En torno a la cuarta parte de nuestros hijos a la edad de 15 años no entiende lo que lee. Si les pedimos que resuelvan problemas cotidianos sencillos como la aplicación de las proporciones, el cálculo de una superficie plana, un volumen, una devolución de un crédito simple, el impacto de magnitudes exponenciales como la inflación o el interés compuesto, la proporción de jóvenes que es incapaz o tiene problemas, es aún mayor.
No quiero ni hablar de competencias digitales, no las básicas de usuario, sino las relacionadas con el pensamiento lógico, la definición de variables, el concepto de una cola, un bucle, una decisión condicionada o la capacidad para realizar programas informáticos sencillos, llegamos al entorno del 50%. Eso sí, todos saben manejar un móvil, descargar aplicaciones, configurar cuentas en redes sociales. Hablamos, solo en la OCDE, de más de 20 millones de adolescentes que se enfrentan a dificultades serias.
Sobre las competencias en lenguaje, ciencia y matemáticas tenemos datos del estudio PISA de cada año en el que participan la mayoría de los países de la OCDE. El mal no es único de España. Además aquí, como en el Reino Unido, como las competencias en educación están trasferidas no a cuatro (Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, que obtienen resultados muy diferentes) sino a ¡¡17!! Los resultados son dispares pero la tendencia a peor o al estancamiento es flagrante en general, especialmente en ciencias y matemáticas llevamos 20 años o estancados o decreciendo después de haber mejorado sustantivamente en las tres décadas desde 1960 a mitad de los 90. ¿Qué ha pasado?
Mis lecturas de verano me han llevado al especial de The Economist sobre educación: Must Try Harder publicado el 13 de Julio sobre el estancamiento en educación de la mayoría de los países de la OCDE. La portada de la revista de esa semana se preguntaba cómo mejorar el coeficiente intelectual de la humanidad. El reporte especial analiza con profusión de datos y fuentes el estado de las escuelas, los maestros, la tecnología y el posible impacto futuro de la IA en la educación, el ejemplo de Inglaterra y su vuelta a los básicos.
Conocimiento y dinero. Estos son los ingredientes básicos que las personas de toda economía que funcione y prospere debe tener. Con ellos, la seguridad jurídica, el estado de derecho y las adopciones de las alternativas estratégicas convenientes. Vienen la tecnología, el comercio, la industria, los servicios, el estado de bienestar y la evolución civilizatoria traducida habitualmente en esperanzas de vida crecientes, criminalidad decreciente, índices Gini equilibrados, reducción de la desigualdad y clases medias amplias que sustentan sistemas democráticos con sus necesarios controles y separación de poderes.
Muchas veces hemos escrito que, si hubiera que usar una sola bala para ese esfuerzo que parece hoy tan extraño, un Pacto de Estado, ese sería el de la Educación. No hay mayor ascensor social que la Educación, ningún país progresa sin una evolución significativa del nivel educativo de su población.
Los ejemplos del impacto de la instrucción pública en la incipiente Alemania dirigida por Prusia y en la Francia post revolucionaria son palmarios. Japón tras su transformación Meiji a finales del XIX también. La innovación y el emprendimiento está directamente asociado a los niveles educativos. Los profesores de la Universidad de Stanford, Woessmann y Hanushek desarrollaron en 2010 un modelo econométrico para ver el impacto que tendría una mejora de 25 puntos (la diferencia aproximada entre EE. UU. e Inglaterra) en matemáticas y ciencias en PISA para la economía norteamericana. El impacto sería de, al menos, un 0.5% de los 27.3 billones de dólares de PIB en 2023, el efecto continuado llevaría a la economía a ser un 30% mayor en 2030. El trabajo The High Cost of Low Educational Performance debería ser de lectura obligatoria en los tres primeros niveles de los ministerios y consejerías de economía, industria, educación y universidades de aquellos países estancados en PISA.
