Si la empresa familiar es exitosa y crece, la familia empresaria va acumulando activos que no dependen del negocio principal, y por tanto son susceptibles de ser gestionados de forma totalmente autónoma. Surge así la cuestión de cómo se debiera organizar y supervisar la gestión de esta riqueza de la familia, para preservarla de generación en generación e incluso hacerla crecer en el largo plazo. Los intereses heterogéneos de los miembros de la familia pueden crear conflictos en torno a cómo gestionar dicha riqueza, de ahí que las familias empresarias se planteen la constitución de un family office o de un family trust/fundación.
Algunas plataformas de inversión utilizadas por las familias empresarias más ricas de España son, por ejemplo, Pontegadea (Amancio Ortega, Inditex), Inmo Alameda (Juan Roig, Mercadona) o Rijn Capital (Rafael del Pino, Ferrovial). A través de estas family offices, las familias empresarias invierten en infraestructuras, energías renovables o instrumentos financieros, entre otras. En España, parece que se acude a este tipo de instrumentos de gobierno a partir e los 100-150 millones de euros de patrimonio, y hay una preferente inclinación por las inversiones inmobiliarias, que en algunos casos supera el 50% de la cartera global (Single Family Office Survey 2021, Credit Suisse).
Sin embargo, la implantación de estos mecanismos de gobierno de la riqueza de la familia empresaria conlleva unos costes considerables, ya que se necesitan estructuras de gobierno, procesos de toma de decisiones y recursos humanos adicionales para su funcionamiento eficiente. Por ello, cada familia empresaria tendrá qué decidir no sólo si lo implanta o no, sino también qué tipo de family office quiere, dependiendo de los objetivos de la familia, el nivel de riqueza y la estrategia a seguir.
Una cuestión no menor es el hecho que estos instrumentos de gobierno de la riqueza familiar no sólo tienen como objetivo la preservación del patrimonio familiar que se haya creado hasta ahora por el negocio principal, sino también mantener la unidad familiar o servir de incubadora de talento y de vocación emprendedora. De ahí, que la cartera de servicios que puede ofrecer un family office no sólo suele incluir la gestión eficiente y global de las inversiones -que se puede incluso externalizar a través de la banca privada-, sino también otros aspectos relacionados con la planificación de la sucesión, la gestión profesionalizada de la caridad y la filantropía -verdadero elemento integrador y aglutinador de la familia-, el gobierno de la familia -mecanismos de resolución de conflictos, el desarrollo del capital humano e intelectual de la familia, etc.-, seguridad personal y protección de activos, asistencia legal y asesoramiento tributario, o servicios fiduciarios, entre otros.
En definitiva, una estrategia que a menudo utilizan las familias empresarias para preservar la riqueza y alinear a los miembros de la familia, es la separación de la propia empresa familiar de los activos que se han ido generando gracias a la misma. Pero hacer esto es costoso, no sólo desde un punto de vista financiero, sino también en cuanto al choque de intereses que puede haber entre los agentes intermediarios y la propia familia empresaria.
Un ejemplo muy cercano en Málaga de administración de la riqueza familiar lo tenemos en la familia Domínguez de la Maza (Mayoral), quien a través de Global Investments Portfolio, tiene importantes participaciones en empresas cotizadas en Bolsa, tales como Laboratorios Rovi, Adolfo Domínguez o Unicaja Banco, entre otras. Ojalá esta riqueza de las familias empresarias crezca más allá de sus negocios principales, y no sólo sirvan para preservar la continuidad de la familia empresaria, sino para devolver a la sociedad parte de lo recibido. Empresa + Familia = Bienestar social.