Las temperaturas hasta este fin de semana nos han dado para mucha conversación sobre lo cálido del otoño, el eterno verano, el “veroño”, el cambio climático y que no tenemos agua.
Nuestras autoridades suelen tener mucho más en cuenta los datos pasados que los futuros y, de momento, España va aparente bien. Con un paro por debajo del 12%, un crecimiento interanual en septiembre del 2,2% cuadriplicando la eurozona y solo por debajo del 2,9% de Grecia, y el IPC en el entorno del 3%, la mitad que Alemania y 3 décimas por debajo de la inflación de septiembre de 2022. ¿Por qué entonces todo el mundo me dice que la cosa se para? Porque se para.
Pero si tenemos un balance por cuenta corriente robusto y positivo del 1,8%, el déficit público menor que Italia, Francia, o Bélgica y la deuda pública sobre el PIB decrece, ¿por qué todos hablan de un otoño caliente y de un invierno gélido?
Los indicadores de perspectiva, que se basan en la cartera de pedidos y la entrada de nuevos pedidos, las entregas, si se está contratando, manteniendo o despidiendo, los plazos de entrega de los proveedores (largos cuando se crece y acortándose cuando empieza a haber sobre capacidad), los inventarios (crecientes cuando la demanda es menor que la oferta y tensos cuando es al revés), indican que los niveles de confianza en la Eurozona han pasado de un máximo en enero de casi 50 puntos a un mínimo en julio de 41 y en septiembre a 43.40 en el área industrial manufacturera. Los servicios se comportan mejor (48.7) pero también indican contracción en Europa.
¿Y por qué entonces siguen subiendo los tipos de interés? Hace ya muchos años un profesor de economía me decía que la inflación y los tipos son como cuando atas un ladrillo sobre la mesa con un cordón elástico, das un tironcito, y no se mueve, das otro y no se mueve, pero al final, tras varios tironcitos, el ladrillo te pega en los dientes.
Las quiebras de empresas en julio triplicaron las de marzo, y seguirán creciendo hasta final del año próximo, la producción industrial cae todos los meses desde marzo, en julio llegó al -2,2%. Las materias primas como el cobre, aluminio, hierro caen y la producción minera cae desde diciembre de 2022 todos los meses a niveles por encima del 10%.
¿Entonces por qué suben los tipos de interés? Los costes financieros de las empresas se han multiplicado por cuatro desde diciembre de 2021 (1,35%) hasta el 4,99% en agosto 2023. Y suma y sigue. Las empresas que venden menos tienen menos ingresos, con mayores costes y mismas obligaciones. Esto frena la inversión, pero también la contratación y, si hay que devolver créditos, el empleo en proyectos a largo plazo, esos que son estratégicos, esos en los que no hay un resultado inmediato, pero sí una construcción de ventaja competitiva, el acceso a nuevos mercados, el desarrollo de nuevos productos o el acceso a ciertas tecnologías clave, se reduce.
Si seguimos tirando del elástico, se creará menos empleo y puede pasar que un ladrillazo en los dientes nos traiga una oleada de paro con déficits públicos que apenas pueden crecer debido al endeudamiento actual. Veremos más consolidación fiscal. Somos el segundo país de la Eurozona, tras Italia con un bono a 10 años más caro. Tenemos que pagar más por nuestra deuda el 3,9% en septiembre frente al 2,7% de la eurozona. Además, ya sabemos que los desafíos de Italia, distintos a los nuestros, nos afectan cuando hay nervios y en los telediarios se habla de prima de riesgo. Parece que no importa, pero lo hace y mucho. En EEUU, que tiene el bono más caro que España, ya está previsto que el coste de la deuda pública supere el gasto en defensa y que los intereses de la deuda superen el 3% del PIB en 2028. Un talón de Aquiles estratégico al que no ayuda una guerra nueva.
Tenemos en nuestro sector algunos “chivatos”, en semiconductores, las memorias son el canario de la mina. Samsung ya anunció en abril que bajaría la producción tras caer un 96% su beneficio y esta semana que bajaba la producción para que subieran los precios. Y no son solo las memorias o Samsung, las 10 mayores empresas de semiconductores del mundo han perdido el 34% valor bursátil entre noviembre del 21 y noviembre del 22. Y no va mejor.