Ante los pésimos resultados, las autoridades de los países que salen mal en la foto han alegado el impacto del COVID. La respuesta no es aceptable porque la tendencia era mala desde antes y porque hay países que no han sentido ese impacto a pesar de haber sufrido, como todos, la pandemia. Otros han alegado las altas tasas de alumnos inmigrantes que apenas manejaban el lenguaje del país de acogida. Esto ha sido especialmente elevado en Alemania y otros países que acogieron gran cantidad de inmigrantes de Siria, por ejemplo, pero de nuevo en el Reino Unido con gran cantidad de inmigrantes, el resultado en Inglaterra fue mucho mejor que el de Escocia con menores tasas de inmigración.
Otros países han alegado el impacto de las nuevas tecnologías, los móviles y las redes sociales en la capacidad de concentración de los alumnos y su rendimiento. De nuevo, países con niveles muy intensos de uso de estas tecnologías entre su población y sus jóvenes, como sucede en el sudeste asiático, en Corea del Sur, China o, en especial en Singapur, no solo no han sufrido este efecto, sino que además siguen mejorando en PISA o en las pruebas equivalentes de medida del rendimiento escolar.
Los países que crecen a tasas importantes de PIB, que tienen economías cada vez más pujantes en tecnología, ciencia, industria, casualmente tienen una tendencia a la mejora de sus resultados académicos. En China (591 puntos PISA en matemáticas) las pruebas de acceso a la universidad, el examen de estado conocido como Gaokao, es tan importante que las familias destinan cada vez más una parte muy importante de sus recursos a que sus hijos tengan la mejor formación posible para obtener las mejores notas, lo que les garantiza el acceso a las mejores universidades.
No veo yo que, en el CIS, la EVAU sea un asunto de preocupación social en España (472 puntos en matemáticas). En Corea del Sur (534 en matemáticas) pasa algo similar. Conocí hace años en Vietnam (528 en matemáticas), una familia, madre y dos hijos que había dejado Corea del sur, la madre había dejado el trabajo mientras el padre seguía en Seúl para poder ingresar en una escuela privada y preparar a fondo la prueba de acceso a la universidad. Esa era la prioridad de toda la familia.
En Taiwán (562 en matemáticas) no es muy diferente. Cuando le preguntaron al fundador de la mayor empresa de semiconductores del mundo TSMC sobre las limitaciones para desarrollar una industria productiva masiva en EE. UU. (492 en matemáticas), contestó que su mayor preocupación era la diferencia entre los niveles formativos y actitudes de los trabajadores a una y otra costa del Pacífico. Ciento treinta puntos son muchos puntos.
Pero viajar te ayuda a ver por ti mismo, sin tener que leer reportes de medios que muchos tildan de sesgados por liberales y capitalistas.
¿Son los países más pequeños en Europa capaces de obtener mejores calificaciones? Lo que veo en Eslovenia (479 en matemáticas) comparado con Estonia (510) o Bélgica (489) no es concluyente. Países grandes como Inglaterra (504) puntúan mejor. Finlandia, un país pequeño que lideraba en Europa está cayendo en picado, aunque aún supera a España en mates con 500 puntos.
Por comunidades autónomas, aquellas que tienen menos población, más dispersa con más colegios rurales, unitarios, con comunidades más pequeñas, puntúan mejor con Castilla y León otra vez a la cabeza (499 en mates), Asturias, Cantabria, La Rioja, Navarra (491) le siguen de cerca. Sin embargo, Madrid, con una gran población y modelo escolar muy distinto se cuela en la cuarta posición (494). Lo normal, en muchos países, por el efecto capitalidad, concentración de mejores centros y élites culturales, académicas económicas es que estuviera la primera. Lo que no es normal es que comunidades con grandes recursos/ privilegios como País Vasco, los dilapiden en resultados que los ponen en la novena posición (483 puntos en mates) seguidos de Cataluña (469) que ha sufrido un grave descalabro con pérdidas de posiciones en los últimos años.
Que Andalucía con 457 puntos en mates no levante cabeza respecto de su atraso económico (PIB per cápita) tiene mucho que ver con esto. Los demagogos que acusan a Andalucía de haber recibido muchos fondos FEDER para infraestructuras deberían analizar cuántos fondos se han invertido en las últimas décadas en mejorar la educación de la comunidad más rica en población (talento) y cuáles han sido los resultados.
