Cuando hablamos de sostenibilidad siempre la vinculamos al respeto a la naturaleza y al medio ambiente. Pero tal concepto nos provee de mucho más, desde el nivel global, aquel que alcanza a todo el planeta, hasta en la proximidad del barrio o la ciudad. En la urbes un ambiente sostenible es aquel que proporciona unas condiciones óptimas de confort y de seguridad en todas sus facetas, auspiciando unas relaciones sociales de concordia y esfuerzo común. Esa rueda cargada de diecisiete colores, que conocemos como insignia adornando vestidos y solapas, incluyen en cada color los principales objetivos para alcanzar altos niveles de armonía con nuestro entorno y de prosperidad compartida. Es incomprensible que haya quienes se molesten por la búsqueda de ese entendimiento social, esbozando argumentos de misantropía que rayan lo inverosímil y la paranoia de la conspiración global, queriendo abrir brechas para que la rueda de la humanidad se quiebre.
Acudo con interés a la invitación de Plaza Mayor para conocer el sendero por su Jardín sostenible. Me recibe Juan José Martín Macías, director de Mediterraneum, una empresa malagueña que ha dado suficientes muestras de conocer todos los requisitos para desarrollar una jardinería acorde con las necesidades ambientales de este difícil momento, sin olvidarse de una cuidada estética que evoca la mediterraneidad, gracias a la mano de Juan Bontempo, y a las directrices constructivas de Carmen González Alcalde.
De frente me tropiezo con el Director de este periódico, Ángel Recio, y quedo a expensas de que me otorgue una colleja literaria por algún que otro desmán que se iban a deslizar en estas páginas. Pero si algo caracteriza a Ángel, y de ahí mi admiración, es el respeto a cualquier opinión siempre dentro de las coordenadas de la necesaria convivencia. Tras unos fructíferos intercambios de palabras paso a conversar con algunos amigos allí presente, como Luis Verde, emergente Director de Greater Málaga Metropolitan Area, o Matías Flores, que desde sus Jardines de Arrayan fue uno de los adelantados en considerar en sus proyectos las soluciones basadas en la naturaleza y considerar sus servicios ecosistémicos. Dedico una buena charla con mi apreciado Javier Gutiérrez del Álamo, asesor de la Concejalía Delegada de Sostenibilidad Medioambiental y responsable de esa joya histórica y botánica que es el Jardín de La Concepción, cuya forma de entender las relaciones profesionales hacen avanzar el prestigio de esa Arcadia nuestra.
De la mano de José Manuel Segura Jiménez paseamos a lo largo de la senda con explicaciones de cada uno de los detalles. Los necesarios hoteles para mariposas o para abejas, indispensables polinizadores, las hileras de herbáceas como corredores biológicos, la elección de especie para una xerojardinería preventiva frente a la pertinaz sequía o las fachadas vegetales como forma natural de mantener unas condiciones idóneas en los interiores, son algunas de las muchas innovaciones integradas en el jardín.
Me acerco a Juan Rafael Perea, Director de Plaza Mayor, para trasmitirle la enhorabuena por su iniciativa, tan bien sintetizada en una ilustrativa presentación. Se le ve apasionado con el proyecto que ha logrado hacer realidad, con el sueño cumplido. Le llamo la atención de que la planta más abundante es ese arrayán que se prodiga por todo el jardín. Me parece el mejor homenaje al territorio en el que estamos y que fue en su momento parte de un arraijanal, un bosque de arrayanes. La flor de Venus desde la remota antigüedad se ha percibido como el mejor indicador de aquellos territorios del excelente confort mediterráneo y tenerla tan presente merece el mayor reconocimiento a Perea.
Es un verdadero goce encontrar que desde la actividad privada se invierta en un proyecto tan evocador como estos Jardines de Plaza Mayor, una alegoría de cómo debe ser nuestro futuro, un porvenir que debe estar cargado de sostenibilidad ambiental, económica y social.