Hace ya unas décadas tuve la fortuna de recalar como miembro de un tribunal de oposición en la Universidad de Alcalá de Henares. La experiencia fue extraordinaria, además de por reencontrarme con algunos colegas de tanta solera como mi buen amigo Manuel Peinado Lorca, quien poco después sería alcalde de tan histórica ciudad, por tener la suerte de conocerla.

Pasear por sus calles entre emblemáticos edificios era caminar por la historia de España. Para mi sorpresa, al llegar a la Facultad de Filosofía y Letras alguien me sopló que aquel era el origen de mi Universidad.

Nada menos que junto a la Plaza de Cervantes se erigía un enorme edificio barroco conocido como el Colegio de Málaga y, como allí también rezaba, de San Ciriaco y Santa Paula.

Estaba tan asombrado que me fueron dando más pistas acerca de tan singular descubrimiento. Al parecer fue fundado con fuerza en el seno de la Universidad que ideó el cardenal Cisneros, gracias a la intervención del entonces obispo de Málaga Juan Alonso de Moscoso.

Ahora se cumplen cuatro siglos de la construcción de tan emblemático edificio. Me relataron grandiosas historias y leyendas del Colegio malacitano, bajo los auspicios de nuestros patronos.

Una de ellas, que a buen seguro Manolo me corregirá, hablaba de unas revueltas del alumnado contra el Rey, y que este envió allí a su guardia. Al más puro estilo de Dumas, el franciscano Cardenal se opuso, haciendo gala del lema que allí rezaba: Compluti Urbis Universitas.

Con ello, así lo entendí, evidenciaba que el espacio universitario era patrimonio de la comunidad universitaria, y ni tan siquiera los monarcas tenían jurisdicción sobre él. Pero sobretodo patrimonio universal, de la humanidad y por ende de lo público.

Es asombroso recorrer la historia de las universidades e incluso recurrir a su etimología para entender su papel en su tortuoso transcurso por el pasado milenio. El origen de la palabra universidad, aunque algunos pretendan que sea polisémico, es claro desde que Alfonso X El Sabio lo acuñase al resguardo de una bula papal.

Universitas integra la capacidad de acogida a cualquier estudiante, sea cual fuera su procedencia, a la vez que la movilidad global de su profesorado y la validez internacional de sus enseñanzas. En suma agrupa los valores de universalidad, totalidad y colectividad.

La influencia norteamericana ha llevado a que florezcan universidades privadas vinculadas a colectivos de poder con el fin de formar a las elites dirigentes del futuro. En breve varias de ellas aparecerán en la geografía de la ciudad, en este momento clave.

Universidades que quedan muy lejos del posicionamiento que tiene en la actualidad la nuestra, la Universitas Malacitana, además con un prestigio in crescendo en muchas materias.

Sin lugar a duda la competencia puede ser lícita e incluso buena, pero siempre que se juegue limpio, en especial en la igualdad de oportunidades. Tal vez en algún momento haya que recordarles a las autoridades responsables aquella gesta del Cardenal Cisneros, y abriendo la ventana mostrarles los cincuenta mil miembros de la comunidad universitaria malagueña y decirles: Señorías, estos son mis poderes.