¿Es lo mismo invertir apenas 6.600 euros por alumno que más de 9.000 como hacen Navarra y País Vasco? Se trata de elegir, sin duda, y a veces, no puedes dejar de preguntarte si el AVE a Granada o la autovía del olivar eran más prioritarias que infraestructuras para el agua o inversión en educación. La trampa es que no hay caja única, los fondos son finalistas y el gasto autofinanciado de las comunidades incluye servicios sociales, sanidad y educación lo que hace que, paradójicamente, te puedan sobrar fondos por falta de ejecución para infraestructuras y te falten para educar cerebros, la mayor infraestructura posible, una sociedad capaz. El sistema de financiación está trufado de trampas. Salir del pozo ha de ser un empeño de Estado, un gran proyecto colectivo de una comunidad que no se resigna a ser un parque temático de jubilados.
Según Woessmann y Hanushek con casi 50 puntos de diferencia, Andalucía, en 2030 estará mucho más descolgada de las comunidades de cabeza. No necesitamos propinas de solidaridad interterritorial sino 50 puntos básicos por encima de los líderes de manera sostenida para poder poner a la mayor comunidad en población de España en la media de la OCDE y la UE, lo que supondría un amento enorme del PIB de todos. Veinte años a 590 puntos en mates y otro gallo cantaría. Unas gotas de andalucismo, como las de sangre jacobina de Machado irían bien.
No sólo no existe correlación entre los que más gastan por alumno y los que más puntúan, ya que País Vasco es la que más lo hace y no está a la cabeza. Tampoco hay correlación entre el incremento del gasto medio que ha subido un 19,8% hasta los 6.600 euros por alumno desde el mínimo de 2014 sin que los resultados PISA hayan acompañado.
En términos de PIB per cápita la mayoría de los países OCDE destina entre el 20 y el 30% por alumno con Suecia y Luxemburgo a la cabeza y Rumanía y Bulgaria a la cola en la UE y tampoco existe correlación directa, aunque en general los que más gastan obtienen mejores resultados.
No solo tenemos en Europa un problema demográfico por envejecimiento. Tenemos menos jóvenes de lo que necesitamos, pero además los pocos que hay no están al nivel, cada vez más exigente de capacidades. De hecho, pudiera ser que jubilemos a profesionales más preparados que los jóvenes que incorporamos, perjudicando seriamente la productividad. Productividad, educación y formación van también de la mano.
Las personas con mayor formación y coeficiente intelectual están más dispuestas y preparadas para moverse. Desde 2021, según un estudio de Gallup, España, por delante de Suiza, está entre los cinco destinos preferidos por las personas que quieren emigrar del mundo. Por delante tenemos a Canadá, Australia, EE. UU. Y Alemania. El flujo potencial neto era en ese año superior a 5 millones de personas. Una grandísima oportunidad para incorporar talento (aparte de lo que nos ha recordado de nuevo el Banco Central Europeo esta semana, cotizantes y mano de obra, aunque no sean de alta cualificación).
Un estudio del profesor Shai Bernstein de la Universidad de Harvard encontró una forma original de medir la contribución de los investigadores inmigrantes. Analizaron lo que sucede a los científicos cuando un colega con quien han colaborado muere prematuramente. Cualquier tragedia de este tipo hace que los científicos sobrevivientes sean menos productivos. Pero, sorprendentemente, la muerte de un colega inmigrante dolía más. El número de patentes recibidas posteriormente por los científicos sobrevivientes disminuyó a casi la mitad (17% frente a 9%).
"Los inventores inmigrantes tienen más probabilidades de depender de tecnologías extranjeras, de colaborar con inventores extranjeros y de ser citados en mercados extranjeros, contribuyendo así a la difusión de ideas a través de las fronteras", concluyen los autores. Los inmigrantes representan el 14% de la población en Estados Unidos, el 16% de los inventores y producen directamente más del 23% de la innovación, medida por patentes, citas de patentes y el valor económico de esas patentes, según estiman los autores. Teniendo en cuenta cómo hacen que sus colaboradores nativos sean más productivos, son responsables de un asombroso ¡36% de la innovación total!
