriba.
Durante años este conocimiento, como otros grandes oficios de la historia, ha estado en pocas manos y pocas compañías. En el fondo aún es así.
La famosa ley del recientemente fallecido Gordon More, que estaba en el grupo de los 8 traidores de la Fairchild y acabó co-creando Intel, por la que pronosticaba que los microprocesadores tendrían el doble de capacidad de cálculo porque cada generación se duplicaría la capacidad de integración, es decir, el número de transistores que se podrían integrar en un chip de un determinado tamaño se multiplicaba por dos cada año siguiendo una serie geométrica, ellos pudieron aumentar la frecuencia del reloj, haciendo más cálculos por segundo.
La foto del primer transistor es la de una especie de pedrusco, pasaron a ser de centímetros milímetros, micras y luego nanómetros. Ahora, los señores de IMEC han reproducido a escala de laboratorio transistores de menos de 1 nanómetro (1 mil millonésima de milímetro), en el rango de 600- 800 Angstrom.
En la Universidad de Leuven, Lovaina para los españoles y nuestro afán de rebautizar todos lo lugares del mundo, se encuentra el IMEC, un instituto interuniversitario sin ánimo de lucro que tiene mucho que ver en el núcleo duro del corazón científico- tecnológico de los semiconductores en Europa.
Las tecnologías más avanzadas del mundo en procesos productivos y materiales avanzados se desarrollan ahí. La tan ansiada litografía ultravioleta, necesaria para tener impresiones de calidad y resolución suficiente para hacer máscaras de precisión mayor que el transistor, es decir, mayores de los 2- 3nm, ha salido de investigaciones del IMEC. Los mejores tecnólogos del mundo han trabajado o colaborado con ellos. Te miras la lista de patentes del IMEC, sólo de 2022 y superan las de todos nuestros centros tecnológicos juntos.
A Lovaina vienen las mayores empresas de semiconductores, de máquinas de producción, de materiales avanzados, los mejores talentos del mundo de la física, la automática, la ciencia de materiales, la electrónica, la química y, cómo no, desde hace unos años, la fotónica. Heredaron en buena parte ese espíritu del Natlab.
A través de programas como Europraxis, los grupos de investigación de las universidades de toda la UE pueden usar sus instalaciones para hacerse sus propios diseños de chips.
El beneficio directo en términos de patentes y contratos investigación y transferencia de tecnología para la Universidad es tremendo, pero también el impacto sobre el territorio en términos de creación de empleos de gran calidad con perfiles multinacionales altamente remunerados. La generación indirecta para Bélgica en términos de recaudación fiscal y de creación de nuevas empresas de base tecnológica también. La región de Flandes, con 201 patentes por millón de habitantes, está por delante de los EEUU (193), Gran Bretaña (126) o Italia (66.9). España no sale en la lista. En publicaciones científicas de calidad son la cuarta de Europa solo superados por Dinamarca, Suecia y Finlandia y liderando a su sector nacional belga y por encima de Países Bajos.
Hay una cuestión adicional, si a nosotros, nuestros propios socios en caso de emergencia, nos hacen como nos hicieron con los respiradores, y no nos venden chips, o los chinos y/o taiwaneses tampoco por presiones internacionales, ¿qué vamos a hacer? En Lovaina tienen medios para, a partir de ahí, poder construir casi cualquier chip.
La superficie necesaria, el agua, el suelo, la electricidad, el talento, es de gran relevancia para que un proyecto de este tipo prospere. En Bélgica lo hizo y mucho. Miren la Universidad de Leuven en el ranking de Shanghai (puesto 95 mundial en 2022 mejorando desde el 97 en 2020).
Desde el principio hemos defendido que para que España tenga un rol en la industria de los semiconductores, y alternativas de soberanía estratégica, así como una capacidad de crear valor añadido en las tecnologías digitales había que apostar por ellos y que el principio, como siempre, es personas y clientes. Talento, conocimiento, tecnología, y marcado que sea tractor de todo esto. El PERTE Chip prevé Cátedras, formación, ecosistemas, fomento de las empresas fabless, y también prevé atraer inversiones productivas. Recientemente se ha hecho pública de la Broadcom, en el campo de los sustratos y packaging una parte de a cadena de valor relevante y también en manos de 4 gatos en Asia.
Que venga el IMEC, que trabaje mano a mano con el ecosistema tecnológico español, que polinice nuestras universidades y que emplee a nuestros doctorandos en proyectos de investigación, que se desarrolle el talento práctico, orientado a productos y procesos que vayan a mercado es la mejor noticia que nos podían dar.
Ahora me temo que la batalla por la decisión de a dónde va ha empezado. Partamos de que cualquier lugar de España es un éxito si se ponen como condiciones en la gobernanza el necesario intercambio científico y tecnológico y la cooperación con empresas, universidad y todo el ecosistema. Buscarán un lugar bien conectado, con espacio, con un compromiso político inequívoco con la innovación y la tecnología como ha demostrado durante décadas la región de Flandes, donde se ubican, y con acceso a una universidad que ponga este conocimiento en el centro de sus propuestas de especialización y valor.
Y, por supuesto, el apoyo económico es importante, pero no lo más importante. La confianza y la apuesta a largo plazo sustentado en estrategias de país y de comunidad autónoma a prueba de partidismos y electoralismos es clave. Los frutos de un IMEC en España se recogerán en 20 años y seguro que no serán malos.
Andalucía tiene fondos europeos y capacidad de autofinanciación por ser una de las comunidades más saneadas en términos de deuda per cápita de España (4.300€), muy por delante nuestra en deuda está Madrid (5.500), Cataluña (11.000) y Valencia (10.900). Hasta los vascos, que son ricos y tienen su Concierto, tienen más deuda per cápita (5.239) que Andalucía. Gastar menos, bajar impuestos para que los ciudadanos tengan más dinero en su bolsillo era la visión del consejero Juan Bravo en la Junta. Cierto que gastar hay que gastar lo justo y con cabeza, pero invertir para que el modelo productivo vaya transformándose gracias a la nueva economía digital en la que no tenemos lastre y crecemos por encima de la media es clave también para dejar de ser el almacén de desempleados de España y de Europa.
Hoy, según FEDEA, el 20% de los españoles paga más de lo que recibe, otro 20% está en tablas, paga lo mismo que recibe pero un enorme 60% recibe más de lo que aporta. Si le diéramos la vuelta como en otros países, y el 60% gracias a empleos de mayor calidad fueran contribuyentes netos, volaríamos con menos peso en las alas. Esto no se hace sin inversión en formación y en innovación. Para combatir el radicalismo, el populismo, los extremismos, necesitamos ciudadanos tranquilos, confiados, educados, empoderados en lugar de personas asustadas y alarmadas, confundidas y desinformadas. Para converger con España y Europa deberíamos crecer a doble de la tasa media, pero lo hacemos por debajo, nos descolgamos. “Las previsiones de crecimiento para Andalucía realizadas por Analistas Económicos de Andalucía apuntan a que, en el conjunto de 2023, el PIB andaluz podría crecer un 1,3% (1,4% en España)” . La sequía, la inflación, los tipos de interés… etc, etc… son las causas pero en el mundo de la innovación, la tecnología y la trasformación digital no solo no hay sequía sino que hay soluciones para un agro más productivo y resiliente.
Alemania ha anunciado en este agosto la creación de una planta de semiconductores de 11.000 millones de inversión en la que participan TSMC, NXP (la antigua Phillips), Infineon (la antigua Siemens),y Bosch.
Si no atraemos al IMEC no será por condiciones económico financieras.