Me gusta seguir siendo un niño, seguir manteniendo la inocencia que la madurez te puede hacer perder, me gusta la locura de ser travieso, saltarme las reglas establecidas y saltar al vacío aun sabiendo que quizás no haya una red para amortiguar la caída.
Me gusta vivir la vida y me encanta vivir la muerte, correr delante de ella y esconderme, saltar a la comba o subir a los columpios, llevármela al cine y reírme a carcajadas tomando palomitas con coca cola.
Me gusta disfrazarme de muerte y a ella de vida y reconocernos por el olor a tierra mojada y recordarnos de dónde venimos y a donde vamos.
Me gusta pintar su cara con los 7 colores del arco iris en días nublados, para que ilumine ese cielo al que mira a veces de frente y otras de reojo, sutil, como queriendo llegar ya a sus nubes y perderse en ellas con algún alma que cogió de la mano un día cualquiera, arrebatándosela a sus seres queridos.
Me gusta tener 55, ser un niño que no quiere crecer nunca. Ya le dije a la Muerte que me llevaría viejo siendo niño, sabiendo a donde voy, sin miedos, sin penas y sin sufrimiento, que seguiré jugando allí donde esté, sea Vivo o Muerto. Seguiré tiñendo el cielo con su cara pintada con los 7 colores del arco iris.
Porque donde hay color hay Vida, quiero pintar el mundo de colores, con mis manos haciendo trazos en los corazones de las gentes, mezclando colores que iluminen su vida, para que no tengan miedo a morir y que no vivan muriendo, para que vivan la vida. Y aunque ya tengan miles de pinceladas dadas, seguiré tocando cada rinconcito de su oscuridad, allá donde les falte un poquito de color. Como hago conmigo.
Ya nos lo dijo alguien hace tanto como 2000 años: lo que es en el cielo es en la tierra. Sigue siendo un niño, no crezcas, no pierdas el latido de tu corazón, juega, baila, ríe, salta, SIENTE.
Me gusta tener 55 y estar loco, vivir con la intensidad que me marca mi Alma cada segundo de esta vida, seguirla cuando se va a lugares sin tiempo ni espacio. Quizás cuando cruce el túnel hacia la luz y vea mi película de vida, sólo así, me sienta lleno.
Mi Vida va a seguir siendo brutal.
Me gusta tener 55 y enamorar a las gentes, abrazar las vibraciones, el aura de las personas que me voy encontrando, abrazar, como decía Santo Tomas de Aquino, sus miserias, pues ser misericordioso no es más que abrazar las miserias de los corazones de los demás. Esas que duelen y nos hacen sufrir cada día sintiendo que ya no podemos más por el peso de la mochila.
Esas miserias que nos impiden VIVIR desde el AMOR, que nos atan las manos y nos esclavizan a un sufrir eterno buscando cubrir las carencias afectivas adquiridas, aquellas que de pequeños sentimos con aquel padre que te dejaba en la parada del autobús al alba y no volvías a ver hasta la noche si su trabajo le permitía llegar a tiempo antes de cerrar los ojos, aquellas que provocaron los llantos sin atender, llamadas de atención gritando que estabas allí, que existías, que necesitabas que alguien te hablara y no te regañara, que te hicieran comprender desde el amor que llorar es bonito.
El sentir nace del corazón, no del ego que solo quiere tener, tener y tener y nunca SER. Quizás por eso hoy el ser humano piensa que es lo que tiene: una posición social, un coche, una casa, los amigos, etc., sin darse cuenta que eso hoy lo pueden tener y mañana NO. Entonces qué pasa ¿qué dejamos de ser?
Vivimos de afuera hacia dentro y no de adentro hacia fuera. Lo que somos está dentro de nosotros. Ése es TU SER. Lo que siente tu corazón, no lo que piensa tu mente, aunque a lo largo de la vida, las enseñanzas recibidas siempre nos hayan llevado a aparentar algo de lo que ni siquiera éramos conscientes. Nos lo impusieron como forma de vida y aceptamos por miedo al que dirán, a la aceptación del clan y un largo etc.
Me gusta tener 55 y seguir creando todo lo que creo, haciendo realidad cada uno de mis sueños dentro de una realidad soñada en este matrix del que solemos tratar de salir por sentir que nuestra realidad es realmente el sueño de la vida.
Me gusta levantarme cada mañana y crear mi día lleno de momentos que me ericen la piel, al servicio de esa fuerza inconmensurable que todo lo ha creado y que algunos llaman Dios, otros Universo y otros Vida.
Me gusta coger de la mano al más necesitado, apretársela con fuerza y que no se sienta solo, acompañarlo en su proceso y llevármelo a la sonrisa o al llanto, a bailar o silenciar sus emociones. Da igual allí donde me lleve su mano, allí donde tenga que estar, creando un espacio de Amor que envuelva su Alma y transmute todo su sentir en la aceptación de que todo lo que ocurre es lo correcto, es lo perfecto.
Me gusta tener 55 y poder dar conferencias por medio mundo, gritando lo bonito que es vivir, haciendo sentir lágrimas, risas, dudas, despertares. Llevar a quien me escuche a lugares donde además nos abracemos y bailemos, donde participemos juntos en algo tan precioso como es el sentir y expresemos lo prohibido, verbalicemos lo temido, nos pongamos frente al espejo y miremos dentro de cada uno de nosotros a cada momento, afrontando miedos que aparezcan tras el cristal, miedos que olvidamos pero que sin embargo rigen nuestras vidas hoy.
Esos miedos, escondidos en tu subconsciente, aparecen a veces y te recuerdan que son oportunidades de crecimiento.
Me encanta tener 55 y seguir aprendiendo cada día de todos mis condicionantes pues ellos me impiden vivir la incondicionalidad del Amor.
Me chiflan mis 55!!!!!!!!!!!!