Llevo tiempo queriendo escribir sobre este concepto, y quiero hacerlo porque a veces, me siento también así, y eso me preocupa. La sobrecarga de información a la que estamos sometidos con tantos bombardeos de datos todo el rato, ya sea en redes sociales, correos electrónicos o noticias, podría compararse con una guerra encubierta para aturdir a los usuarios e intentar dejarnos insensibles o simplemente desconectados de lo que está pasando.
Imagínense millones de publicaciones en las redes sociales, miles de millones de correos electrónicos, noticias manipuladas en las que aterrizamos cuando hacemos búsquedas en internet y horas y horas de videos nuevos en YouTube todos los días. ¿Hola? Además, sumen a todo esto a los medios de comunicación que están siempre generando noticias y artículos monitorizando los click a cualquier precio. Por Dios, qué fácil es sentirse abrumado.
Ufff, esta sobrecarga puede afectarnos de diferentes maneras. A mí, que además me dedico a esto, me afecta. Por ejemplo, podemos desconectarnos emocionalmente o tener problemas para concentrarnos en lo que realmente importa. A veces, simplemente nos sentimos agotados mentalmente, ¿no les ocurre esto?
En pocas palabras, el exceso de información puede dejarnos "narcotizados", haciendo que nos desenchufemos de lo que está pasando a nuestro lado y que nos sintamos hastiados todo el rato. Es importante aprender a manejar esta situación. Lo mismo se preguntan, ok, pero ¿cómo? Una forma puede ser estableciendo límites en cuanto al tiempo que pasamos en medios o aprendiendo a filtrar lo que es realmente importante para nosotros para no ser manipulados. Que miedo todo esto.
¿Alguna vez se han sentido fatigados por la cantidad de noticias y datos que irrumpen en nuestro día a día? Bueno, no están solos en esto, así estamos muchos. Verán, no sé si saben que esta avalancha constante de datos tiene un efecto anestésico en la sociedad, haciéndonos sentir como si estuviéramos en un estado de pasotismo continuo. Seguramente en el plano político por ejemplo, con tantas cortinas de humo, tantas mentiras y falsos testimonios llega un momento en que apagan ¿verdad?, les entiendo, pero no lo hagan ya que esto forma parte de este juego con “sedantes” informativos.
Ya lo decía en el siglo XVII el filósofo francés Auguste Comte que “mucho más que los intereses es el orgullo quien nos divide” , es decir el orgullo de los que nos manejan cada día y que no mira por nuestros intereses, pero el mismo Comte también nos dijo que “saber es poder”, de ahí que sea tan importante entender y saber que con todos esos millones de publicaciones en redes sociales, miles de millones de artículos manejados por la IA, cientos de noticias falsas, miles de horas de contenido en video y la avalancha de interminables noticias, etc, etc,.. es fácil que nos hagan sentir atosigados. Por cierto, la palabra “atosigado” me recuerda a cuando era “niña chica” y mi madre siempre le decía a mi hermano que no me atosigase, pues eso.
Así que, toda esta sobrecarga puede dejarnos emocionalmente desconectadas, incapaces de concentrarnos en lo que de verdad importa y, en última instancia, agotados mentalmente.
Ya ven, nos volvemos insensibles ante los problemas que nos rodean, como si estuviéramos borrachos mirando para otro lado de los muchos problemas del mundo.
No sé si saben que los políticos, esos seres elegidos en las urnas por nosotros, y los medios de comunicación pueden utilizar esta sobrecarga informativa como una táctica para desensibilizar a la sociedad y manipular la opinión pública, es decir, nuestra percepción de las cosas. ¿Qué cómo se hace eso?, pues por ejemplo saturando los canales de noticias con informaciones banales y así desviar la atención de temas importantes o para mantener su “statu quo”. Todo esto no me lo invento yo, sino que lo estamos viendo a diario, y a mí particularmente me preocupa mucho.
¿Y qué pasa con nuestras emociones? ¿Nadie se ha parado a preguntarse esto? Pues pasa que la exposición constante a noticias sobre corrupción, sobre crisis políticas y otros problemas sociales puede llevar a un desgaste emocional en la sociedad. Esto podría generar apatía e indiferencia hacia los problemas que afectan a nuestra comunidad. Nos volvemos insensibles y resignados ante la injusticia y la corrupción.
Dicen que la sociología de la comunicación nos ayuda a entender cómo los medios de comunicación moldean nuestra percepción de la realidad. Es decir, el proceso mediante el cual ciertos temas, problemas o cuestiones son resaltados y destacados para difundirlos a través de los medios de comunicación, seleccionando y priorizando unos temas sobre otros, influyendo así en lo que la audiencia (nosotros) consideramos importante.
No nos vayamos muy lejos, en España, vemos cómo esta saturación mediática influye en lo que percibimos los ciudadanos. Hay campañas políticas que desvían la atención de temas importantes, cobertura mediática que enfatizan lo superficial sobre lo sustancial, y encuestas de opinión pública que reflejan una creciente apatía política de los usuarios/ciudadanos.
Verán, ojeando un estudio de INJUVE (Instituto de la juventud) puedo entender esa idea generalizada de una "apatía política" entre los jóvenes españoles. Yo lo veo en mis sobrinos, pero aún así, a pesar de que los jóvenes votan menos y se alejan de los partidos políticos, también muestran interés por la política e incluso discuten sobre estos temas a pesar de ser contradictorio entre ellos. Pero no tengo muy claro si lo hacen sabiendo lo que dicen o simplemente de oídas.
Para contrarrestar esta situación creo que debemos afrontar ciertos desafíos. Promover la educación mediática, fomentar una participación ciudadana activa y apoyar un periodismo responsable pueden ser algunos de ellos. Tenemos que ser conscientes de que en todo esto está nuestro futuro y sobre todo el legado que vamos a dejar a los que vienen detrás. Solo así podremos despertar a las sociedades narcotizadas y fomentar una participación más informada y comprometida en la vida política y social. No debemos seguir fomentando la fábrica de la desinformación.
Creo que ha llegado el momento de hacer un reset.