Eran las tres de la madrugada. No hace mucho frío, pero para las temperaturas que tenemos habitualmente en Malaga, hace una noche desapacible. Suena el teléfono. El interlocutor al otro lado del teléfono me comunica que tenemos una alarma de un niño prematuro (pretérmino que decimos en el jerga sanitario) nacido en Marruecos que iba a necesitar su traslado a un centro de un nivel de complejidad adecuada para sus necesidades.
Se trata de un niño de 550 gramos de peso, que ha sido extraído por los compañeros obstetras, al haberse producido en su madre una de las mayores urgencias el ámbito ginecológico. De manera abrupta había presentado un desprendimiento de la placenta.
El desprendimiento agudo de placenta se produce cuando la placenta se desprende de las paredes internas del útero antes de la fecha prevista de parto. Como consecuencia, el bebé puede quedarse sin oxígeno y sin nutrientes, provocando un enorme sangrado en la madre.
La intervención es inmediata, manteniendo en una unidad neonatal, con perfil de baja complejidad, un pacientito de muy alta complejidad. Han conseguido salvar a la madre, que estaba recibiendo una transfusión sanguínea en la UVI y parecía responder suficientemente bien a las medidas terapéuticas. El bebé estaba enormemente instable. Para que pudiese respirar tuvo que ser conectado a la ventilación mecánica, al tiempo que se le administró la sustancia que permite el funcionamiento pulmonar, el surfactante.
El dispositivo se instila cuando la glotis y a laringe del bebé están estabilizadas, mediante una canulación que representa la intubación de los adultos o de los niños mayores. La actuación permitió normalizar los aportes de oxígeno que el niño necesitaba. La alimentación se demoraría unas horas y se realizaría por vía
intravenosa y solo aportaríamos inicialmente proteínas.
Ante la gravedad de los hechos, se pone en marcha todo el equipo. Una UVI móvil pediátrica nos transporta hasta una terminal diferenciada del aeropuerto de Málaga para estas situaciones. Apenas 15 minutos después todo el equipo está a bordo de un avión medicalizado. Son las 4:15 de la madrugada cuando llegamos al hospital emisor del transporte. Tras la acogida, todos los intervinientes nos reunimos en un solo equipo para ayudar al bebé. La madre va recuperándose bien.
El gran problema al que se enfrenta el pequeño paciente es que uno de sus pulmones se ha roto. Con una técnica microquirúrgica se le coloca un tubo en el tórax que llamamos drenaje pleural, permitiendo al niño recuperar la respiración. Dadas las circunstancias, hay que utilizar lo que se conoce como modalidad de alta frecuencia para minimizar el daño sobre el pulmón y conseguir la recuperación respiratoria. En concreto, se somete al niño a 600 respiraciones por minuto.
No es el único inconveniente. Otro es el de las tensiones arteriales. Inicialmente eran de 20/5, pero se consigue estabilizar a 40/25. Para mayor seguridad, el equipo de transporte le dejó puesto un catéter de monitorización continua para medir la tensión arterial. Está colocado en la arteria umbilical. La nutrición mínima se le aplica de manera intravenosa con aminoácidos.
Gracias a los sofisticados sistemas de control de estos niños, se mantiene completamente estable la temperatura y las constantes, siempre adecuadas e individualizadas a su edad. Solo queda una dificultad más para optimizar el traslado. Se trata de un sistema de asistencia respiratoria con una modalidad tan complicada como era la alta frecuencia y conseguir hacerlo juntamente con el manejo de sistemas más tradicionales, para sus necesidades de asistencia respiratoria queden completamente cubiertas. Hay que programar un trayecto en UVI móvil, a lo que sumar más de media hora de vuelo y un nuevo transporte en UVI móvil hasta el hospital receptor.
El transporte ideal del recién nacido es el que se realiza in utero. Pero desafortunadamente, no todos los problemas pueden detectarse a tiempo para el traslado materno y hasta un 30-50% de las necesidades de evacuación del bebé para transporte, pueden presentarse durante el parto o en el periodo neonatal inmediato.
Por ello es necesario disponer de conocimientos y medios para la reanimación y la estabilización del recién nacido en el momento del parto y de un sistema de transporte neonatal especializado que permita trasladar a los pacientes con el mismo nivel de cuidados que recibiría en el hospital receptor.
Tras la salida desde el hospital emisor el equipo sanitario viajará con monitorización continua y estabilización del paciente. Todo ello es manipulado por un equipo de profesionales de la salud que está entrenado para atender a bordo de los diversos vehículos de transporte y que manejan bien los protocolos de cuidado de pacientes críticos.
Constantemente, se chequea la vía aérea, sus valores de oxigenación, las condiciones pulmonares, cardiovasculares y gastrointestinales del paciente. El objetivo es evitar los incidentes y las crisis. Cuando es posible, se trata de que la madre acompañe al pequeño bebé; el ideal es que no se separen, incluso, que mantengan el contacto piel a piel.
El reloj marca las nueve de la mañana. Han transcurrido seis horas desde que se activó el traslado del niño pretérmino, hasta que el equipo pisa el dintel del hospital receptor el traslado. En ese momento se produce una rápida transmisión de todos los datos de monitorización y perinatales del bebé. Las tensiones arteriales se habían mantenido estables.
La noche ha sido muy larga. Tres equipos asistenciales organizados para trabajar unidos. A lo que añadir la labor junto a los equipos de coordinación y de administración, dado lo complejo de la documentación a procesar y actualizar. Tras terminar ese traspaso del bebé, el cansancio se apoderó de cada uno de esos profesionales.
Pero todo acabó de manera exitosa y el bebé está muy bien. La satisfacción plena llega cuando le podemos comunicar a los padres que el pequeño está perfecto en la nueva unidad neonatal. El día se cierra con ese buen sabor de boca, pero con la duda sobre cuándo surgiría otra urgencia extrema. El recuerdo nos lleva a los que nos han precedido y han hecho posible tener unas formas de trabajo y de asistencia médica tan bien coordinadas y desarrolladas.
Manuel Baca Cots es jefe de Servicio de Pediatría y Neonatologia del Hospital Quironsalud Málaga