No puedo olvidar a Stephen Elop, CEO de Nokia, llorando al final de una intervención pública hace algunos años, pero no tantos. Recientemente, Alicia Izquierdo, la teniente de alcalde delegada de Innovación en el Ayuntamiento de Málaga, que ha desarrollado toda su carrera en el campo de las grandes compañías internacionales de telecomunicaciones, nos lo recordaba. Es cierto. Es lo estratégico lo que te mata. Decía este señor que no habían hecho nada mal pero que, al final, de alguna manera, no sabe cómo, perdieron. Han salido muchos expertos a comentar y pontificar sobre lo que pasó y las lecciones aprendidas. Que si demasiado foco en lo operacional, que si falta de perspectiva estratégica, que si demasiado productos céntricos, que si habían olvidado al usuario, que ignoraron a la competencia como Apple y Samsung, etc, etc…
Historias como estas hay muchas, Kodak con la fotografía digital, Sega con los videojuegos y la Play Station de Sony o más cerquita, lo que hizo Inditex con El Corte Inglés…
Este año, la economía española ha quedado empatada en la octava posición de las que mejor lo han hecho del mundo según The Economist. Muchos nos esperábamos un batacazo, especialmente en el sector de la tecnología y la automoción. Yo mismo, a la luz de la evolución del mercado de los semiconductores, de los despidos en las grandes tecnológicas, de los retos de la industria occidental en la electrificación, la inflación, las guerras, los costes de la energía y del capital me temía lo peor. A la espera del cierre de diciembre, en nuestra propia casa hemos crecido en ventas, en resultado operativo y caja, menos que lo previsto a finales de 2022, pero el año ha sido objetivamente mejor. Por el camino nos hemos dejado medidas de ajuste de estructura siempre incómodas e injustas, pero imprescindibles para adecuarse a una realidad más adversa.
Hemos empatado con Portugal y nos han superado sólo Grecia, Corea del Sur, EE. UU., Israel, Luxemburgo, Canadá y Chile. Como somos un tanto masoquistas y bastante auto exigentes, nos pasa como con la Organización Nacional de Trasplantes y otros grandes logros, nos avergüenza sacar pecho y reconocer que algo se ha hecho bien, o mejor que nuestros pares europeos en general. En este caso Italia ha quedado en la posición 17, Francia en la 19, los Países Bajos en la 22, Alemania en la 27 y Reino unido en la 30.
Nuestro PIB ha crecido un 1.3% y el empleo un 2.4% y la valoración de nuestras empresas cotizadas un 14.4% con la inflación en el entorno del 3%. No está mal.
Cuando se ajusta nuestro pírrico y vergonzante PIB per cápita de 29.400 USD, por paridad de compra mejora hasta los 41.500 USD y se lo ajustamos por la cantidad de horas que hay que trabajar o por los ingresos por hora trabajada, sube hasta los 47.900 USD situándonos por encima de Korea del Sur (35.900 USD), de Japón, de Portugal (38.400 USD) y no tan lejos de Francia (62.100) o Alemania (66.500).
Durante unos años nos hemos flagelado con la comparativa del PIB de Europa y el de EE. UU. de antes de la crisis de 2008 y el de ahora, señalando cómo nos hemos descolgado de los EE. UU... Pero si miramos mejor, con las diferencias de cambio, la inflación sostenida, las diferencias de tipos, y la paridad de compra real entre los dos lados del Atlántico vemos que los EEUU consiguen buena parte de su PIB trabajando muchas más horas y que economías como Dinamarca (74.500 USD pasando del 9º al 5º puesto) o Bélgica, sí Bélgica -la que entre otros muchos méritos es sede el IMEC- (72.300USD del 18º puesto en 2022 al 6º en 2023) que han subido varios puestos en el ranking desde 2022 generan más valor per cápita y hora trabajada y aportan más capacidad de compra a sus ciudadanos. Los EE. UU. han pasado de la 7ª posición a la 11ª en 2024, siendo uno de los pocos países ricos que en ajuste por horas trabajadas baja (de 76.400 a 66.500 USD per cápita).
