Cada día se transgrede más la línea de confundir entre lo que es una tertulia y lo que es un cotarro. Mientras lo segundo se distingue por el estado de inquietud y agitación de todos los participantes, cada vez más frecuente, la tertulia se define, siguiendo la definición de la RAE, como la reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar sobre algún tema. En este sentido cabe recordar como ya se aceptaba en los ‘salons’ franceses que el fin debía ser el de agradar y educar, fieles a los versos de Horacio: aut delectare aut prodesse est.

Cada viernes, bajo el influjo de la diosa Venus, a la que debe su nombre este día, siete personalidades de nuestra ciudad se sientan en un estudio radiofónico de Canal Málaga a conversar sobre los temas de actualidad de cualquier índole, que pueden ir desde la gastronomía o el fútbol hasta la política local o nacional. La influencia venusiana, en sus formas de amica y victrix, se hace real a través de la emergente periodista María José Vidal, quien ha logrado concentrar en el grupo a las siete virtudes tertulianas hechas personas, tan trascedentes como aquellas teologales.

Así, Eva Sánchez Teba representa a la paciencia, Fernando Cubillo al altruismo, Sonia Crespo a la diligencia, Ángel Valencia a la honestidad, Celia Rueda a la humildad, Nacho Aguilar a la generosidad y Salvador Merino a la templanza. Además de ese hado que pulula por las redes que es Chicho Marín y este humilde escribidor al que le gusta incorporar algo de entropía en tan excelente Academia de los arcades malacitanos. Cada una de esas personas tienen sus creencias, sus ideologías y sus idiosincrasias, pero todas ellas han asumido el dictado horaciano.

Lo que está claro es que una buena tertulia, para que no decaiga en cotarro, se conforma a partir de la dirección de su moderadora, como aquellas ilustradas salonnieres parisinas, que debe aportar la serenidad y la cordura para que desde los temas más espinosos hasta los más intrascendentes se conviertan para los oyentes en agradables y educativos. Este es el gran secreto de María José Vidal porque ella conoce bien todas aquellas virtudes del verdadero espíritu de la TERTULIA.