Ya está aquí como cada año el 8 de marzo como una muesca marcada de manera emblemática e importante en el calendario global: el Día Internacional de la Mujer, aunque debería ser cada día, francamente. Este día no es solo un recuerdo de los logros históricos y sociales de nosotras las mujeres, sino también un momento de reflexión sobre los desafíos continuos en la lucha por la igualdad de género. Esta jornada sirve, no solo para reconocer o recordar las victorias ganadas, sino también para señalar el camino que queda por recorrer hacia una sociedad verdaderamente íntegra.
La historia del Día Internacional de la Mujer está tejida con las narrativas de mujeres valientes y pioneras que desafiaron las convenciones sociales para forjar un futuro más inclusivo. Desde sucesos que cambiaron el rumbo de la historia hasta actos cotidianos de valentía, estas mujeres han dejado una huella imborrable en nuestra sociedad. Por ejemplo una de las mujeres que defendió el voto de las mujeres en la segunda república, Clara Campoamor decía que “la libertad se aprende ejerciendo” tanto contenido en tan pocas palabras, o mi adorable Jane Fonda, conocida actriz de Hollywood, dijo una vez que “el feminismo no es solo para mujeres, es permitir que todo el mundo tenga una vida más llena”, o la propia Madonna “me niego a actuar de la manera que los hombres quieren que actúe”, cada una de ellas ejemplo de sus reivindicaciones.
Sin embargo, en la celebración de este día también tenemos que tener en cuenta la necesidad de continuar trabajando por la eliminación de esas barreras que aún nos enfrentan entre nosotras en todo el mundo. La discriminación de género, la violencia, las desigualdades salariales y estar por debajo en posiciones de liderazgo son realidades que todavía afectan a muchas mujeres. Esto es algo que lamentablemente a día de hoy percibo. En este sentido, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora si me lo permiten, tiene que servir como una llamada a la acción para abordar estos desafíos de manera colectiva y consciente.
En la actualidad, las nuevas generaciones de mujeres y niñas siguen luchando por sus derechos, inspiradas por ese legado de aquellas que nos/les precedieron. La importancia de educar y empoderar (ahora que está tan de moda esta palabra) a las jóvenes para que se conviertan en líderes y defensoras de la igualdad no puede subestimarse. Es fundamental promover entornos que fomenten la igualdad de oportunidades y reconozcan el valor y la contribución de las mujeres en todas los espacios de la vida.
Las nuevas tecnologías y las redes sociales han jugado y juegan un papel crucial en la visibilidad de las injusticias y en la movilización de apoyos hacia causas feministas. Campañas como #MeToo por ejemplo, han demostrado el poder de la solidaridad y la acción colectiva en la lucha contra la violencia de género y el acoso sexual. Estas plataformas ofrecen un espacio para que las palabras de las mujeres sean escuchadas y para que sus historias puedan inspirar a otras a tomar y formar parte de estas acciones.
Antes nadie te preguntaba sobre estos temas. El otro día sin ir más lejos en una entrevista me preguntaron sobre esto mismo y mi respuesta fue: “Acaso alguna mujer no ha sido acosada alguna vez en su vida. Lo que ocurre es que si antes lo decías encima la culpable eras tu. Ahora afortunadamente te escuchan y no te ven como un bicho raro”. Si miramos hacia el futuro, es fundamental que todos los sectores de la sociedad —gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos— trabajemos juntos para construir un mundo más justo e igualitario. La igualdad de género no es solo un derecho humano fundamental, sino también un pilar esencial para el desarrollo sostenible, la paz y la prosperidad. El compromiso con la igualdad de género tiene que reflejarse no solo en las políticas y leyes, sino también en la cultura y las actitudes cotidianas.
Qué más puedo decir. El Día Internacional de la Mujer (y no el 8M que no me representa) es una oportunidad para celebrar todo lo que se ha conseguido en la lucha por la igualdad de género, al mismo tiempo que nos empuja para seguir avanzando en este camino marcado por aquellas primeras mujeres. A través de la educación, el empoderamiento y acciones colectivas, podemos superar los obstáculos residuales y honrar ese legado de esas damas que han luchado por un mundo más justo. Este día tiene que servir como un recordatorio de que, juntos, podemos crear un futuro en el que todas las personas, independientemente de su género, tengan la oportunidad de vivir vidas plenas sin justificaciones.