Por motivos profesionales hace tiempo que sigo a los líderes de las principales empresas de tecnología de vehículo eléctrico. Intento entender su estrategia, lo que trasmiten a sus stakeholders, empleados, accionistas, clientes…

Vitesco Technologies es una compañía alemana que nació hace unos años desde Continental con un foco 100% a las tecnologías del vehículo eléctrico. Nunca los vi, ni a estos ni a ningún líder relevante, tomar posiciones políticas explicitas públicamente.

Parece una ley no escrita que las empresas no se pronuncian políticamente. Su CEO Andreas Wolf, me sorprendió con una foto en las redes sociales con todo su equipo de primer nivel y diciendo: ”Como Junta Ejecutiva de Vitesco Technologies, por lo general nos abstenemos de hacer declaraciones políticas. Esta vez, sin embargo, sentimos la necesidad urgente –y la responsabilidad en la cima de una corporación internacional– de hacerlo. Nos gustaría animarle e implorarle que haga uso de su derecho como ciudadano de la UE y participe en las próximas elecciones europeas. ¡Es importante!"

"Cada voto por un partido con valores democráticos es un voto por Europa, por la tolerancia, la apertura y la cohesión. En estos tiempos, necesitamos más de esto que nunca. Porque el extremismo está aumentando de una manera aterradora. Debemos oponernos a esto juntos y con decisión".

"Defiende la tolerancia, la apertura y la diversidad. Llevar estos valores, por los que vivimos en Vitesco Technologies, al mundo exterior y a los colegios electorales. ¡Por una Europa unida y democrática!

También por motivos profesionales, siempre he seguido muy de cerca a todos los grandes fabricantes de componentes, para intentar aprender, diferenciarme y anticiparme. Uno de ellos es Würth, un gigante con 25.000 trabajadores sólo en Alemania, que hace o comercializa y distribuye casi de todo. Su fundador, el Sr. Würth tiene casi 90 años y en marzo me sorprendió una publicación del CPR ( Centro para la responsabilidad política) en la que  explicaba que había escrito una carta a sus empleados de Alemania pidiéndoles que no votaran a AfD. La carta suscitó publicaciones y entrevistas en medios como el Handelsblatt, el Frankfurter Allgmeine ZeitungZeit, y Welt con lo que tuvo un impacto muy elevado más allá de los empleados de Würth.

En 2013 cuando se creó AfD el partido era liberal, pro-empresas. Co fundado por intelectuales que se oponían a la unión monetaria. Hans Olaf Henkel, un firme defensor del libre mercado y ex director de la mayor patronal de Europa, el BDI, , estaba entre los fundadores. Duró dos años en el partido.

Dos días antes de las elecciones muchas grandes compañías se sumaron a un manifiesto que publicaron en sus redes, en sus webs y compartieron un vídeo “We stand for values”, básicamente poniendo en valor la diversidad, la apertura y la tolerancia. Entre otras cosas resaltaban que el extremismo y la exclusión ponen la prosperidad de Alemania en riesgo. Un documento extenso de 8 páginas recoge aportaciones en defensa de estos valores de cada uno y está firmado por los CEO’s de Siemens, BMW, Deutsche Bank, Thyssen Krupp, Deutsche Bahn, BASF, Bosch, Mercedes, y un largo, etcétera.

Con todo ello, el 16% del voto alemán ha ido a AfD y regiones clave para la industria de semiconductores como Sajonia y otros Länder del Este han optado por este partido como la primera opción.

¿Han hecho oídos sordos? No lo sé. Quizá si las empresas no hubieran dado este paso al frente habrían ganado mucho más del 16% de los votos. Lo ignoro, pero sospecho que los votantes de AfD no se leen ni los periódicos que he citado arriba ni siguen de cerca a los líderes empresariales, entre otras cosas porque no lo habían hecho nunca.

Miren ustedes, lo que han hecho sus pares españoles.

A veces pienso que nuestras tres Guerras Carlistas no fueron más que episodios de iliberalismo como este. Una reacción irracional, emocional, de rechazo a cambios y transformaciones que no comprendemos, o simple y legítimamente no queremos, un mecanismo automático de recurrir al grupo, a la tribu, al colectivo cercano, a las raíces, a la tierra de los padres, la patria, entendida por cada uno como algo diferente. Jon Juaristi hace años lo describió, en parte, como el bucle melancólico.

Creo que necesitamos ciudadanos formados e informados con capacidad para entender e ilusión para progresar. Cuando en lugar de progreso se percibe amenaza, cuando el miedo y el enfado reemplaza a la ilusión y la generosidad, la gente vota con las emociones y no con la cabeza.

Viendo las preguntas 6 a 14 del examen de Geografía de la EVAU Universidad de Oviedo me temo que vamos a peor. La 11, por ejemplo, se refiere a un mapa mudo de España con comunidades y provincias y pide que identifique Extremadura, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia. Los que fuimos a la EGB hacíamos esto antes de los 10 años. Muchos de estos chicos de la EVAU ya han votado por primera vez el 9 de junio. ¿Están preparados para comprender las consecuencias de sus votos? ¿Participan? El último euro barómetro decía que el 40% de la población europea no estaba interesado en las elecciones del día 9.

En Alemania, AfD ha subido cinco puntos en apoyos en el grupo de votantes de 16 a 24 años. En Francia, Rassemblement National, es el más votado en la franja de edad 18-34 años.

En España, dos de cada diez votantes de entre 18 a 24 años declararon en el último sondeo del CIS que votarían por Vox (un 12,2 %) y Se acabó la fiesta (un 9,8 %).

Sin los grandes pactos de Estado que muchos sectores vienen pidiendo, y el primero es por la Educación, seguido de Innovación e Industria, las tendencias no cambiarán. Sólo una Europa próspera con ciudadanos bien formados y con confianza en su futuro puede conseguir lo que los CEOs de las grandes empresas han pedido. Necesitamos un Abrazo de Vergara.