Viendo la taza ahora un poquito más llena, nos puede pasar sin embargo aquello del desgraciado CEO sollozante de Nokia, que haciendo lo correcto, acabemos perdiendo.
Lo estratégico está apenas señalado, poco abordado y nada resuelto. Mejorar nuestra renta per cápita ajustada por paridad de compra y hora trabajada hasta el nivel del club de Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos o incluso Italia (52.200 USD), pasa por un esfuerzo de al menos una generación entera, a la que hay que poner al nivel educativo igual o superior que el de nuestros pares, y por una inversión en I+D+I pública y privada de al menos el 3% del PIB (Israel invierte el 5,56%, Corea del Sur el 4.93%, Suiza el 3,36%, Suecia el 3,34% … en 2021). El esfuerzo, no tanto económico, que se puede y se paga, sino de cambio de modelo hacia una economía realmente avanzada, es enorme y empieza por que los Gobiernos, estatal y autonómicos desplieguen y financien planes estratégicos serios, sólidos, de gran consenso y a largo plazo. Nada de café para todos. Especialización y exigencia. Misiones. El mapa de la concentración de trabajadores altamente cualificados coincide, "casualmente" con el de las economías de cabeza, lo mismo ocurre con el de la inversión en I+D+I, con la innovación y las patentes.
Mi cura de humildad y baño de realidad de estas Navidades, hablando en el pueblo con la gente, en el único bar que abría en Nochevieja y que nos junta a todos igualando por edad, nivel educativo, capacidad económica, sexo, razas… Todos juntos. Cuando aprendo la realidad de un colegio público de un pueblo pequeño del interior de Andalucía, que fue mi propio cole, se me caen los palos del sombrajo. Los testimonios de amigas maestras, del director, ya jubilado, de algún chico que no obtuvo ni el graduado escolar, y su conexión con una abundantísima oferta de drogas con pocas alternativas de otro ocio, música, deportes… Cuando te sientas con un rumano de 27 años que te cuenta cómo llegaron a Cornellá y aterrizó en un aula de integración para inmigrantes, y cómo han luchado para formarse y construir lo que muchos, que lo tenían al alcance de la mano, no han podido, ves lo lejos que estamos aún de un modelo que garantice prosperidad compartida.
Si seguimos poniendo Ciencia y Tecnología en el mismo sitio, si seguimos asociando Universidad a Investigación y a Innovación, si seguimos fraccionando los presupuestos del todo insuficientes, en 17 trocitos, no despegaremos. Necesitamos una Universidad excelente que forme al máximo nivel mundial y no sólo a cuatro gatos. Necesitamos un programa ICREA de escala estatal para traer sabios de los mejores centros internacionales. Necesitamos un Fraunhofer (Tecnología y ciencia aplicada). La tecnología va muchas veces más cerca de la industria y la empresa (saber hacer de manera eficiente, y competitiva) que de la Ciencia (conocer). La innovación (se desarrolla localmente) tiene más que ver con la economía que con la Ciencia y la investigación (se desarrolla y usa universalmente).
Esta semana hemos conocido que, hasta la presidenta de Harvard, Claudine Gay, ha dimitido tras las acusaciones de plagio en algunos de sus trabajos tras solo 6 meses en el cargo. La obsesión por publicar no decae. Mientras el foco no esté en conseguir ciudadanos altamente formados y capacitados, no necesariamente en la universidad, pero con capacidad para competir y crear valor como nuestros pares europeos, iremos mal. No se pasa de 29.400 USD de renta per cápita o de 47.900 de renta ajustada hasta los niveles de centro Europa sin duplicar la productividad y eso requiere talento, emprendimiento, inversión, y sobre todo formación.
Que no nos pase como con la sequía, dos décadas hablando de cambio climático y ni planes hidrográficos, ni trasvases, ni desalinizadoras con renovables en pie para convertir la amenaza en una oportunidad. Ahí está el polémico Israel, con su costa hecha un vergel y un agro ultra competitivo. En 2023 han sido la cuarta economía que mejor lo ha hecho, y eso que supuestamente no tienen agua. Pero tienen talento cualificado y formado y altos niveles de innovación y tecnología. Que no nos pillen llorando por haber perdido después de haberlo hecho bien. Luces largas.