Pero ¿cambias el puerto de destino cuando en alta mar te pilla una tormenta? Puedes buscar un puerto de abrigo, o puedes intentar evitarla, o al menos prepararte, plegando velas y adaptando el rumbo para que no te dañe demasiado.
En la UE, sin embargo, han decidido primero la Comisión y luego el Parlamento que hay que atrasar y ablandar los objetivos de la norma Euro7, dando más plazo a los fabricantes europeos de automóviles para adaptarse. El mes pasado el coche más vendido en muchos países europeos fue MG, una marca británica clásica propiedad de la china SAIC, resucitada en 2007 y que en 2022 había exportado un millón de coches. El modelo ZS, un SUV que tiene de todo a un precio muy competitivo, lleva dos meses siendo el más vendido también en España. En eléctricos, en septiembre se vendieron un 13.3% más que el año anterior y el MG4 es el tercero más vendido con los modelos 3 e Y de Tesla en las dos primeras posiciones.
Los fabricantes europeos dicen que no pueden fabricar un coche eléctrico competitivo por menos de 40.000 euros todavía, piden tiempo y las autoridades se lo dan. Todo bien ¿No?
Las consecuencias serán muchas, la primera es que los que ya son competitivos, Tesla y muchos chinos, tendrán más tiempo para ganar mercado, clientes satisfechos con las nuevas marcas y consolidar mayores economías de escala dificultando que los europeos, luego puedan competir. La segunda es que había muchísimas empresas proveedoras de la industria europea del automóvil preparadas y nominadas para fabricar, con inversiones hechas para poder atender a la demanda europea de vehículos eléctricos que ahora será menor y se extenderá durante más años con la consiguiente sobrecapacidad y perdida de eficiencia de los sectores Tier 1 y Tier 2.
Por último, si Tesla y los chinos son los que mandan, habrá un desplazamiento del interés industrial, tecnológico, inversor y comercial hacia ellos deprimiendo más al sector en Europa.
Seguridad jurídica es no cambiar las reglas del juego a mitad de partido. La guerra no ayuda, la quiebra de la mayor empresa de manganeso del mundo tampoco. La mayoría de las empresas vinculadas al sector han revisado sus previsiones en torno un 30% a la baja desde final de 2022 mientras que el Inflation Reduction Act de EEUU atrae inversiones y quizá en un futuro sobrecapacidad. No hay milagros, pero no estamos condenados tampoco, productividad, internacionalización con foco a mercados que crecen, innovación “lean”, y reforzar tamaño buscando sinergias con operaciones corporativas ayudarán, si la financiación acompaña. Sólo mejorando nuestra productividad a mayor tasa que el deterioro del mercado podemos salir mejor. En las jornadas Málaga Paraíso del Talento, el CEO de Analistas Económicos de Andalucía Rafael López del Paso nos hizo una intensa y completa radiografía de la economía y la coyuntura. Su mayor preocupación, compartida, la productividad.
Pero ya se habla abiertamente de una reacción global contra las políticas climáticas, aceptando que nos cargamos el planeta, pero seguimos quemándolo todo. En septiembre el primer ministro británico también alargó 5 años más el periodo hasta la prohibición de vehículos de gasolina. La Agencia Internacional de la Energía dijo en septiembre que el 35% de las reducciones de emisiones necesarias para 0 emisiones en 2050 dependen de tecnologías que aún no están disponibles comercialmente. Las inversiones necesarias son aún enormes y encarecer el coste de su financiación o cambiar las reglas del juego no ayuda a que los inversores tomen riesgos con costes y escenarios inciertos.
Para colmo, lo del cambio climático se ha convertido en un asunto ideológico. En EEUU, solo el 25% de los votantes republicanos consideran que supone una amenaza relevante para su país frente al 80% de los votantes demócratas. En España la brecha es menor, pero importante 55% derecha frente a 80% izquierda. No deja de sorprender que uno de los más brillantes tecnócratas, padres del milagro español y de la implementación con éxito de los planes de estabilización, reconocido católico conservador del Opus Dei, Laureano López Rodó, asistente a la primera cumbre del clima de Estocolmo en 1972 en su flamante bicicleta como todos los representantes, asegurara que la mayor preocupación para el mundo era el medioambiente y el clima. ¿Cómo ha devenido tras medio siglo en un debate ideológico?
Si seguimos tirando del ladrillo nos romperá algún diente y nos traerá un invierno gélido tras un otoño caliente y con cantimplora.