Dicen esta semana los del Economist que en 2050 sólo el 15% de los coches vendidos serán de combustión interna. Dice mi admirado amigo Miguel Otero del Real Instituto Elcano que España hace bien en negociar con China, pero sin ingenuidad.
Dice Núñez Feijóo que Meloni lo ha hecho bien en inmigración. Dice Meloni que hay que apoyar los aranceles a los coches chinos. Dice Tavares, el CEO de Stellantis, el fabricante europeo menos preparado para la electrificación, con intereses de Italia (Fiat) y Francia (Peugeot y Citroën) que ellos no van a despedir, al contrario que VW, porque ya han despedido a más de 20.000.
Dice Volvo que aquello de solo hacer coches eléctricos a partir de 2030 se lo va a pensar de nuevo. Dice Automotive News el 19 de septiembre que Volkswagen puede reducir un 10% de su plantilla en Alemania, unos 30.000 trabajadores. Sólo 8 horas después lo negaban, serán como mucho, 15.000.
Dice Marcos Isamat, que trabaja en el laboratorio de Cambridge que tiene el récord de premios Nobel que lo de la ciencia es simplemente cuestión de pasta. Dijo Mateo Valero en su reconocimiento como barcelonés del año que la ciencia ha de ser relevante, que ha de resolver problemas de la sociedad.
Dicen los de SNR Research, los de IHS y los de Bernstein que en 2050 menos del 10% de los coches serán híbridos enchufables, y que en torno al 80% serán eléctricos a batería.
Dice Mario Draghi que hay tres áreas principales de acción para reactivar el crecimiento sostenible en la Unión Europea (UE). Aunque la UE tiene fortalezas en educación, salud y bienestar social, no está logrando convertir estas ventajas en industrias productivas y competitivas a nivel global.
Primero, Europa debe enfocarse en cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China, especialmente en tecnologías avanzadas. Actualmente, las empresas europeas están atrapadas en una estructura industrial estática, invierten menos en investigación y desarrollo (I+D), y enfrentan regulaciones inconsistentes que bloquean la comercialización de innovaciones. Esto ha llevado a que muchas startups europeas se trasladen a EE. UU.
Segundo, es crucial un plan conjunto para la descarbonización y la competitividad. Si bien Europa es líder en tecnologías limpias, enfrenta desafíos como los altos costos de energía y la competencia de China. Para que la descarbonización impulse el crecimiento, es necesario coordinar políticas energéticas y asegurar que los beneficios lleguen a los usuarios finales.
Tercero, Europa debe aumentar su seguridad y reducir su dependencia de proveedores extranjeros de materias primas y tecnología, especialmente de China. La UE necesita una política económica exterior que incluya acuerdos comerciales preferenciales, asociaciones industriales y una mayor cooperación en defensa, para asegurar sus cadenas de suministro.
Finalmente, el informe Draghi destaca que, aunque los Estados miembros están tomando medidas individuales, Europa necesita una estrategia industrial común para superar las barreras actuales. La falta de enfoque, el desperdicio de recursos y la falta de coordinación están limitando el potencial de la UE para avanzar. Para financiar las inversiones necesarias, será clave aumentar la productividad y contar con un mayor apoyo del sector público.
Con la bajada de 500 pipos de los tipos de la Fed, todo el mundo se ha animado. Que si bajan las hipotecas, que si aumenta la inversión, que si la inflación se ha controlado.
Lo cierto es que la FED ve síntomas de agotamiento y antes de que los precios aflojen más está intentando, otra vez, ponerle la respiración asistida a una economía que es el paradigma de la deuda, pública y privada, y que necesita un dólar mas barato para que sus exportaciones tiren y sus importaciones se encarezcan.
A los aranceles a los productos chinos le meten un extra por diferencia de cambio. Y se quedan tan panchos. Ellos tienen la máquina de imprimir billetes sin ningún patrón. Pero la economía mundial se des-dolariza a gran velocidad. Y de nuevo nuestro think tank de referencia y, de nuevo, mi admirado investigador Miguel Otero reflexiona sobre si la supremacía del dólar está amenazada.
Mientras tanto, nadie sabe cuánto de hype hay en la IA. Se preguntaba otro admirado amigo, Xavier Ferràs en La Vanguardia sobre si había sido un gran bluff. Lo que sabemos es que Nvida vale tanto que unos cuantos días de julio bajó 279.000 millones de dólares y aún sigue siendo la empresa más valiosa del planeta.
Y esta misma semana Iberdrola anuncia inversiones de 10.000 millones en una filial para generar energía limpia para data centers. La noticia casi no ha trascendido porque, a la vez, Blackrock, los dueños de casi todo, han anunciado un fondo de 30.000 millones de dólares para infraestructura de IA,
Mientras tanto, Europa juega a las casitas y a la regulación. Draghi propone 800.000 millones de inversión anuales para ponernos las pilas. Otro martillo pilón de la industria y la innovación.