En la era de la IA, la supercomputación, la industria 4.0 y la innovación, la era en la que la inmensa mayoría de los activos de las empresas más valiosas son inmateriales, fundamentalmente fondos de comercio, marcas, patentes, conocimiento… en la era en la que el activo de las empresas son el conocimiento de todo su ecosistema, muchas veces apalancado en las economías de plataforma, los países más competitivos están revisando sus sistemas educativos para formar más y mejor y sus sistemas de atracción del mejor talento internacional, más gente mejor formada, de dentro y de fuera, cuanto antes, por favor.
Desde hace unas décadas, los países económicamente prósperos de la OCDE empezaron a considerar que las materias básicas como la comprensión lectora, la expresión oral, las matemáticas, la gramática, y el dominio de la lengua, así como la memorización, la repetición, el orden y la creación de rutinas que crearan buenos hábitos, que desarrollaran actitudes duraderas hacia el aprendizaje, el conocimiento, el esfuerzo eran métodos anticuados.
La pedagogía, impregnada de ideología, hizo a la educación lo que la sociología a la ciencia política. El mérito y el esfuerzo fueron tachados de reaccionarios y retrógrados, la memoria y la inteligencia un don y por tanto injusto porque no todos los alumnos tienen la misma, y por tanto que no había que entrenar ni cuidar, así igualábamos a todos por abajo en lugar de dar a cada uno según sus posibilidades y capacidades para tener sociedades ricas y diversas. El mérito y la igualdad de oportunidades fueron cayendo en desgracia. Los programas educativos se centraron en la educación por proyectos, en la resolución de problemas y en el estímulo del pensamiento crítico. Todo esto está muy bien si dominas la lecto-escritura, tienes conocimientos en tu memoria y manejas las matemáticas, los fundamentos de ciencias y conocimientos del entorno, histórico, cultural, geográfico, social y natural.
Si dejáramos venir a España a todos los que lo desean, según el estudio de Gallup de 2023, el número de titulados universitarios que incorporaríamos se multiplicaría por 2,5. En este caso EE. UU. (<1.2), Alemania (<1,5), Australia (<2,4) que estaban por delante ganarían menos en proporción. Sólo Finlandia, Dinamarca y Canadá ganarían proporcionalmente más graduados que España. Esto es un chollo una oportunidad de ponernos al día de golpe. En buena parte gracias al talento dispuesto a venir desde Hispanoamérica.
En el Reino Unido en los últimos años hay dos sistemas en contraste que se pueden trazar, el inglés y el escocés. Los segundos han descendido en matemáticas en PISA de 510 puntos a 410, mientras Inglaterra se ha mantenido en 495- 500 puntos desde 2006. Para empezar, los ingleses, en lugar de un ministerio de educación tienen un “schools minister”. Nick Gibb ha desempeñado este cargo en varias ocasiones entre 2010 y 2023 y ha cambiado tanto lo que se enseña, el currículo, como el método. Fundamentalmente “back to basics”.
El resultado es que escuelas destacadas por sus pésimos resultados como Mercia, ahora se han convertido en una de las más solicitadas por sus resultados. En la era en que todo está disponible a pocos clics en internet, es importante formar en la curiosidad, la capacidad y el placer de aprender. Los reformadores ingleses se basaron en los estudios del profesor americano E.D. Hirsch de los años 70, en los que se evidenciaba que las clases dirigidas por el profesor, más convencionales, eran simplemente más efectivas.
Los países serios están abordando los problemas que sólo tienen arreglo con medidas a largo plazo ya que conllevan una generación, nosotros tenemos una bomba demográfica y carencias educativas, una bomba de desempleo, precariedad y descuelgue de la productividad y competitividad mundial que resolver. Es urgente, pero tardaremos 20 años. Un pacto de Estado por la Educación es imprescindible.