Tras las peores notas de la historia de España en el último informe PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes), colocándonos a la cola en matemáticas y comprensión lectora, se ha creado un comité de sabios para que revierta la tendencia. Todo lo que sea esforzarnos e invertir en mejorar, bienvenido sea. Pero deberíamos convertir la política educativa, algo clave para el desarrollo social y económico de nuestro país, en el centro del debate político, tratando de avanzar más allá, que también, de la controversia sobre la presencia de la religión o del peso del idioma cooficial en algunas autonomías. Tendrán que reflexionar sobre la calidad y la equidad en la educación, que facilita el ascensor social. Porque, en palabras del alemán Andreas Schleicher, padre del informe PISA, “la educación en España prepara a los alumnos para un mundo que ya no existe”.
El problema de las matemáticas es de base, de los primeros años de aprendizaje. Sería conveniente que ese comité tuviese presente que la mayoría de los maestros de este país dejaron de ver las matemáticas a los 16 años y son ellos los que deben transmitir el cariño y dar la base de esa materia. Fácil no lo veo. La comprensión lectora, básica para acceder al conocimiento, de los niños de 4º de Primaria ha empeorado en España siete puntos, desde 2016 hasta 2021. Todo ello, a la espera del resultado que saquemos como país, en la prueba de pensamiento creativo que ha incorporado PISA en su ciclo de 2022, a evaluar en estudiantes de 15 años.
No es que no se haya mejorado en algunos aspectos, pero no con la celeridad que necesitamos. Hace unas décadas el inglés era impartido por profesores que no tenían ni idea del idioma, y en ello nos hemos puesto las pilas, sobre todo algunas CCAA, pero aún seguimos siendo el segundo país europeo con peor porcentaje de población que lo hable. Según el INE, sólo el 27% de la población residente en España habla inglés, una brecha significativa en términos de competencias lingüísticas, que limita las oportunidades de empleo y crecimiento profesional en un mundo cada vez más globalizado. También se ha progresado en la educación física, donde se ha pasado de que la impartiera casi “cualquiera”, a una profesionalización de la docencia que no evita que se aleje de la percepción de “maría” y el reconocimiento que merece. Los beneficios de una educación física de calidad son ampliamente reconocidos, no solo en términos de salud física, sino también en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales fundamentales.
Así que este comité no lo tiene fácil, pero deberá luchar por conseguir un pacto por la educación, en un momento de polarización política, desde un enfoque integral, que aborde los diversos desafíos que enfrenta, desde la capacitación y el apoyo a los docentes hasta la actualización de los planes de estudio y la promoción de una cultura de excelencia y equidad en todas las etapas educativas. Paulo Freire afirmó que “la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, así que tendremos que conseguir un sistema educativo que brinde oportunidades igualitarias y preparare a los estudiantes para tener éxito en un mundo en constante cambio.