Cuando vives fuera de Málaga, y se acerca la Semana Santa, muchos amigos y conocidos te imaginan ahí, en la puerta de la Congregación de Mena, con el Cristo de la Buena Muerte, viendo y escuchando la Legión. Otros te mandan algún WhatsApp con un vídeo de ese momento del Jueves Santo que para tantas personas es emocionante y que cada año visita más gente de fuera y lo mira con un aire curioso, folclórico, otros religiosos, pero a pocos pasa desapercibido.
Viví unos cuantos años en El Perchel y la Semana Santa alteraba muchísimo el día a día de los vecinos. Pude muchas tardes contemplar con calma y sin bullicio aquella talla que de nuevo me llevaba a Antequera. Hace años que evito, si puedo, las aglomeraciones.
Resulta que, si la talla era de Pedro de Mena, y el padre del escultor era de Antequera, yo estaba ante un milagro. La imagen que se encuentra en Santo Domingo de Guzmán es atribuida al famoso escultor del siglo XVII. Se estima que sobre 1660.
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Buenos días. ¿Podría usted abrirnos la iglesia para poder visitar la imagen del Cristo de la Buena Muerte?
El sacristán, entre molesto y contrariado por haberle llamado a pesar de que el horario de apertura y servicio estaba claramente indicado afuera, miró a los visitantes con cara de sorpresa.
- ¿El Cristo de Mena? La iglesia está cerrada. Pueden pasar a partir de las cinco.
- El Cristo no es de Mena señor. ¿Puedo hablar con el sacerdote?
- Este es el cristo de Mena-. Contestó seco y con ademán de cerrar la puerta.
- Por favor, venimos de Italia expresamente, ¿puede, por favor, llamar al cura?
- ¿De parte de quién?
- De Pedro de Mena y su esposa.
Resulta que este Pedro de Mena del siglo XX, nacido en el barrio de la Victoria, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en Málaga desde los 22 años, se había formado con Américo Bartolli en Italia.
El Barroco fue la estrategia de comunicación y extensión del “soft power” de la contrarreforma. Emerge con fuerza en España, Italia y Francia y permea todo el universo católico hasta Hispano América y Filipinas. En 1993 las iglesias barrocas de Filipinas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Contra la frugalidad, sobria y austera de los templos protestantes que habían soportado la iconoclastia, el Barroco mostraba todo lo contrario, escultura, pintura de máximo nivel artístico para llevar a un pueblo analfabeto el mensaje de la Contrarreforma. Puedes entrar en la Iglesia de San Agustín de Manila, en la de la Asunción en Ilocos Sur y ver muchas cosas comunes con las iglesias de Antequera, que concentra una de las mayores muestras de Barroco por kilómetro cuadrado del mundo.
El padre antequerano de este nuevo Pedro de Mena necesitó el apoyo del Ayuntamiento y del famoso “pollo” Romero (sic. por Romero Robledo) para formarse en Bellas Artes en Málaga en 1901 en la Escuela de Artes y Oficios. Donde una década antes había sido profesor José Ruiz Blasco, el padre de Picasso, en esa época ya daba clase en Barcelona en la Llotja.
La ciudad de Málaga otorga cada año reconocimientos a ciudadanos, los Premios Ciudad de Málaga. Tengo el privilegio de tener uno y representan las figuras de la fachada del ayuntamiento. Esas columnas con forma de Atlantes que soportan el peso del mundo. Hay 16 en las cuatro esquinas del edificio. Torsos masculinos musculosos, brazos en tensión y gestos de sufrimiento. Recordando al titán Atlante condenado por Zeus a cargar con los pilares del cielo. El alcalde de Málaga dijo que para él representaban a los ciudadanos que con su esfuerzo aguantan el edificio colectivo de la ciudad y el municipio. Yo, mientras, lo escuchaba, no tenía papelito para leer luego y pensaba en qué decir en agradecimiento. Por un instante me acordé del antequerano Francisco de Palma García que trabajó en las esculturas de la fachada de la “casona del parque”. No dije nada. Me llevaba a casa una réplica en bronce de la obra de un paisano. Que como tantos otros antequeranos dejaron su huella en Málaga.
No sabía aún que era el padre de Pedro de Mena, Francisco de Palma Burgos, que hizo la talla que hoy conocemos en la mejor tradición barroca, tras haber sufrido la original el vandalismo iconoclasta y anticlerical de 1931. En mis palabras de agradecimiento hablé de mi sueño de una Universidad de Málaga que aspirara al Nobel y de mi sueño de ver un gran centro de semiconductores en nuestra ciudad. El petróleo de la economía digital y de la IA son los semiconductores. En ese momento pocos hablaban de Nvidia ni de la IA generativa. La Consejera de Economía, Carolina España, ha firmado en Lovaina, con el ministro Escrivá y el IMEC el Memorandum para que haya un centro en Málaga. Han pasado poco más de dos años desde que manifesté ese sueño en público. A lo mejor hay que soñar y compartir más. Esta semana en el centro de Transfiere había un bullir de empresas y colaboradores del Instituto Ricardo Valle. No estuve allí y no pasó nada. El cementerio está lleno de imprescindibles. Dejé el barroco y Antequera para otro momento.
Celebré mis 50 primaveras con mis padres y mi tío en Hermanos Alba. Un mediodía en El Palo que dio para todo, para aprender de ellos que el Cristo de Mena era nieto de un antequerano y para empezar a pensar que ya hay cosas que quería hacer y nunca haré, y que la idea de la Buena Muerte, lo más tarde posible eso sí, es algo que se instala y va creciendo en la mente de los que ya hemos dado la vuelta al jamón. Somos tan importantes como prescindibles. “Memento, homo, quia pulvis es, et pulverem reverteris”. Polvo somos.
Feliz Semana Santa.